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El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos – La reseña

Llegó el momento de despedirnos de la Tierra Media de Peter Jackson con una película llena de acción y un toque de drama élfico.

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En 2012, después de nueve años desde que presenciáramos El Retorno del Rey, regresamos al universo de Tolkien en la gran pantalla de la mano de Peter Jackson, esta vez para ver la historia que dio origen a todo, El Hobbit. Este año nos reuniremos en las salas de cine para despedirnos de la versión cinematográfica de la Tierra Media; sin duda, es un momento emotivo, pues es el fin de un ciclo importante tanto para el mundo del cine como para los fanáticos. Sin embargo, La batalla de los cinco ejércitos es una despedida un poco torpe que deja cierto sabor agridulce, no fue el gran adiós a 14 años de historias épicas que por lo menos yo esperaba.

Así como ocurre en las historias de Tolkien, donde un pequeño hobbit hace una gran diferencia en el destino del mundo, el problema con La batalla de los cinco ejércitos radica en un aspecto específico de la película que, sin embargo, pesó bastante. Así que antes de llegar a ese punto, hablemos un poco de los varios elementos que hay para resaltar del final de la aventura de Bilbo Bolsón.

Un viaje inesperado para toda la familia

No me malinterpreten, yo no estaba esperando un final enorme y grandioso como el de El retorno del rey, pues soy consciente de que, hablando de los libros, el tono de El Señor de los Anillos es mucho más serio y épico que el de El Hobbit, que es una historia para niños.

Ese espíritu más dinámico logró transmitirse a las tres entregas en las que Peter Jackson nos presentó su visión muy personal (admitámoslo, Jackson hizo un enorme fanfic de un libro que no sobrepasa las 280 páginas) y sirvió para dar a las aventuras de Bilbo, Thorin y compañía un toque más amigable para el público general que el aire más severo y a veces bélico de El Señor de los Anillos. Las tres entregas de El Hobbit nos trajeron buenas dosis de un humor sencillo y elegante, lo suficiente para no convertirlas en una comedia; personajes más coloridos y amables, increíbles escenas de batalla pero nunca en exceso, interesantes adiciones que construyeron un puente hacia los hechos de la Guerra del Anillo, un dragón parlante (mi parte favorita) y, cómo no, incluso algo de romance, pero hablaremos del triángulo amoroso Legolas-Tauriel-Kili más adelante.

Bilbo Bolsón y el Rey Bajo la Montaña

El trabajo de todos los actores involucrados en la película, desde los extras ocasionales con algunos diálogos, hasta los protagonistas, pasando por el Smaug de Benedict Cumberbatch, es impecable. A pesar de los efectos especiales, los trajes y, en la mayor parte de los casos, las pelucas y las prótesis no estamos viendo a una persona disfrazada, sino que logramos sentir como reales los conflictos en los que se están viendo involucrados todos estos personajes y que están llegando a su momento más álgido en La batalla de los cinco ejércitos. Sin embargo, dos personajes específicos son los encargados de construir la tensión principal que conforma el hilo conductor de la película, Bilbo y Thorin Escudo de Roble.

A pesar de su tamaño, nunca se me ocurrió dudar que Thorin (Richard Armitage) fuera el legítimo Rey Bajo la Montaña; el personaje siempre se mostró imponente, seguro de sí mismo y como un buen líder para su grupo de enanos y un hobbit. Sin embargo, en esta última entrega a Thorin lo corrompe la codicia, la enfermedad del oro se apodera del corazón noble del rey enano y en cuestión de segundos pasamos (o por lo menos yo pasé) de ser los mayores fans de Thorin a desear que alguien (¡por favor!) le pegara una cachetada con un pescado grande a ver si reaccionaba y dejaba de poner en peligro la vida de todas las personas que quisieron ayudarlo de una forma u otra. Este cambio de emociones ocurre gracias a la impecable actuación de Armitage quien, también, logra un segundo cambio en Thorin que después de un momento de reflexión (representado en una escena demasiado metafórica para lo que estamos acostumbrados a ver en el universo cinematográfico de la Tierra Media, pero podemos dejarlo pasar) se da cuenta de lo mal que ha estado actuando y vuelve a ser el rey al que todos podemos apoyar y querer.

El Hobbit Thorin

Mientras que Thorin pasa una buena parte de la película ocupado siendo un idiota, Bilbo (Martin Freeman) es la voz de la razón que intenta siempre lograr lo mejor para todos. El hobbit es mi personaje favorito, es fácil identificarme con el único personaje en la película que no parece estar 100% al tanto de todo lo que está pasando y que no fue entrenado desde que aprendió a caminar para el combate; además, precisamente por estas características, sobre Bilbo recae buena parte del deber humorístico de esta entrega, en la que los enanos adquieren un tono más serio, y que no es tanto contar chistes, sino simplemente actuar menos épicamente que los demás y más como un humano (no de la Tierra Media) y señalar lo ilógicas que resultan ciertas situaciones para gente que como él (y nosotros en la audiencia) no estamos demasiado involucrados en la cuestión de la política en la Tierra Media.

A pesar de que para La batalla de los cinco ejércitos Bilbo es menos torpe y está un poco más cómodo en las grandes aventuras que se encuentra, Martin Freeman logra mantener la sencillez característica que hace del hobbit una persona increíblemente práctica que verdaderamente aporta una perspectiva distinta tanto para los personajes en la historia, como para la narrativa de la película. Freeman logra al hobbit perfecto, mientras que no teme hacerse escuchar y arriesgarse para hacer lo que él cree correcto, sigue transmitiendo la imagen de un sujeto bondadoso y bonachón que solo quiere ver a todo el mundo feliz para poder retirarse a tomar una buena cena y dormir en una cama cómoda, lejos de sueños de grandeza y montañas llenas de oro.

Siempre está pasando algo (y suele ser algo bonito)

Como ya mencioné, una de las características que destaco de El Hobbit, pero especialmente de La batalla de los cinco ejércitos es el dinamismo que lleva la historia. Empezamos con Smaug destruyendo la Ciudad del Lago y cayendo muerto en los primeros 10 minutos de la película, un dragón muerto nos da un buen tono de lo que podemos esperar con el resto de la historia.

Es difícil aburrirse (aunque ese punto negro que mencioné inicialmente lo logra) pues La batalla de los cinco ejércitos es el nudo y el desenlace de la historia y siempre está ocurriendo algo, cuando no es una situación graciosa es algo que nos mantiene al borde del asiento: invasiones de orcos, nuevos enanos, águilas cargando osos de ataque, y (redoble de tambores para un momento genial) Galadriel, Gandalf, Elrond y Saruman enfrentándose con Sauron (¡gracias, Peter Jackson, por tu fanfic muy elaborado!)

La expresión de Smaug cuando ve la estatua gigante hecha en oro de un enano durante La desolación de Smaug es una representación acertada de los espectadores viendo La batalla de los cinco ejércitos.

La expresión de Smaug cuando ve la estatua gigante hecha en oro durante La desolación de Smaug es una representación acertada de los espectadores viendo La batalla de los cinco ejércitos.

Todo lo anterior es presentado de una manera hermosa y espectacular, el universo de la Tierra Media ya está tan bien construido y es tan armónico que incluso orcos y trasgos resultan agradables a la vista. Ver a los elfos es siempre un sueño, pues tienen intrincadas y perfectas coreografías para las situaciones más sencillas y para la batalla; además, resalto el enorme trabajo desde vestuario para fortalecer la personalidad de cada uno de los personajes y de cada una de las razas como conjuntos diferenciables.

La película, de hecho, sí termina con un enfrentamiento espectacular entre los cinco ejércitos en el que “los buenos” se unen y vemos a elfos, enanos y humanos luchando codo con codo, cada uno mostrando lo mejor que tiene. En el tema de la guerra, aplaudo la exploración de nuevas monturas para los personajes, desde el alce de Thranduil hasta el uso de un cerdo de guerra para Dain, el primo de Thorin, pasando por un genial momento en que los enanos usan cabras para simultáneamente matar orcos y trepar montañas nevadas.

Todo esto nos conduce a un final perfecto, excepto por…

¡¿Qué haces besando a la lisiada?!

La inclusión de Tauriel y Legolas nunca me molestó, desde el principio sabíamos que esta no iba a ser una adaptación fiel al libro y el toque relajado que añade el conflicto romántico entre ellos dos y Kili no afectó el buen desarrollo de la película, hasta ahora.

El Hobbit Legolas Tauriel

Por algún motivo, en esta última entrega el triángulo amoroso empezó a parecer una telenovela de las exageradas. Kili deja de ser un coqueto descarado y se despide dramáticamente de Tauriel, mientras Legolas la llama demandante para que se aleje del enano y se vaya más bien con él. Aunque Tauriel se termina yendo con el elfo, todos sabemos que ese romance no funcionará porque Legolas es un príncipe y su padre Thranduil no aprueba el origen plebeyo de Tauriel (¿alguien dijo María la del Barrio?). Desde ese momento, con una escena que nada debería envidiar a las producciones de Televisa, se rompe un poco la magia en la que nos ha envuelto la película y hace que se vean más fácilmente sus fallas aquí y allá, el espectador se desconecta y se vuelve más crítico (y criticón) de lo que está viendo.

La situación parece resuelta con buenas dosis de heroísmo, batallas, Gandalf y Bilbo hasta el final de la gran pelea, muy emotivo con heridos de muerte despidiéndose y… con Thranduil, de repente, perdiendo toda la personalidad pedante y orgullosa que le han construido a lo largo de tres películas para escuchar las palabras provenientes de una Tauriel que llora sobre el cadáver de Kili, “¿Esto es amor? Si esto es amor, no lo quiero, ¡llévatelo!”, o algo así. Primero que todo, es una escena cursi, a mí me gustan las películas románticas, pero esto no solo se sale completamente del tono y del ritmo que llevaba la película, sino que es tan chocante que resulta ridículo, cliché y mal escrito; segundo, tenemos a Thranduil, que sentía un enorme desprecio por los enanos y por la relación de Tauriel con Kili, llegando (de la nada, además, apareció como si nada para tener un momento emotivo con Tauriel y Legolas) a consolarla porque el enano está muerto. Nada de eso tiene sentido, alarga el final y hace que Lee Pace (Thranduil) y Evangeline Lilly (Tauriel), dos excelentes actores con personajes bien construidos, cierren su participación en El Hobbit de una manera realmente penosa.

El manejo de esta línea de la historia fue torpe y descuidada, y francamente sorprende ver algo así de parte de Jackson y compañía. El resto del argumento y del mundo está tan bien diseñado y conectado que este detalle destaca como un enorme punto negro; precisamente lo bien hecha que está el resto de la película sirve para resaltar esta falla y hacer que pese bastante. Del final de dos trilogías de la Tierra Media me llevé una buena pelea y una mala telenovela.

A pesar del momento Televisa en la Tierra Media, La batalla de los cinco ejércitos logra un buen ritmo narrativo que mantiene enganchados a los espectadores a través de buenos diálogos, excelente actuación y ambientes envolventes. Película obligada para los fanáticos que han seguido la saga y recomendada para los que han disfrutado casualmente en la gran pantalla las aventuras de los habitantes de la Tierra Media; tal vez el drama no sea tan grave una vez advertidos.

3 Comentarios

1 Comentario

  1. Karla Diego

    17 de diciembre del 2014 at 1:28 am

    Escribes tan mal…

    • Juanita Navarro Páez

      17 de diciembre del 2014 at 9:29 am

      Gracias por tu comentario, Karla (:

  2. Raul Montoya Anima Hiemis

    17 de diciembre del 2014 at 14:23 pm

    Me encanto. Fue como hablar con vos, simplemente un cagadero de risa para cada unode los comentarios y metaforas random que hacias referente a la cultura popular

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