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Kingsman: El servicio secreto – La reseña

Increíbles tiroteos, grandes cantidades de humor y referencias a otras películas de agentes secretos, así es la nueva película del director de Kick-Ass

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Matthew Vaughn es un director, guionista y productor que ya lleva tiempo en la industria del cine con grandes éxitos como Snatch, Stardust, Kick-Ass y X-Men: First Class, que lo han hecho un cineasta más que reconocido y querido por la audiencia gracias a su estilo personal. Ahora nuevamente vuelve a aparecer en el radar de muchos con su más reciente película, Kingsman, que ha demostrado cómo el género de los agentes secretos en el cine puede parodiarse a sí mismo y al mismo tiempo seguir siendo una producción bastante seria, incluso, con un subtexto que a pesar de evidente, puede pasar desapercibido.

Esta película está basada en el cómic The Secret Service de Mark Millar y Dave Gibbons, por supuesto, no es una adaptación literal y algunos hechos varían, aunque logra conservar su temática central así como a los personajes que fueron creados, tal como sucede con Kick-Ass. A grandes rasgos, Kingsman: El servicio secreto cuenta la historia de Harry Hart (Colin Firth) y Gary “Eggsy” Unwin (Taron Egerton), cuya relación comienza a evolucionar a partir de una serie de eventos desafortunados que unen a estos personajes.

Todo comienza en el pasado de Harry durante una misión cuando un miembro de su escuadrón muere al protegerlo dejando así a su esposa e hijo solos. Harry, quien se conmueve por el desafortunado evento, le deja un broche al pequeño niño para que lo contacte si en algún momento lo necesita sin importar la situación, lo cual no sucede sino hasta que el niño tiene 17 años y es más un vándalo que un joven ejemplar. Este chico es Eggsy y no es solo un «chico problema», sino que su vida es una desgracia con una madre adicta y un padrastro abusivo, dado esto, Harry, que está al tanto de la deprimente condición actual del joven, le propondrá una mejor vida para él y su madre, propuesta que evidentemente no rechazará.

La historia en sí es sencilla y globalmente nos cuenta cómo Harry y Eggsy buscan detener la aspiración de un villano excéntrico que en busca de un bien mayor, sanar el planeta Tierra del mal que lo aqueja, desea eliminar una gran porción de la población mundial salvo sus adinerados aliados, lo cual es muy conveniente para su posición como una figura pública ya que es dueño de su propia compañía de telecomunicaciones, por lo que su influencia global es total tanto en sus contactos, como en sus consumidores. Aunque Eggsy se puede catalogar como el protagonista de Kingsman, solo logra brillar hasta el final de la película ya que una gran porción del film se centra en desarrollar el conflicto central la historia que en su entrenamiento como un nuevo agente.

El argumento no tomará grandes riesgos en cuanto a lo que quiere contar, sin embargo, lo que hace realmente interesante esta película es el universo construido alrededor de lo que es ser un Kingsman, que parece una labor que solo pudo ser imaginada por Barney Stinson en How I Met Your Mother, ya que se trata de agentes de un servicio secreto londinense que ha estado oculto a vista de todos bajo la fachada de una sastrería del mismo nombre. Básicamente, su poder y dinero provienen de los ingresos a lo largo de la historia donde se han dedicado a entrenar legiones de espías cuya mejor arma es la decencia y su mejor armadura es un buen traje, pero no uno cualquiera, sino uno que puede resistir incluso impactos de balas de pequeño calibre.

Este servicio secreto, aparte de contar con un gran estilo, tiene gadgets que incluso el mismo James Bond envidiaría, tal como granadas del tamaño y forma de un encendedor, bolígrafos que pueden activar veneno a distancia y la siempre clásica daga oculta en la punta del zapato. Aunque en Kingsman no hay un vehículo con exuberante elegancia como podría pasar con el 007, la película encuentra espacio para hacer referencia al zapatófono del Súper Agente 86; curiosamente, a pesar de tener tanto contenido, Kingsman no sólo logra que la trama funcione sin mayor problema, sino que también es capaz de tener un espacio para hacer guiños a otros grandes personajes de este género, como Jason Bourne y Jack Bauer.

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Además del concepto de lo que es ser un Kingsman, la gran fortaleza de la película está en lo excéntricos que son todos sus personajes, ya que cada uno tendrá una característica en particular que lo hará identificable. No se puede omitir el hecho de que los nombres código de toda la agencia están basados en la literatura del Rey Arturo, tal como sucede con los personajes de The Order: 1886. Harry será Galahad, Chester (Michael Caine) será Arturo y Eggsy junto a una chica llamada Roxy (Sophie Cookson) serán los prospectos al papel para el nuevo Lancelot. Por supuesto, también hay cabida para Merlin (Mark Strong), que viene a cumplir un papel similar a Q en James Bond.

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Si todo este trasfondo es así de pintoresco no se pueden dejar atrás los personajes, obviamente, sobre estos recae darle utilidad a todos los elementos de la película. Por fortuna cada personaje es único incluso a pesar de estar basados en clichés demasiado marcados, tal como sucede con Harry y su extrema decencia británica, así como el “swag americano” de Richmond Valentine (Samuel L. Jackson), el villano de la película. A pesar de esto, los personajes y la misma trama abrazan lo ridículo (en el buen sentido de la palabra) de su esencia y no tiene miedo de llevar cada elemento más allá de lo posible, sea en los diálogos que vanaglorian la cultura inglesa y los modales, a las exageradas secuencias de acción que podrán sacarnos una carcajada y la vez dejarnos perplejos frente a una cantidad vulgar de cadáveres.

Cada secuencia de acción es única a su manera y hace gala de impresionantes coreografías más allá de un simple enfrentamiento cuerpo a cuerpo, por lo que en general llevarán cada una de estas escenas a un extremo en que no parece que pueda ser superada, solo para ver que de hecho, hay mejores cosas por ver en la misma película, especialmente si tiene de por medio a Harry y Gazelle (Sofia Boutella), una villana que en vez de piernas tiene un par de cuchillas que son capaces de partir a un hombre en dos.

Cada escena, incluso si no es un de combate, le inyecta dinamismo a lo que está por suceder en pantalla, es un película que a pesar de parecer simple, busca establecer una cadena de acción y reacción que va estableciendo el entorno para cada suceso en la cinta haciendo así que incluso dentro de su extravagancia se sienta apropiada y conecte los elementos de forma coherente, además de que logra hacer que nos preocupemos por los personajes que vemos en pantalla.

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Lastimosamente, el territorio latinoamericano ha sido despojado de una de las escenas más importantes de la película, la masacre en la iglesia, la cual no solo brilla por ser una de las mejores escenas de acción de la película (de la década según algunos críticos), sino que era importante para el desarrollo de la trama y los personajes que están involucrados en lo que sucede en ese momento. Aunque se intenta justificar que la esencia de la escena no ha sido alterada, esto es incorrecto ya que no solo corta lo que la audiencia puede considerar ofensivo, y de paso asume un absoluto sobre todos los asistentes, sino que deja los fragmentos menos «ofensivos» de una forma pobremente editada, lo que degrada la calidad de las secuencia.

Hay que entender Kingsman como una película que hace tributo a las viejas películas de agentes secretos, pero a la vez como una película que se mofa de los mismos clichés que componen este género, desde el villano excéntrico con un objetivo vagamente razonable (o descabellado), a los diálogos pretenciosamente intrincados y evidentes que buscan enaltecer al villano para que sea el punto de tensión entre los personajes y el público. Por supuesto no se puede evitar tampoco la chica sensual que espera ser rescatada y que al final recompensará a su «príncipe azul».

Está película, al igual que Kick-Ass, tomó elementos de entretenimiento “común” y los dotó de una personalidad diferente con el fin de brindar una experiencia fresca. No por ello hay que olvidar que de hecho el trasfondo de la película incluye un mensaje extremadamente patriótico y en cierta medida, reflexivo sobre la condición actual de la sociedad en general, no por nada el medio con el cual el villano buscó la destrucción total fue la telefonía celular.

Kingsman es una película recomendable para aquellos que buscan de una experiencia frenética con grandes cantidades de humor y constantes referencias a la cultura pop. Las actuaciones son uno de los apartados más memorables de la película, en especial las de Colin Firth y Samuel L. Jackson, que al menos en sus versiones en inglés mantienen la sobriedad de sus acentos y la seriedad de la situación. El doblaje latino no es tan terrible como ha sido criticado, pero sí es cierto que de tener la oportunidad es más envolvente escuchar las voces propias de los personajes y los términos con los que hablan, que por razones obvias en la traducción se sienten menos potentes. Es una lástima la pérdida de la escena de la iglesia, pero por fortuna hay otros medios donde pueden verla.

A propósito de la escena censurada, los invito a ver un video de Sir Laguna que por primera vez se lanza al mundo youtuber para hablar respecto a la censura en esta película y las razones detrás de esta decisión.

[Ya que estás acá: Kingsman: El Círculo Dorado – La reseña]

1 Comentario

1 Comentario

  1. Sir Laguna

    21 de marzo del 2015 at 9:48 am

    Hola David! muchas gracias por poner el link a mi video ^_^

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