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¿Por qué Overwatch es el juego del año?

Tres editores de GamerFocus dan sus razones por las que Blizzard se mereció el galardón en The Game Awards 2016.

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The Game Awards 2016 se llevó a cabo el pasado jueves 1ro de diciembre, en una ceremonia donde Blizzard fue condecorado como el estudio con la dirección más destacada por su trabajo en Overwatch, título igualmente premiado como el juego del año, mejor multijugador y mejor juego de eSports.

Pero entre tanta abundancia de títulos sobresalientes que nos deja este 2016, nos lleva a preguntarnos si realmente los carismáticos personajes y el colorido entorno de Overwatch le hacen merecedor de tal homenaje. Para ello, tres de nuestros editores y por supuesto asiduos jugadores de la última joya de Blizzard, se dispusieron a comentar por qué The Game Awards estuvo en lo cierto al escoger el first person shooter del momento como la obra cumbre del año.

Una que no está exenta de fallas, por supuesto, pero que cumple en su mayor parte.

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Alexander León

Una noticia que sorprendió a muchos y divide a algunos sectores de la fanaticada de los videojuegos es la elección de Overwatch como el juego del año para The Game Awards 2016. Claramente estos galardones tienen una orientación comercial masiva y otros juegos pudieron llevarse este reconocimiento (y lo harán en otras premiaciones seguramente), pero debemos resaltar aquellas cosas que hicieron al título de Blizzard el seleccionado para esta ceremonia.

En Overwatch hay varios elementos que funcionan bien y se potencian entre sí, de manera que han permitido mantener su vigencia en una época donde muchos juegos (sin importar la calidad) pasan rápidamente al olvido:

  1. El diseño visual es atractivo, relajado, pero a la vez vibrante, y sin excesivas cargas hiperrealistas. Cuando se presentó el tráiler de anuncio en Blizzcon 2014, muchos compararon el estilo con el de Pixar, algo que se mantuvo dentro del juego y en los cortos animados lanzados hasta el momento.
  2. El juego cumple con una premisa clave para Blizzard: ser fácil de aprender, pero difícil de dominar. No necesitas aprender una gran cantidad de habilidades ni afinar un montón de armas, por lo tanto, el público de entrada es amplio. Pero para ganar y ser realmente el mejor hay que trabajar en equipo y conocer las fortalezas y habilidades de los héroes. Algo que toma tiempo, práctica y diálogo.
  3. El manejo de soporte al juego ha sido fenomenal. El equipo de desarrollo liderado por Jeff Kaplan ha estado atento a las sugerencias, comentarios e incluso reclamos realizados por los jugadores. Han comunicado de manera permanente y notoria los cambios aplicados al “meta”. Y han diseñado complementos que agregan valor jugable a Overwatch, esto en forma de mapas, héroes y eventos como los realizados en las épocas de Juegos Olímpicos y Halloween. Todo de manera gratuita, sin pases de temporada.
  4. La forma en la que se ha transmitido el ‘lore’ del universo Overwatch y la comunicación entre estudio y fanáticos han sido tan buenas que se ha establecido un sentido de comunidad amplio y fuerte. Discusiones en foros, arte de fanáticos, videos, cosplay y demás han generado una gran cantidad de contenido que solidifica la marca. Blizzard lo sabe, por eso no restringe esto, sino que anima a hacerlo.
  5. Overwatch no será tan complejo como otros deportes electrónicos o eSports, pero ha sido manejado de la forma correcta para crear poco a poco una escena competitiva. Los últimos anuncios sobre la Overwatch League y el éxito que ha tenido en ligas como la ESL garantizan que estará presente en estas competiciones al menos por un par de años.

Por lo tanto, hay que decir que el premio otorgado a Overwatch en The Game Awards 2016 está dado por lo que significa actualmente la franquicia. No solo fue premiado por ser un juego de altísima calidad en su diseño y soporte, sino porque ha puesto a hablar positivamente a los jugadores durante meses, ha reunido una comunidad de manera activa como no se veía hace años en un título de sus características, y ha sido ejemplo de servicio a la comunidad, de construcción conjunta entre sectores que a veces parecen peleados: los jugadores, los desarrolladores y los jefes comerciales.

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David Infante

Que Overwatch haya ganado el galardón a mejor juego del año en The Game Awards 2016 fue una sorpresa. Desde entonces, fanáticos de sus contendientes han criticado esta decisión, mientras que otros, naturalmente, la celebran, y eso nos ha puesto a pensar si en verdad este título de Blizzard es merecedor de tal premio.

Sin quitar merito a los otros nominados, Overwatch es verdaderamente merecedor de este galardón y eso se debe a la riqueza del título en sus múltiples apartados.

Quizá el que más llama la atención y el más notable es su arte, el cual se aleja de toda estética realista implementada por los más recientes FPS en el mercado (con excepción de Battleborn). Los colores vibrantes y los diferentes tipos de formas en sus personajes hacen que sean reconocibles y familiares, conceptos que también se trasladan al diseño de niveles variados alrededor del mundo.

Ahora bien, también se le ha criticado a Overwatch la ausencia de un modo historia, sin embargo, la falta de esta no indica que no haya una mitología (o ‘lore’, si prefieren). Blizzard creó un universo completo alrededor de esta franquicia y este título es apenas una de las formas con las cuales se puede explorar esta vasta creación.

Los detalles en los diálogos, los personajes, los mapas, nos van dando idea de quiénes son y su rol dentro del universo, eso sin contar que el material complementario como los cortos animados, cómics y videos adicionales rellenan los vacíos que desconocemos y abren puertas a más historias.

Es reprochable que todo este contenido no esté en el juego, pero lo que muchos olvidan es que Overwatch es una franquicia transmedia y, por ende, debe seguir expandiéndose a través de otros medios, valga la redundancia.

Pero quizá uno de los mayores méritos de Blizzard son sus planes a futuro con el juego y la forma en que éste va evolucionando con el tiempo. No solo porque cada vez llegan más personajes y mapas, sino porque los modos de juego cambian, los eventos especiales siguen y se hacen ajustes con frecuencia gracias a la colaboración de la misma comunidad. Sin duda, Blizzard es de esas compañías que destaca por su estrecha relación con sus consumidores.

Y bueno, como olvidar el hecho que, a su forma, Overwatch se destaca sobre otros FPS (aunque en este caso tuvo que competir contra dos títulos que brindaron un aire fresco al género como DOOM y Titanfall 2), en el sentido que no es un juego donde lo más importante es acumular bajas, sino en el que prima el trabajo en equipo.

Eso sin olvidar que, a pesar su accesibilidad en términos de controles y jugabilidad, es un título bastante difícil de dominar por la profundidad de sus personajes, incluso en los más básicos que ofrece.

Este galardón seguramente se otorgó pensando en el conjunto de todos estos aspectos de juego, y como tal lo merece, aunque no deja de ser extraño. Más por la reinvención de DOOM y Titanfall 2, el cierre maduro de Uncharted 4: A Thief’s End (así como su logro técnico) y el golpe crítico social (y emocional) de Inside.

Personalmente, no me molesta la premiación de Overwatch como ‘Juego del Año’ -más con todo el tiempo que le invierto por noche a la semana-, pero me habría agradado ver a DOOM o Uncharted 4: A Thief’s End ganarse este galardón.

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Martín Rodriguez

Algunas personas quedaron insatisfechas con el resultado del GOTY de este año. Esto no es sorpresa, pues como consumidores de videojuegos estamos acostumbrados a que los juegos galardonados como mejores del año sean experiencias más “ordinarias” y Overwatch rompe en algo con este molde.

Overwatch —dirían algunos— es un juego incompleto, pues carece de campaña o modo historia, lo que es la «carne» de muchos juegos. En términos prácticos, el juego de Blizzard es un multijugador con dos modos de juego principales (sin contar el Arcade) y unos 15 mapas. Visto de esta forma, parece que Overwatch es solo una pequeña parte de lo que podría ser un juego completo, pues docenas de FPS tienen un componente multijugador igual o más robusto. Además, con el precedente que teníamos con el primer Titanfall, era impensable que un juego del género (FPS) descuidara su campaña. Pero es justo aquí donde está la genialidad de Overwatch.

Más allá de la jugabilidad (que es excelente, con un desarrollo saludable del meta-juego cada que introducen nuevos cambios), lo que causó tanto impacto de Overwatch fue la manera como Blizzard construyó ese universo y sus personajes. En vez de explicarnos dentro del juego quién es quién, qué hace y demás, Blizzard optó por desarrollar su universo convirtiendo Overwatch en todo un producto transmedia, haciendo uso de excelentes cortos animados y cómics —cosa que normalmente se hace después de establecer el juego, no antes o durante—.

Blizzard nos involucró en la construcción de sus personajes al hacerlos lo suficientemente distintivos como para diferenciarlos unos de otros, pero también lo suficientemente vacíos o ambiguos para que cada quien pueda imprimir algo de sí en los héroes que le gustan. De cada héroe o heroína sabemos apenas detalles de sus personalidades o historias: están todas por ser construidas, y es aquí donde entramos nosotros a interceder y apropiarnos de ellos. No por nada la cantidad de fan-art de Overwatch está por las nubes, con todo tipo de historias entrelazadas de los personajes y relaciones creadas para satisfacer nuestra propia curiosidad (¿Soldier 76 como ‘padre’ gruñón?). Lo mismo con su misteriosa “Guerra Ómnica” y el desmantelamiento de Overwatch en la posguerra, un misterio abierto.

El juego, claro, no es perfecto —porque ningún juego puede serlo—. La comunidad en línea es igual de tóxica que la que se vive en otros multijugadores y, ciertamente, aunque el juego tenga una diversidad de personajes extraordinaria, podríamos decir que la mayoría de sus modelos femeninos son muy similares (salvo Mei y Zarya). Sin embargo, Overwatch logró en contenido periférico lo que muchos juegos necesitan desarrollar durante toda una campaña: construir una narrativa y unos personajes convincentes (y lo hizo con ayuda de los fans). Sumemos esto a una sólida jugabilidad y tenemos un excelente candidato y ganador para el mejor juego del 2016.

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