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Un primer año de leyenda para Nintendo Switch

La novena generación de Nintendo trajo consigo una máquina y un juego imparables.

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El 3 de marzo de 2017 terminaron meses y meses de rumores de la para entonces nueva consola casera de Nintendo. Wii U apenas llevaba cuatro años y tres meses en el mercado, pero el sistema fue tempranamente desahuciado a favor del proyecto en código de nombre NX, finalmente conocido como Nintendo Switch. Pero el anuncio de este atractivo sistema híbrido había sido revelado tan solo meses atrás, por lo que el margen de expectativa generado en el público fue uno muy pequeño. Pero altamente efectivo.

Nintendo Switch fue lanzado con la simple promesa de mantener la experiencia casera de los videojuegos igualmente en formato portable para llevar. Podría confundirse con una tablet mini si no fuese por un par de controles que podían acoplarse y retirarse a voluntad para formar un solo mando, o hasta dos pero un poco más básicos. También se le podía confundir con una consola portátil, pero lo cierto es que heredaba el legado de un moribundo Wii U, más no el de un todavía reinante 3DS en dicho ámbito.

Su estandarte de batalla durante la ventana de lanzamiento no podía ser otro sino el juego que durante varios años estuvo en desarrollo para Wii U, The Legend of Zelda: Breath of the Wild, pero que a la par con dicha consola recibiría una versión para Switch, emulando una estrategia aplicada en 2006 cuando la consola Wii llegó al mercado con Twilight Princess, unas semanas antes de la versión original ‘sin espejo’ para GameCube.

No eran muchos los que reflejaban optimismo hacia Nintendo tras unos años de incertidumbre y paso de tortuga en las ventas del hardware de sobremesa. Pero las primeras cifras de Switch y sus posteriores meses, donde prácticamente desapareció de cuanta tienda americana lo distribuyó, dejaron claro que el buen viento estaba de nuevo a favor del barco de la Gran N en su océano azul (basados en la estrategia económica de apostar a mercados no saturados con productos innovadores, contrario al océano rojo de Sony y Microsoft).

En el reporte fiscal del tercer trimestre de 2017 para el 31 de diciembre, Nintendo reportó haber vendido 14.86 millones de unidades a nivel mundial, con 7.2 de esos millones tan solo en dicho trimestre, oficialmente excediendo las ventas totales de Wii U y sus 13.6 millones de unidades.

Gran parte de la culpa estaba no solo sobre los hombros de Breath of the Wild, juego del año en The Game Awards 2017 y D.I.C.E. 2018, que venía acompañando aproximadamente a cada nuevo propietario de Switch desde su disponibilidad en marzo; sino también gracias a Super Mario Odyssey, el inconfundible rey de los títulos plataformas que no parece conocer límites en cuando a sus alcances jugables y creativos.

Nintendo Switch es un sistema que opta por el minimalismo, pasando por su menú principal hasta la falta de aplicaciones, navegador de internet y juegos clásicos de la Consola Virtual. A veces pone a pensar si se trata de una estrategia consciente de Nintendo para enfocarse en su amplia oferta de juegos originales, indies y adaptaciones de otras plataformas/Wii U, o si simplemente es pecado de omisión. Se diferencia lo suficiente de su predecesor en estilo e interfaz de usuario, incluso como para no relajarlo con música amena durante su estadía en la eShop, identidad propia de 3DS y Wii U.

Es una máquina exclusiva de videojuegos, y en el fondo está bien que solo de eso se trate Nintendo Switch. Porque al fin y al cabo vivimos en una época donde el acceso a otras aplicaciones y video por streaming está al alcance de la mano. Por su parte, el futuro es más didáctico de lo que esperábamos debido a la propuesta de Nintendo Labo y sus juguetes armables de cartón; puede sonar muy simple ‘en el papel’, pero definitivamente interesante como porvenir. Eso de llegar a convencer a los más pequeños que el cartón hay que cuidarlo y tratarlo con cariño.

Solo es un primer año para Switch y The Legend of Zelda: Breath of the Wild, pero aún con todos los logros alcanzados falta mucho camino por recorrer. Técnicamente, la consola todavía espera su primer juego de Zelda innato, uno originalmente desarrollado para ella, así como una plataforma en línea más estable potenciada por una suscripción largamente aplazada. El reto de superarse a sí mismo para Nintendo nunca había tenido recientemente una bandera tan alta, exceptuando la era Wii, claro.

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