La desafortunada partida del autor Akira Toriyama dejó una gigantesca franquicia como su principal legado, que aún acumula millonarias ventas entre ‘manga’, ‘anime’, películas y mercancía. Desde 1984, la serialización de Dragon Ball es altamente lucrativa y sus videojuegos no se quedan atrás. El «noveañero» Dragon Ball Z: Dokkan Battle superó los 5 mil millones de yenes en ganancias y la película Dragon Ball Super: Super Hero generó una taquilla global por 13 mil millones de yenes. Además, en Arabia Saudita planean construir el primer parque temático del universo Dragon Ball.
La fiebre por Dragon Ball parece no querer bajar y continúa su ascenso como Shen Long. El problema yace en quién tomará las llaves del reino que manejará el destino de Dragon Ball en ausencia de Toriyama.
Por una parte, está el incidente en mayo del 2023 relacionado con Akio Iyoku. El antiguo director de la división Dragon Ball en Shueisha se retiró con varios subordinados y estableció su propia compañía independiente: Capsule Corporation Tokyo. Su objetivo, aparte de tomar el nombre de la empresa de la familia de Bulma, es dirigir actividades creativas y derechos de propiedad intelectual.
Un Dragon Ball, dos caminos

De acuerdo con un informante de Shueisha, Mr. Iyoku decidió unilateralmente y sin consultar a sus superiores, hacer la película/adaptación de Sand Land. Siempre se enfocó en servir al autor [Toriyama], para bien o para mal. Además de críticas por parte de las productoras sobre su actitud condescendiente, la falta de progreso en otras colaboraciones como el metaverso e IA, llevó a su reasignación a otro departamento.
Esto fue lo que incentivó su renuncia en Shueisha y la fundación de su compañía independiente. Toriyama también estuvo molesto con Shueisha por la reasignación de Iyoku, pues era en quien más confiaba. Los derechos de Dragon Ball corrieron el riesgo de perderse de las manos de Shueisha. Así que el secretario Marue Horiuchi fue directamente hasta la residencia de Toriyama, pero no pudo persuadirlo.
Bandai Namco quedó en una difícil posición, pues Dokkan Battle hacía –y hace– una fortuna. Pero los derechos del ‘manga’ estaban con Shueisha e Iyoku, vocero de Toriyama, ahora era independiente. No sabían a quién consultar sobre el material original.

Las reuniones sobre Dragon Ball se organizaban de forma poco frecuente. Todos los involucrados eran invitados, incluidos Iyoku y representantes de Shueisha, con las respectivas incomodidades y estrés extremo. Tristemente, el fallecimiento de Toriyama se dio en medio de estas disputas sobre los derechos de Dragon Ball. Por lo tanto, las discusiones continúan sin el autor y siguen sin resolver.
Algunos ejecutivos buscan una solución que involucre a la familia de Toriyama, pero esto depende de cómo ellos se sientan de querer participar. El futuro de Goku y la familia Z es legalmente nebuloso, pero por lo pronto su próximo ‘anime’ no se detiene.