Rocky, la primera película en la que Sylvester Stallone interpretó al popular boxeador de Filadelfia, ganó tres Premios Óscar en 1977, incluyendo el galardón a mejor película. Nueve años después, Rocky IV ganaría cinco premios ‘razzie’: peor actor, peor director, peor actriz de reparto, peor nueva actriz y peor musicalización.
A pesar de la mala recepción de la crítica, Rocky IV se convirtió en una de las películas deportivas más taquilleras de todos los tiempos y en un fenómeno que terminó de convertir a Rocky Balboa en un ícono de la cultura popular junto al ‘villano’ Iván Drago, interpretado por Dolph Lundgren. También es la base sobre la que se creó la más reciente entrega de esta franquicia.
Tras el éxito comercial y crítico de Creed, la película que revivió el mundo de Rocky con Adonis —el hijo de Apollo Creed— como protagonista, todos nos preguntamos qué camino seguiría esta serie. Los conocedores de las viejas películas dijeron —medio en broma, medio en serio— que Adonis debía enfrentar al hijo de Iván Drago, el hombre que mató a su padre en Rocky IV. Efectivamente, esa resultó ser la trama de Creed II, la cual se estrenó en Colombia el pasado 24 de enero.
Han pasado tres años desde los eventos de la anterior película y nuestro protagonista se ha convertido en el campeón mundial de peso pesado. Ha alcanzado la misma gloria que su padre y ahora se encuentra listo para comenzar una familia. Pero esto llama la atención de Viktor Drago. El hijo de Iván es un boxeador novato, pero muy fuerte que busca aprovechar la historia que vincula a sus padres para retarlo.
Este planteamiento, sumado a la ausencia del director Ryan Coogler (Black Panther), causó preocupación. Las películas de Rocky perdieron mucha calidad a medida que aumentaban en número y nadie quería lo mismo para Creed. Afortunadamente, el guión de Sylvester Stallone y la dirección de Steven Caple Jr. lograron tomar esta idea y manejarla bien, aunque es verdad que fallaron en otros aspectos.
Sin la guerra fría de trasfondo, Creed II abandona los temas de ‘capitalismo vs. comunismo’ de Rocky IV. Ni siquiera recurre a la trama de venganza que aparenta seguir inicialmente. Esta película prefiere hablar de las expectativas que las personas crean para sí mismas, la presión de la sociedad y hasta de la masculinidad tóxica.
A pesar de sus victorias, Adonis no para de sentir el peso del legado de su padre sobre sus hombros. Cuando recibe el reto de Drago, habla de ‘vengar a su padre’, pero no podemos olvidar que él nunca conoció a su padre, un hombre que le abandonó por ser víctima de una infidelidad. Se deja llevar por ‘lo que espera la sociedad de él’ sin ponerse a pensar las razones de ello. Eso lo arrastra poco a poco hacia uno de los momentos más difíciles de su vida.
A pesar de una aproximación tan interesante a estos temas, no cabe duda que Creed II tiene un gran problema: rápidamente se vuelve predecible. Una vez revela sus cartas, sabemos que Adonis va a enfrentar una gran dificultad, va a alejar a sus seres queridos, va a tener una epifanía, una reconciliación, un montaje de entrenamiento y una oportunidad de redención. Esto lo sabemos porque hay al menos otras tres películas de Rocky —y cientos de filmes deportivos— que siguen esta estructura.
Eso sí, el carisma y talento actoral de Michael B. Jordan es suficiente para llevarnos a través de este planteamiento tan familiar sin aburrirnos. Este chico es sin duda uno de los mejores actores de la actual generación y no podemos esperar a verlo en más filmes. Exactamente lo mismo se puede decir sobre Tessa Thompson, que brilla con luz propia sin sufrir el triste destino de otros personajes en esta clase de historias, donde quedan relegados a ser simple apoyo moral del protagonista. Stallone hace un trabajo tan bueno como en la anterior película, aunque su arco argumental se siente algo forzado y abandona algunos de los elementos más dramáticos de Creed.
La verdadera sorpresa es Dolph Lundgren. En Rocky IV no era más que un villano unidimensional que se volvió icónico gracias a su imponente presencia y al bagaje cultural de la época. Aquí es un hombre roto a causa de una sociedad que lo marcó como un fracaso y que no quiere el mismo destino para Viktor, pero que está cometiendo los mismos errores del pasado. El arco de esta relación padre-hijo no es tan detallado, pero es una de las mejores partes de esta película.
Otro elemento en que Creed II es inferior a su predecesora es en las escenas de boxeo. Aunque estas son excelentes, llenas de momentos dramáticos y con golpes que ‘se sienten’ incluso desde nuestras sillas, carecen de la energía que les dió la cámara de Coogler en el anterior filme. La trama tan predecible también les resta un poco de impacto y emoción.
Creed II es una excelente obra que los fanáticos de Rocky, Michael B. Jordan, las películas deportivas o el boxeo no se pueden perder. No podemos ignorar algunos de sus aspectos negativos: no tiene la misma fuerza que la primera Creed, su desarrollo es terriblemente familiar y no tiene la valentía de abandonar algunos de los peores clichés del género (probablemente para no enojar una audiencia acostumbrada a verlos). A pesar de todo esto, tiene grandiosas actuaciones y personajes muy carismáticos a los que queremos ver superando los retos que les pone la vida.
Sin embargo, la pregunta persiste. ¿Qué depara el futuro para esta saga? ¿Caerá en los mismos errores que Rocky? ¿Forjará su propio camino? Solo el tiempo lo dirá.
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