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Cine y TV

Kate (Netflix) – Reseña

Jane Wick. Jessie Statham. Lilly Neeson.

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En 1950 se estrenó D.O.A. un interesante ‘film noir’ estadounidense en el que un hombre envenenado debe aprovechar el poco tiempo que le queda de vida para cobrar venganza. Si han jugado Deus Ex: Mankind Divided, tal vez estén familiarizados con esta obra.

En 2006 vimos Crank, una divertida e intensa película de acción en la que el protagonista interpretado por Jason Statham es envenenado y debe aprovechar el poco tiempo que le queda de vida para cobrar venganza.

En 2021 tenemos una película que se pregunta, ¿y si Jason Statham fuera una mujer? Lo curioso es que no nos referimos a Kate, la nueva película de Netflix sobre la que hablaremos en esta reseña, sino de Jolt. En ese filme, la protagonista interpretada por Kate Beckinsale debe cobrar venganza antes que falle el chaleco que mantiene controlada una grave enfermedad mental.

Lo que queremos decir es que Kate no es una película muy original que digamos. Su otro elemento principal, en el que una asesina se encariña con una menor a la que termina ayudando, se ha visto cientos de veces desde El perfecto asesino hasta Gunpowder Milkshake. 

¿Vale la pena ver esta película a pesar de contar con elementos tan familiares para los cinéfilos? Vamos a descubrirlo.

Kate (Mary Elizabeth Winstead) es una asesina profesional que opera en Japón bajo las órdenes de su protector y padre adoptivo, Varrick (Woody Harrelson). Cuando su trabajo la obliga a matar a un hombre en frente de su hija, decide que es hora de renunciar y comenzar a vivir la vida que quiere, pero en su último trabajo recibe una dosis mortal de radiación. Con menos de 24 horas de vida, emprende la búsqueda del hombre que la envenenó para vengarse antes de morir.

La principal razón para gastar 100 minutos de nuestra vida viendo Kate en Netflix tiene nombre propio: Mary Elizabeth Winstead. El talento actoral de esta mujer es bien conocido, pero últimamente nos está deslumbrando también con su faceta de heroína de acción. Estuvo increíble en Aves de Presa (lean nuestra reseña) y tampoco decepciona aquí. Las escenas de pelea y tiroteos tienen una gran intensidad y niveles sorprendentemente altos de sangre y violencia.

Lo mejor es que estas escenas están acompañadas de escenarios muy vistosos y estilizados. Tenemos un restaurante en el que todo es en blanco y negro, un callejón comercial bañado en luz de neón y un elegante penthouse. Kate aprovecha todos los elementos de la ambientación para que sus peleas resulten originales y entretenidas.

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Esta es una obra que entra por los ojos gracias a un saturado trabajo de fotografía, una cámara llena de energía y una banda sonora con J-Pop que hace que toda la película suene como la introducción de un ‘anime’. Esta es una visión de Tokio que parece creer que toda la ciudad luce como el famoso cruce de Shibuya. Vemos ‘anime’ —específicamente Tokyo Ghoul— proyectado al lado de un edificio y hay colores por doquier. Hay momentos en los que podemos sentir que estamos viendo una película ‘cyberpunk’ en lugar de un ‘thriller’ de acción.

Esto no es necesariamente bueno ni malo, pero es un indicador de una interpretación completamente errónea de la estética y cultura japonesa. Por ejemplo, los villanos son yakuza que hablan de honor e incluso tienen un duelo con katana. Resulta un poquito vergonzoso y solo podemos imaginar que este filme será recibido con risas y ofensas por parte del público nipón.

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Kate y su joven compañera, interpretada por la novata Miku Martineau, son poco más que arquetipos. Las actrices tratan de dotar a sus personajes de algo de carisma, pero no siempre lo logran. Su trasfondo está lleno de clichés y no se sienten como personas reales. Es peor en el caso de los personajes secundarios, que saltan directo a los peores estereotipos. Este filme  ignora voluntariamente los últimos 20 años de evolución del género. Parece querer presentar ideas que hemos visto en películas de Liam Neeson y Keanu Reeves como si fueran nuevas. Para destacar tenemos la corta aparición del cantante Miyavi, que se luce con un rol exagerado y muy divertido que parece sacado de un juego de la saga Yakuza.

Kate es una muy buena manera de pasar una tarde de pereza viendo una película en Netflix, pero la verdad es que no hay mucho más que decir sobre ella. Su principal problema es que se toma demasiado en serio su trama como para justificar sus elementos más estilizados. No es un mundo como el de Kill Bill, en el que una pandilla de “88 locos” enmascarados portando espadas encaja bien. Trata de meter a la fuerza elementos como ese en un filme con un tono similar al de Búsqueda implacable (Taken), todo mientras trata de lucir como John Wick.

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Si quieren ver una película entretenida y muy ‘trash’ en la que una heroína de acción occidental se enfrenta a la mafia yakuza, no es una mala opción, pero también pueden ignorar Kate, cerrar Netflix, abrir Amazon Prime y dar una mirada a la excelente Everly, en la que Salma Hayek debe sobrevivir a una aventura claramente inspirada por las obras de Takashi Miike.

Kate (Netflix)
3.1/5 Nota
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