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La espía que me amó, reminiscencia de Snake y Bond

De cómo Metal Gear Solid 3 alteró el significado del propio James Bond.

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Imagen por amirulhafiz

De cómo Metal Gear Solid 3 alteró el significado del propio James Bond.

*Favor reproducir los videos para un mejor contexto.

No es un secreto, ni siquiera un subtexto del propio juego, que Metal Gear Solid 3: Snake Eater es uno de los más emblemáticos y obvios homenajes al personaje popular de Ian Fleming, a aquella fría época donde brillaban las historias de espionaje y donde la traición era el pan diario.

Tampoco es un argumento exclusivo al juego con la historia cronológicamente más antigua de la saga, pues desde el primer Metal Gear Solid se vislumbraban aspectos propios de las películas de James Bond. Único en su tiempo con la forma en que narraba la trama y hacía partícipe al jugador, en medio de todo era un argumento relativamente simple. Es el lore lo que complica al resto de la franquicia.

Por su parte, Snake Eater brinda elementos que bien pueden encontrarse en la mayoría de cintas de acción de la época inspiradas en Bond. En plena guerra fría, el soldado con más testosterona del siglo debe detener a un malvado coronel capaz de destruir el mundo con el arma definitiva, teniendo que enfrentar a su propia maestra en el proceso. Hay un comandante en jefe británico, una femme fatale, un doble agente (entre varios), un poderoso y sobrenatural villano, y una banda sonora absolutamente increíble en todo aspecto.

En la superficie, Naked Snake es todo lo que Bond es, un poco más indomable, pero lo es. Inteligente, militarmente capaz, rústico pero encantador y agradable, sin problema con las mujeres; Jack tiene mucho de James.

“Apuesto que si te beso, sabrás a una bestia salvaje”, señala Eva acertadamente en una parte del juego.

Pero a pesar de su estado salvaje y natural, Snake se diferencia a sí mismo de otros protagonistas de acción en su sensibilidad y el profundo deseo de confiar en las personas. Si Snake Eater fuese una película en el estricto sentido, las únicas víctimas del soldado legendario serían el Coronel Volgin, The Boss, y algunas muertes indirectas de una persecución enemiga hacia el final del juego.

Es un hombre plenamente capaz de asesinar, pero no intenta saciar su licencia para matar como el propio Bond. No vayamos lejos de la industria de los videojuegos y tan solo miremos otro de esos populares personajes modernos, como Nathan Drake. Nate es un tipo bueno en las escenas narrativas que no involucran jugabilidad, pero el resto del tiempo se dedica a asesinar indiscriminadamente a cientos de personas porque es lo que Uncharted demanda para sobrevivir. Algo que también podríamos decir de la encantadora Lara Croft en su reboot.

Metal Gear Solid 3 nunca muestra a Snake asesinando a alguien en las escenas no jugables, e incluso los jefes de la Unidad Cobra mueren de una explosiva autodestrucción. El juego refuerza la idea, no tienes que matar a nadie, otorgando satisfactorias recompensas a los más disciplinados.

Es un hombre plenamente capaz de asesinar, pero no intenta saciar su licencia para matar como el propio Bond

En cuanto a sexualidad, es un tema que tanto Bond como Snake comparten pero de formas muy diferentes, por un lado directa, por el otro en cierta forma paródica. Eva ocupa el papel de espía femme fatale, audaz, autosuficiente y sexi. En su primer encuentro con Snake intenta seducirlo de inmediato, algo que desencadenaría una inevitable relación sexual en cualquier película de Bond.

Lo interesante del asunto es que en una película de Bond, él sería el agresor sexual, por ponerlo de alguna manera, mientras que en Snake Eater es Eva quien seduce a la serpiente. Sí, una clara y contradictoria referencia bíblica. Snake encuentra muy atractiva a Eva y su mirada (o la nuestra en primera persona) lo delata, pero al final no asume la situación como lo haría James. Es un soldado enfocado en su misión y que no confía en una mujer increíblemente sexi que se desviste frente a él.

De hecho, se emociona más cuando la misma Eva le entrega una pistola semiautomática calibre .45, la M1911A1 modificada. En el fondo es como muchos de nosotros con nuestros hobbies.

Otra escena particularmente graciosa y con insinuaciones sexuales ocurre en las montañas, donde en una cueva y junto al calor de una fogata, Eva ayuda a Snake a librarse de un rastreador implantado. Pero no es sino hasta el final del juego y tras una dolorosa despedida que Snake y Eva consuman su extraña relación en un encuentro sexual, al calor de una chimenea.

Entonces ella lo traiciona, o simplemente le revela toda la verdad. Toda su aventura con Snake solo fue el medio para un fin, uno que por cierto creyó erróneamente haber cumplido hasta que fue demasiado tarde. Jack quería confiar, de verdad puso de su parte y lo hizo, pero el resultado fue decepcionante, como seguiría ocurriendo con el legado de sus genes.

Si algo así le ocurre a Bond, de alguna manera igualmente termina con la chica tras demostrar su dominancia psicológica o en combate. Con algunas específicas excepciones, pocas mujeres han roto el corazón de Bond. Pero Snake es abandonado a su suerte, dejado en una posición de absoluta debilidad.

No es la primera vez que lo vemos indefenso, pero si la ocasión más relevante. Emocional y físicamente, a lo largo de Snake Eater es destrozado por The Boss, brutalmente torturado por Volgin, disparado accidentalmente por Ocelot. Pero es al final Eva quien le causa mayor daño. Snake es un tremendo luchador, pero a diferencia de Bond, no es la persona con el mayor corazón de piedra. Y la otra persona indiscutiblemente más tremenda que él, es su mentora.

The Boss fue representada desde su concepción como el personaje más fuerte de Metal Gear Solid 3, incluso de toda la franquicia, a quien hasta el hombre de rayos y llamas temía. Es especialmente curioso descubrirlo en la escena de tortura donde el futuro Big Boss pierde su ojo derecho.

Durante todo el juego y en contra de su voluntad, Snake intenta combatirla pero una y otra vez fracasa miserablemente, de formas algo humillantes. Toda esta serie de eventos solo son hilos conductores para un final en el que debe apretar el gatillo contra ella si desea tener éxito en su misión. Una labor completamente manipulada por las altas esferas, pero necesaria.

Como jugador eres forzado a ejecutar la acción, es lo que demanda el juego si quieres continuar con el final, es la ilusión que yace en el poder de la elección.

Y entonces te sientes tan impotente y débil como el propio Snake, un privilegio que con Bond francamente sería imposible alcanzar.

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