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Animal Crossing: entre presión social y copias de carbón

No todo el mundo tiene que amar a Raymond.

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En los días de GameCube ni por un minuto nos imaginamos que aquella nueva y extraña IP de Nintendo, catalogada como un ‘simulador de vida’, sería tan descomunalmente exitosa como lo es hoy en día gracias a Animal Crossing: New Horizons para Nintendo Switch. Catalogada en un principio como una minimizada y algo «infantilizada» versión de Los Sims para consolas Nintendo, la verdad nos golpeó en la cara una vez vimos a miles de adultos obsesionados con este cíclico y particularmente adictivo título.

Estamos muy lejos de comienzos de los dos mil, cuando la naciente propiedad solo era un nicho en la industria, incluso entre los exclusivos de Nintendo. Su llegada a consolas portátiles como DS y 3DS cimentó un camino y sembró semillas que hoy cosecha su versión híbrida para Switch. Pero como con todo producto que alcanza el clímax de su popularidad, esto hace que se genere una divergencia de usuarios, entre antiguos y nuevos, viajeros y antiviajeros del tiempo, entre materialistas y minimalistas.

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Es fácil diferenciar cualquiera de estos tipos de usuarios, y la verdad es que no tenemos derecho de decirte cómo jugar tu juego, pues al fin y al cabo es tu juego, por el cual pagaste (eso esperamos) o alguien más lo hizo por ti a modo de regalo. No existe una plantilla que defina cuál es la forma ideal de jugar Animal Crossing, pero si hay ciertos puntos a tener en cuenta para disfrutarlo de la manera correcta, o por lo menos de la forma en que sus desarrolladores pensaron que fuera lo apropiado.

Puede que el libre albedrío en nuestra realidad sea una mera ilusión, pero eso no quiere decir que no tengamos una verdadera opción de decidir nuestro destino en New Horizons. Por más que los días y semanas que pasan parecieran ser dedicados solo a trabajar indirectamente para Tom Nook, no hay por qué hacer todo al pie de la letra como la comunidad esperaría.

El juego en línea y las redes sociales han permitido una forma fácil de conocer e incluso visitar los pueblos –o islas– de otros jugadores, con ello generando los temores e incertidumbres que arrastramos de nuestro mundo real. «¿Y si no le gusta mi isla?» «Que pena no tener decoraciones más bonitas» «Cómo desearía unos vecinos como los suyos» «¿Cuánto es lo correcto para dar de propina?» «Yo ni siquiera tengo calles», son solo unos ejemplos de los irrisorios pensamientos que se pueden cruzar por la cabeza de un jugador de Animal Crossing que activamente participe en el multijugador, local u online.

El coleccionismo no es obligatorio

Qué locura es esa de llevar las ansiedades reales y el FOMO a un simulador de vida con animales antropomórficos. Lamentablemente es algo incentivado por las redes sociales que tanto usamos en nuestros computadores y teléfonos inteligentes. La buena noticia es que: ¡No necesitas reunir todos los peces! ¡Capturar todos los insectos no te hará mejor vecino! Sí, el museo puede verse mucho más bonito, en especial el de New Horizons, pero ser filántropo –no sinónimo de millonario– es mucho más valioso en el mundo real.

Tampoco el juego te castiga si algún día las ocupaciones no te dejaron tocar la consola, ya habrá tiempo para ese pez o insecto de temporada. No siempre la respuesta es viajes ilegales en el tiempo, veremos eso más adelante.

Si existe una especie de agenda enciclopédica donde se registran los insectos y peces es principalmente para llevar las cuentas claras con las donaciones al museo, evitando así donar especímenes repetidos a Blathers. Sobre el catálogo de accesorios y productos, es solo eso, no se trata de Pokémon.

¿Coleccionar? Que sean nabos.

Transformar sin terraformar

Las herramientas de terraformación o diseño de isla no se desbloquean sino hasta semanas después de comenzar el juego, exactamente posterior a cierto concierto de un personaje famoso invitado. Esto quiere decir que pasará un buen tiempo en el que la isla poco a poco irá cogiendo forma de pueblo, con casas, tiendas, ayuntamiento y museo, pero sus calles seguirán siendo del clásico pasto.

Aún con la posibilidad de terraformar, eliminar o añadir terreno, crear cascadas e inclinaciones, es posible darle desde mucho antes un toque diferente a tu isla gracias a los diseños de patrones propios en la aplicación del Nookphone, que pueden ser puestos en el suelo (exterior o de interiores) y las paredes interiores (como cuadros o papel de colgadura).

Ya dijimos que esto no era como Pokémon a la hora de coleccionar, pero no dijimos que eso sí puede aplicar al diseño de la isla. Solo basta jugar con las posibilidades de lo que se te ocurra en tu creativa mente.

Aún sin Resetti, el viaje en el tiempo es controversial

Es cierto que un resignado Resetti abandonó su puesto de «supervisor del tiempo» para dedicarse a rescatar a los necesitados en New Horizons, dejando atrás los sermones que buscaban amilanar o aburrir a quienes decidieran alterar el reloj de la consola, para viajar en el tiempo y no prescindir de la realidad.

Un juego diseñado con la intención de ser jugado en tiempo real rompe toda inmersión cuando el viaje en el tiempo se toma de una manera tan deportiva y no hay castigo leve alguno o sermón de Resetti que reduzca el incentivo. En medio de todo se trata de esas elecciones realmente libres en Animal Crossing que solo dependen de la voluntad del jugador.

No estamos diciendo que es necesario cumplir con la rutina de recoger frutas, excavar fósiles, sembrar un saco de monedas en un hoyo brillante, golpear la roca millonaria del día o vender conchas. Acciones ordinarias y desestresantes de la mayoría de juegos en la saga. Puedes hacerlas todas, alguna o ninguna, según la necesidad monetaria.

Pero por favor, vive un día a la vez.

Es normal ver a estas alturas islas con vecindarios de impresionantes terraformaciones, colecciones de decoraciones completas y muchos otros elementos que no serían posibles sin viajar en el tiempo. No necesitas esa frustración en tu isla si has vivido tan tranquilo y a tu ritmo durante todas las semanas.

Viajar en el tiempo irónicamente requiere mucho tiempo real para estar cambiando la fecha de la consola y haciendo las actividades planeadas, y ni por eso Nintendo te pagará un centavo como si estuvieses teletrabajando para Nook. ¿Para qué la molestia? Todo tiene su tiempo y hora, además, el grato placer de ver cómo ha crecido tu isla con el progreso natural es más satisfactorio, eso seguro.

No existe vecindad perfecta (que lo diga El Chavo)

Según Nintendo, existen 393 animales diferentes con sus propias personalidades (entre ocho clases) en Animal Crossing: New Horizons, varios de ellos parte de una misma especie. Sin embargo, en una isla por consola solo se puede convivir con 10 de ellos como vecinos, sin contar a Timmy/Tommy, las hermanas Able, Blathers, etc.

Aún así existen subastas y ventas por internet de vecinos populares (hola Raymond) que todo el mundo quiere, a cambio de miles de bayas/bells y creando de esta manera islas que no son sino copias de carbón sociales.

No seas de esos, en serio.

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