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The Legend of Zelda y Pokémon: recuerdos de aniversario

Con los 35 y 25 años de cada franquicia, repasamos lo que significa haber crecido con Zelda y Pokémon hasta los gigantes que son hoy.

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Viviendo la leyenda

Por David Infante

La primera consola que toqué en mi vida fue un Nintendo 64. Para ese entonces, solo tenía cuatro juegos de los cuales tres se convirtieron en mis favoritos, International Super Star Soccer 64, Cruis’n World y The Legend of Zelda: Ocarina of Time. Si, quizá este título es algo sobrevalorado teniendo en cuenta otros de la franquicia (me gusta mucho más Twilight Princess y The Wind Waker), sin embargo, no puedo dejar de pensar en el primer juego de la saga que conocí y los recuerdos que me genera.

Recuerdo particularmente que por un tiempo no podía pasar más allá de Ghoma, el primer jefe, porque desde mi perspectiva como niño con no más de 10 años era imposible de vencer. Luego de un tiempo pude superarlo, pero la misma sensación llegó cuando me enfrenté a Phantom Ganon y Volvagia, los jefes del templo del bosque y del fuego respectivamente.

Hoy, reconociendo que Ocarina of Time es uno de los juegos más fáciles, casi que tengo un mapa trazado de lo que se debe hacer en cada lugar y con cada jefe, pero haciéndolo me es inevitable acordarme de los cientos de horas que invertí tratando de superar la carrera de Epona, el contrarreloj para obtener la Biggoron’s Sword y superar la primera fase de la pelea de Ganondorf. Para esta última incluso llegué a soñar con la posible forma en la que debía enfrentarme. Así de obsesionado.

Quizá es algo cliché, pero de verdad Ocarina of Time tiene un espacio dedicado en mi corazón por ser la puerta a esta maravillosa franquicia y por brindarme mi primera épica aventura.

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Por Mateo Riveros

Mi primera introducción a la saga fue cuando tenía 6 años, específicamente cuando un amigo me invitó por primera vez a su casa a jugar Nintendo 64. Aunque principalmente jugábamos Super Mario 64 y GoldenEye, mi amigo no tardó en introducirme a The Legend of Zelda: Ocarina of Time. Si bien el juego contaba con excelentes gráficos y algunas mecánicas innovadoras para la época, el título nunca logró atraparme como otras exclusivas de la consola de Nintendo.

Tan solo unos meses después, los padres de mi amigo le regalaron el último título de la franquicia. The Legend of Zelda: Majora’s Mask era un juego mucho más oscuro y la introducción del mismo bastó para dejarlo claro. Si bien añadieron nuevas mecánicas y perfeccionaron algunas de las que debutaron en el anterior título, era la ambientación terrorífica y la premisa del juego lo que me atrajo al mismo. Quizás fue la sensación de sentirme amenazado por algo que a primera vista no suponía, valga la redundancia, una amenaza, lo que me permitió disfrutar el título mucho más que The Legend of Zelda: Ocarina of Time. Por desgracia, no fue sino hasta varios años después que tuve la oportunidad de terminar la aventura.

Incluso teniendo en cuenta lo mucho que adoro The Legend of Zelda: Majora’s Mask, no puedo considerarme un gran fan de la saga, ya que tan solo he poseído legítimamente un juego de la saga, siendo este The Legend of Zelda: Twillight Princess. No obstante, tal pecado (como lo definirían los fans ‘hardcore’ de la saga) no me impide ver por qué The Legend of Zelda es una de las mayores franquicias del mundo de los videojuegos.

Por Óscar Niño

Admito que durante la popular era del N64, todos querían jugar Majora’s Mask. En esa época yo muy poco sabía de videojuegos, pero si estaba interesado en el tema. Compraba las revistas Club Nintendo (aún conservo algunas) y conocía más detalles de aquel héroe de Hyrule.

A pesar de que mi primer juego fue Majora’s Mask y toda mi vida quedé marcado por la popular frase “You’ve met a terrible fate, haven’t you?”, pienso que mi mayor alegría fue gracias a The Legend of Zelda: The Wind Waker.

Por alguna razón siempre he tenido un gusto por artes diferentes en los videojuegos, ese fue el primer indicador de mi gusto por el juego. Ver a ese Link medio cabezón y muy ojón me encantaba, igual que Tetra junto a sus secuaces. En la época del GameCube no había nada más bello que recorrer los mares con tranquilidad, sensación que solo repetí con los paisajes norteamericanos y mexicanos de Red Dead Redemption.

Por encima de Ocarina of Time, A Link to the Past, Majora’s Mask y otras grandes joyas de la franquicia, para mí The Wind Waker ha sido una de las mejores historias de TLoZ. La única vez que sentí un cambio similar a lo que vi en WW fue el Skyloft de Skyward Sword (que lamentablemente lo tengo, pero no lo he terminado). Actualmente el ‘remake’ HD es mi gran motivación para comprar un Wii U, será una inversión a futuro, o bueno, eventualmente en Switch si vuelve a ser lanzado.

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Por Cesar Nuñez

Revistas Club Nintendo, mi vida como infante videojugador estaba ligada a ellas como la Master Sword a Link. Fue en una de esas en 1991 cuando conocí el nombre The Legend of Zelda, y como buen niño creí que Zelda se llamaba el protagonista. En esa época mis familiares se empeñaron en regalarnos a mis hermanos y a mi versiones clónicas de consolas como el Famicom o NES (por acá llamadas Family y Creation), y en aquellas nunca encontré un Zelda incorporado. Ahora entiendo que era por limitaciones técnicas.

Un par de años después ocupé el tercer puesto en un concurso de dibujo organizado por Nintendo en conjunto con el periódico El Espectador. Gané un NES Challenge Set que venía en bundle con Super Mario Bros 3. Tiempo después conocería en dicha consola el primer The Legend of Zelda y… me perdí mucho, creo no haber pasado del tercer calabozo, así que lo dejé. No era muy afín a leer guías. El impacto siguiente con la saga no sería sino hasta 1998 con el salto al 3D de Ocarina of Time en N64, que pude jugar bien solo hasta dos años después, pero cuyo viaje en el tiempo me pareció increíble, el lapso de día/noche y la musicalización en general. En Majora’s Mask no veía por encima nada diferente a OoT, por supuesto estaba MUY equivocado y eso me negó darle la oportunidad.

Pero entonces llegó The Wind Waker, fue extraño al comienzo e hice parte de la horda de críticos por un leve momento, pero solo había visto fotos en revistas. Cuando pude probarlo y sentir por primera vez libertad total en un inmenso océano abierto (con ciertas limitantes naturales), navegar en pleno ocaso y visitar 64 islas con secretos y tesoros, me convencí del gusto por la leyenda de Zelda y aquella entrega favorita. The Minish Cap haría lo mismo en mí con la línea 2D y Skyward Sword en la 3D, vaya par de joyas.

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