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The Legend of Zelda y Pokémon: recuerdos de aniversario

Con los 35 y 25 años de cada franquicia, repasamos lo que significa haber crecido con Zelda y Pokémon hasta los gigantes que son hoy.

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Mejor que nadie más

Por David Infante

Hace mucho tiempo se me ofreció la oportunidad de escoger entre un Game Boy Color ‘Atomic Purple’ y un PSone. En mi total ignorancia y a pesar de los gritos de desesperación de otros niños, escogí lo que sería mi primera consola portátil en la vida, y la verdad, no me arrepiento para nada.

Si, al principio no tenía NADA que jugar, pero es que yo tenía un precedente. Había jugado Pokémon Red en emulador para PC. Mi sueño, para ese entonces, era jugar Pokémon Yellow y lo hice. Igualmente, con un cartucho prestado, volví a ponerme en los zapatos de Red en Pokémon Red sin remordimiento. Pero a estas alturas, lo que más recuerdo es a mi combinación favorita en cualquier juego de la franquicia.

Typhlosion, Tyranitar, Lugia, Suicune, Pidgeot y Sneasel fueron los Pokémon con los que terminé Pokémon Silver, mi juego favorito en toda la saga. ¿Por qué? Bueno, fue el primer título en que llevé a dos de mis personajes de equipo a Nivel 100 (los primeros dos que mencioné). Segundo, me encanta la segunda generación de Pokémon tanto por el diseño de criaturas, como por lo que representa la historia en cuanto a mitología.

Tercero, Suicune. Debo confesar que Entei y Raikou se escaparon de mis manos, pero Suicune, recuerdo que lo capturé en lo que quizá fue la batalla más intensa del juego. Mi mayor proeza fue obtenerlo sin necesidad de usar la Master Ball, así que podrán imaginarse todo lo que tuve que hacer para tenerlo en mi equipo. Sí, eso también incluye haber reseteado la sesión más de una vez.

Lo único que lamento de Pokémon, es no haber seguido con la franquicia desde la salida de Pokémon Black/White.

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Por Mateo Riveros

Si hay algo de lo que me arrepiento en lo que se refiere a gustos en videojuegos, es que no me gustaban los RPGs por turnos cuando era pequeño. Me parecía un género tan lento y aburrido que ni me dispuse a darle una oportunidad, a pesar de que sabía del éxito de franquicias como Final Fantasy y, por supuesto, Pokémon. Sin embargo, no fue mediante los juegos que conocí la saga, sino por medio de la serie.

Así es, como la mayoría de chicos y chicas de los noventa, Ash “Salsa de Tomate” se encargó de mostrarme el mundo de los Pokémon. Por supuesto, soy uno de los muchos que dejó de ver la serie después de Johto, debido a la frustración que me causaba el protagonista por su inhabilidad para ganar un torneo. Al parecer, después de más de una década, eso no ha cambiado.

A pesar de lo anterior, no puedo negar que disfruté mucho Pokémon durante esas primeras temporadas, pero no fueron suficientes para incentivarme a jugar los títulos. Incluso cuando un amigo tenía Pokémon Stadium, prefería verlo que jugarlo. No fue hasta muchos años después, gracias a Megaman X: Command Mission, que supe apreciar los RPGs por turnos. No obstante, ya sea por falta de ganas o de tiempo, todavía no he jugado ningún título de la saga.

¿Quién sabe? Una vez me desocupe (o me aten a una silla), valdría la pena darle una oportunidad a la famosa franquicia. Al fin y al cabo, algo tiene que haber hecho bien si ha llegado a las dos décadas.

Por Óscar Niño

¡LUGIA POR ENCIMA DE TODOS LOS LEGENDARIOS!

Ahora que ya empecé demostrando mi gusto por Lugia, puedo revelar que mi juego favorito siempre se lo han peleado Pokémon Gold (GBC) y Pokémon Emerald (GBA). Mi primer acercamiento con la franquicia fue la popular serie y aún en esta época mi parte favorita sigue siendo la liga Johto, por ende, arranqué con Pokémon Gold.

En esa época no tuve Game Boy, entonces tuve que aprovechar de vez en cuando que mi primo compraba pilas y me lo prestaba. Recuerdo que le invertí unas 100 horas al juego y llevé a mi Feraligatr a nivel 80. Luego llegó Hoenn con Pokémon Ruby/Sapphire/Emerald y tuve la oportunidad de comprar un Game Boy Advance para disfrutarlo en su máxima expresión. Pasé por más de 200 horas tratando de llenar el PokéDex, lamentablemente no pude, pero sí recuerdo haber iniciado el juego un par de veces para probar los iniciales.

Actualmente admito que no me emocionan tanto como antes, pero innegablemente durante toda mi niñez si disfruté enormemente jugar Pokémon. Ahora estoy buscando una copia de SoulSilver para DS con la esperanza de comenzar de nuevo toda la campaña de Johto y seguir presionando “A” como un loco, para ver si de pronto Lugia no se me vuela en la pokébola #50 y me provoca ponerme a llorar.

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Por Cesar Nuñez

Un noticiero en 1996 hablaba sobre un polémico ataque de epilepsia en Japón, debido al efecto de luces en un capítulo de la serie animada Pokémon, algo que afectó a personas fotosensibles y en especial niños. Fue la primera vez que escuché la palabra y vi a aquel roedor eléctrico amarillo. Dos años después en el colegio un amigo llevó el hermoso Game Boy Color ‘verde lima’ con un cartucho de Pokémon Yellow, al tiempo que la famosa serie animada llegaba al país. El juego estaba basado específicamente en la serie, y el flechazo fue inmediato.

No solo era el Pikachu detrás del jugador, sino cada uno de los 151 Pokémon basados en animales e insectos reales, de una primera generación simplemente perfecta, quizás por aquello de la novedad. Como no tenía Game Boy pero si muchas ganas de jugarlo inventé una solución: hice mi propio juego de rol de Pokémon en papel. De un afiche original (que venía en el CD ‘soundtrack’) recorté todos los Pokémon, dibujé fondos de batalla y mapas, le apliqué reglas de juego con dados y ‘voilá’, estaba jugando Pokémon. No como Nintendo querría, precisamente.

Un par de años después descubrí el intrigante universo de los emuladores antes de acabarse el siglo pasado y me desquité con Yellow, incluso jugando Gold y Silver en japonés porque no estaba localizado aún. No contento con eso, cuando el Game Boy Color por fin llegó a mis manos repasé varias veces Red y Blue, hasta con cartuchos en español que para entonces eran rarezas. Una campaña la pasé solo con Squirtle en lo que para entonces no se llamaba «nuzlocke». Devoré cuanto juego de Pokémon lanzaron en N64 y Game Boy Color, incluyendo ‘spin-offs’. Con la salida de Crystal pude completar la segunda generación y descubrir por qué es la mejor de toda la franquicia. Dos regiones, 16 gimnasios, cantidad justa de criaturas, reloj en tiempo real; es perfecto, así como sus remakes con PokéWalker incluido.

Tras terminar Ruby le perdí el rastro a la serie de juegos, de la animada ni hablar porque lo bueno fue hasta Johto, como decimos todos. Con el lanzamiento de HeartGold/SoulSilver para DS sentí un obligatorio llamado de volver, y eso significó actualizarme con Platinum (no muy interesante al probarlo después de SoulSilver), seguir con Black (elegante “reboot”), Black 2 (¿dónde está Gray?) y un decepcionante X. En 3DS no me quedaron ganas de probar Alpha Sapphire u Omega Ruby.

Me gusta lo retro, por eso escribo artículos relacionados y le guardo tanto cariño a las ediciones clásicas de Pokémon, sin embargo creo que esa chispa inicial es algo muy difícil de emular por otras franquicias. El lado bueno moderno (por allá en 2012), es que DS nos dejó un ‘spin-off’ espectacular en el extraño ‘crossover’ de Koei Tecmo conocido como Pokémon Conquest, con personajes adultos de la era Oda Nobunaga en el Japón feudal.

Touché.

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