Desde que Assassin’s Creed dejó por primera vez las calles de Medio Oriente para visitar un lugar diferente del mundo en cada entrega, los fanáticos han estado deseando que los lleve al Japón feudal. Tiene mucho sentido, pues los miembros de la Hermandad de Asesinos son prácticamente ninjas. Finalmente —18 años después de que encarnamos a Altair— vamos a la tierra del sol naciente en Assassin’s Creed Shadows y aunque hay muchos fanáticos emocionados por ello, otros creen que es demasiado tarde y no podrá salvar a una de las franquicias más populares de Ubisoft, una que ha caído en la comodidad de la repetición.
Yo sabía muy bien qué esperar de este juego. Iba a ser una aventura masiva en el Japón del siglo XVI —durante las guerras de unificación del Período Sengoku— que iba a combinar la jugabilidad de sigilo que caracterizó la saga en su comienzo con los elementos de RPG y el enfoque en los combate de entregas más recientes. Aunque la mezcla es exitosa, sigue cometiendo muchos de los mismos pecados de sus antecesores junto a algunos nuevos.
Igual que los anteriores juegos de la saga, Assassin’s Creed Shadows impacta con su representación de los escenarios y momentos históricos que muestra. Sus paisajes del Japón feudal están basados en lugares y datos reales, bellamente recreados y acompañados de información académica de muy buena fuente. Podemos visitar el gran Castillo de Azuchi, los campos devastados por la guerra en Harima y el imponente lago Biwa. También conoceremos personalidades tan importantes como el shogun Ashikaga Yoshiaki, el misionero portugués Luis Fróis, el legendario ninja Hattori Hanzo y al mismo Oda Nobunaga.
Este es un sueño hecho realidad para los ‘gamers’ amantes de la historia de Japón, aunque obviamente cambia muchos detalles de la historia real para acomodar los elementos y personajes originales del juego. Al contrario, los amantes del ‘lore’ de Assassin’s Creed pueden quedar un poco decepcionados con la forma en que se maneja la trama. Su tema principal es lo difícil que es apegarse a los principios y creencias en medio de los horrores de la guerra, pero lo trata de una manera muy dispersa. El enfoque absoluto se encuentra en la historia de venganza de Naoe contra la organización secreta Shinbakufu responsable de la muerte de su padre y todo lo relacionado con la guerra de asesinos contra templarios y la civilización Isu pasa no a segundo, sino a tercer plano. Pasaron más de 30 horas de juego antes de que la Hermandad de Asesinos fuera mencionada por primera vez y es solo en las últimas horas del juego que volvemos a tocar el ‘lore’ de la saga.
Aunque la historia no es mala, sí puede resultar genérica y poco sorprendente. La trama de venganza de Naoe funciona solo gracias a la forma en que se vincula con los personajes y eventos históricos y a que los personajes se logran ganar nuestro cariño. Ni la ninja ni el enorme Yasuke son especialmente profundos, pero tienen mucha personalidad y carisma. La forma en que la amistad entre los dos evoluciona es enternecedora y hay algunas relaciones de ellos con otros personajes que resultan sumamente interesantes. Pero para alcanzar este punto hay que haber jugado muchas horas. Por ejemplo, aunque jugamos con Yasuke al comienzo del juego por unos 15 minutos, pasan alrededor de 15 horas antes de que lo encontremos nuevamente y se una a la aventura.




¿15 horas para poder jugar con el deuteragonista? ¿30 horas para encontrar a la Hermandad? Así es. Assassin’s Creed Shadows se toma demasiado tiempo desarrollando su historia y revelando su jugabilidad. Es un juego enorme que va a poner a prueba la paciencia de muchos jugadores. A pesar de la variedad de sus escenarios y la versatilidad de sus mecánicas de juego, puede sentirse demasiado repetitivo. El desarrollo de su historia tiene un ritmo atroz y muchas de las actividades que nos distraen de los objetivos principales se sienten como relleno.
No solo tenemos que buscar a los miembros del Shinbakufu para asesinarlos. Cada dos pasos que damos surge otra organización malvada con media docena de miembros que debemos buscar, completar terribles minijuegos de ritmo con katas, conseguir objetos para decorar la guarida de los protagonistas y el mapa nos tienta con una atalaya o un símbolo de interrogación que nos desvía varios minutos de nuestro objetivo. Incluso si nos apegamos a las misiones principales, este no es un juego que respete el tiempo de sus jugadores. Hacer todo lo que ofrece puede tomarnos alrededor de 100 horas y aunque algunos se sienten atraídos hacia esta clase de juegos masivos, otros lo sentimos como una tarea imposible. Otra actividad que “devora” nuestro tiempo mientras jugamos es simplemente recorrer el mapa de un punto de interés a otro. Aunque disfruté de estos viajes a caballo por lo meditativos que resultan y la belleza de los paisajes que iba visitando, son el mejor ejemplo de lo “vacío” que está el mapa a pesar de los numerosos puntos que lo marcan.
Hasta quienes aprecien que un juego les pueda durar el resto del año tienen que aceptar que mucho de lo que lo hace tan largo no es más que relleno. Hace menos de dos años que jugué Assassin’s Creed Mirage y aunque ese juego también tiene sus propios defectos, es notable lo mucho que mejora la experiencia gracias a una historia más directa y un mapa más compacto.

Pero estoy siendo muy negativo y quiero dejar algo claro: me gustó Assassin’s Creed Shadows. Los problemas que he mencionado no me impidieron disfrutar de la experiencia general y juego y gran parte de ello se debe a sus principales elementos de jugabilidad: el sigilo y los combates.
Infiltrarse en los territorios enemigos como Naoe sigue siendo tan emocionante como siempre. Una vez hemos desbloqueado las principales herramientas de ‘shinobi’, estos escenarios se convierten en interesantes puzles que resolvemos encontrando los momentos adecuados para escondernos, asesinar, huir, y usar herramientas. Estos lugares siempre están llenos de recursos útiles que nos tientan a arriesgarnos para obtenerlos y deshacernos de los líderes de los campamentos siempre nos recompensa con buen equipo. Si nos descubren, pelear también es una opción y por primera vez en la saga puedo decir que me divertí mucho combatiendo. Naoe es frágil —puede ser derrotada por un par de golpes— y los controles pueden ser algo imprecisos a veces, pero podemos crear combinaciones de armas, equipo y aptitudes que nos convierten en verdaderos cañones de cristal.
Inicialmente me sentí decepcionado porque el equipo tenía características tan aburridas como “+3% de acumulación de veneno” o “+2% de daño”. Pero eventualmente conseguimos botines con características que tienen gran sinergia entre ellas y que hacen que el combate sea más divertido. Por ejemplo, cree un ‘build’ de Yasuke que me permite bloquear ataques imbloqueables, aturdir a los enemigos cercanos tras bloquear y dañar a los enemigos si los bloqueo. Gracias a eso terminé combates muy difíciles sin siquiera presionar el botón de ataque.




Ya que mencioné al samurái negro, él es todo lo contrario de Naoe. Tratar de ser sigilosos al controlarlo es una tarea fútil, pero es un verdadero tanque en batalla capaz de contener a una decena de enemigos él solo. La combinación de ataques cuerpo a cuerpo, a distancia, uso de herramientas, aptitudes, invocación de aliados y contraataques hizo que me divirtiera tanto irrumpiendo en medio de los enemigos como trazando una ruta de escondites para que no me vieran. Eventualmente encontramos enemigos molestos que son verdaderas esponjas de daño, pero ni ellos me arruinaron el momento.
Otras de las nuevas mecánicas de Assassin’s Creed Shadows no resultan tan útiles ni interesantes como las introducidas al combate. El sistema de exploradores —que nos permite marcar áreas del mapa para saber si nuestro objetivo está allí— es una buena idea pésimamente implementada y los cambios de estación no tienen tanto impacto en la jugabilidad como deberían, aunque hacen que los escenarios se vean más variados y bellos. En cuanto a bugs, glitches y problemas de rendimiento, no encontré muchos. En una ocasión vi un guardia atascado y en otra fue lanzado por los aires, pero no es tan grave como en otros lanzamientos de Ubisoft. En modo rendimiento, el juego corría a 60 fps fluidos en casi todas las zonas. La única que estaba «atada» a los 30 fps era la Guarida.
La opción de comenzar romances con ciertos personajes es muy bienvenida y se presta para historias cortas y adorables, pero no aporta nada a la trama ni a la jugabilidad. Aplaudimos la diversidad que ofrece —Naoe puede enamorarse tanto de personajes masculinos como femeninos y Yasuke tiene además un personaje de género no binario entre sus opciones— pero resulta tan irrelevante que estos personajes no vuelven a ser mencionados después de consumar la relación.

Debo recalcar algo que dije más arriba y es que a pesar de sus múltiples defectos, disfruté mucho Assassin’s Creed Shadows. Es más de lo mismo y no hace nada especial ni revolucionario, pero hace muy bien las cosas importantes. El combate y el sigilo son muy sólidos, los protagonistas son agradables y el mundo es bellísimo. Para mi, eso fue más que suficiente.

Reseña hecha con una copia digital de Assassin’s Creed Shadows para PS5 provista por Ubisoft. Este juego también está disponible para Xbox Series X|S y para PC.