Es imposible no sentirse atraído por Bayonetta. La impactante protagonista del juego del mismo nombre es una mujer increíblemente atractiva, con una personalidad atrevida y suficientemente poderosa como para destruir de un solo golpe a un dios. Cuando llegó al mundo de los videojuegos en 2009, nos sorprendió no solo con su impactante apariencia, sino con un juego supremamente divertido y lleno de estilo que fue capaz de compararse e incluso superar a los títulos de la franquicia Devil May Cry que lo inspiraron.
Ahora estamos a la espera de información sobre Bayonetta 3 y disfrutando del relanzamiento del primer juego para PlayStation 4 y Xbox One. Eso hace de este un buen momento para detenernos a analizar a fondo este genial personaje.
Las brujas no existen, pero de que las hay, las hay
Es fácil identificar los juegos del género al que llamamos ‘character action’ gracias a sus vistosos combos y acción exagerada. Es por eso que sus protagonistas suelen ser seres superpoderosos capaces de hazañas increíbles. Entre ellos se encuentran dioses literales como Kratos, de God of War; hombres mitad demonio como Dante, de Devil May Cry; y humanos mejorados cibernéticamente como Raiden, de Metal Gear Rising: Revengeance. A la hora de crear un personaje femenino para un juego así, el director Hideki Kamiya decidió basarse en una figura habitualmente relacionada con el sexo femenino: la bruja.
Como bruja, Bayonetta tiene una amplia variedad de poderes que incluyen superfuerza, transformarse en animales, invocar demonios e incluso detener el tiempo. A pesar de manejar una idea ‘algo diferente’ de lo que es una bruja, hay razones históricas y mitológicas importantes detrás de esta elección. Aunque si le preguntamos a Kamiya, probablemente diga simplemente que “las brujas le parecen sexis”.
En Europa, durante la edad media, las mujeres eran acusadas de brujería por actividades a las que se habían dedicado históricamente, como la herbolaria, y como castigo por no acceder a los caprichos de los hombres. A lo largo de la historia, muchas mujeres murieron en la hoguera, la horca y los aparatos de tortura de la inquisición a causa de acusaciones falsas de aquellos a quienes rechazaron románticamente y de los moralistas enojados porque les parecían demasiado ‘seductoras’ o ‘sospechosamente inteligentes’. En algunos casos acusaron a mujeres simplemente por llevar el cabello demasiado largo. Este último detalle se trasladó bien a Bayonetta, pues su pelo es el medio que usa para invocar demonios.
Estas supuestas brujas no la pasaron bien. Son figuras trágicas.
Sin embargo, desde el siglo XX se ha tratado de reivindicar la imagen de la bruja. Las culturas wiccanas modernas le han dado un giro positivo y de poder femenino a las ideas paganas que antes eran perseguidas por la religión. Bayonetta hace algo similar. Le da a las brujas el poder de deidades, subvirtiendo los horrores que estas mujeres sufrieron en el pasado.
Bayonetta y el miedo a la mujer
El poder de Bayonetta toma las ideas sobre las brujas y conceptos femeninos para llevarlos al máximo nivel. Sus invocaciones son bailes muy sugerentes. Hay magia en su joyería, lápiz labial y cabello largo. Sus tacones son literalmente armas. Al combatir, deja imágenes de rosas, corazones y mariposas. Todas las actitudes del personaje son seductoras. Aunque estos elementos no son de uso exclusivo de las mujeres, sí son asociados con la feminidad.
Bayonetta es hiperfemenina. Tiene un atractivo sexual ‘exagerado’, con piernas muy largas y tonificadas, glúteos grandes muy bien formados y un busto prominente. Actúa de un modo coqueto, incluso con sus enemigos, y no para de hacer insinuaciones sexuales.
Aunque hay muchas lecturas negativas de este aspecto de Bayonetta, también se puede interpretar como una reclamación positiva de estos elementos. La iconografía y ‘actitudes’ femeninas han sido injustamente subestimadas y objeto de burlas en la cultura popular. Por su parte, las mujeres normativamente atractivas también se ven a menudo menospreciadas y consideradas simplemente una cara bonita o un placer estético para el consumo masculino. Eso sin contar los constantes y desagradables casos de acoso sexual.
Bayonetta puede ser una respuesta a todo eso. La expresión de su cuerpo y sexualidad es intimidante, expresada para disfrute propio y no de los demás. Su feminidad le da poder y no permite que nada ni nadie permanezca indiferente ante ello. Es la máxima expresión del ‘girl power’ y la liberación sexual.
Entiendo que esto puede parecer una mala excusa para ‘justificar la sexualización de un personaje’. Hay razones para pensar así. Pero este personaje no solo fue creado por un hombre. También cuenta con una creadora: la diseñadora Mari Shimazaki. No se puede negar la visión femenina que hay detrás de esto.
Hay que hablar más a fondo de este tema, incluyendo los aspectos negativos de esta representación. Eso lo dejaremos para la parte 2 de este ‘A Fondo’.
Bayonetta como figura materna
Bayonetta también representa otro tema que tiene una fuerte relación cultural con lo femenino: la maternidad. Aunque no es necesariamente cierto en la realidad, la figura de ‘mujer liberada sexualmente’ con la que solemos asociar a Bayonetta no encaja con la idea de una madre. Insisto: es solo una asociación cultural, no una realidad. Por eso resulta curioso que en los dos juegos que protagoniza termina sirviendo de figura materna.
En el primer juego conocemos a Cereza, una pequeña niña abandonada sospechosamente parecida a la protagonista. Aunque Bayonetta trata de deshacerse de ella y explica en repetidas ocasiones que le desagradan los niños, no se atreve a dejarla sin protección y se arriesga para que no le pase nada. Incluso la vemos consolándola, dándole palabras de ánimo y consejos. Aunque suele hablarle con su descaro característico, algunas de sus conversaciones son honestas y emocionales. En respuesta, Cereza comienza a admirarla, imitarla —algo que tiene mucho sentido, dado el giro en la trama— y no demora en llamarla ‘mamá’.
Algo similar pasa en Bayonetta 2. Allí, la protagonista conoce a Loki, un joven con poderes extraños a quien también se encarga de proteger. Su relación es diferente a la de Cereza, pues Loki es un adolescente que tiene el atrevimiento de responderle y trata de ponerse a su misma altura, lo cual fuerza a Bayonetta a ser una ‘madre’ mucho más estricta.
En la cultura popular, un niño en la vida de una ‘soltera empedernida’ como Bayonetta suele servir como recurso para que el personaje ‘madure’ y se de cuenta de ‘las maravillas que se está perdiendo por no comenzar una familia’. Afortunadamente, los juegos de Bayonetta no usan esa temática que algunos pueden considerar retrógrada. En cambio, sirve para dar profundidad a la personalidad de la protagonista y revelarnos que sus acciones no tienen como único objetivo su propio beneficio. Ella es capaz de encariñarse con los demás y protegerlos.
No sabemos si en el futuro Bayonetta decidirá convertirse en madre. Si lo hace, ya sabemos —gracias a sus relaciones con Loki y Cereza— que probablemente será una buena mamá.
Flock off!
Todavía nos queda mucho de qué hablar sobre nuestra bruja favorita y sus juegos. Tenemos que explicar su mitología y analizar si las acusaciones de sexismo que se hacen contra la saga tienen alguna base. Todo eso tendrá que esperar a la segunda parte de este análisis a fondo.