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Crash Bandicoot: N. Sane Trilogy – Reseña

El marsupial naranja está de vuelta en una antología que busca explotar la nostalgia de los más viejos y atraer un nuevo público.

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Si la década de los noventa pudiera ser definida por un género de videojuegos, ese definitivamente sería el de plataformas. El éxito de esta clase de títulos fue el que llevó a que personajes como Mario y Sonic se convirtieran en las mascotas más conocidas de la industria durante de ese periodo. Por supuesto, en el caso específico de los personajes mencionados, la competencia entre Nintendo y SEGA también contribuyó a su apogeo. No obstante, con tan solo tres años y unos cuantos juegos a su nombre, Naughty Dog creó una mascota y, en consecuencia, una franquicia capaz de rivalizar a las de empresas más veteranas. Producto del excelente trabajo por parte del equipo liderado por Andy Gavin y Jason Rubin, Crash Bandicoot (1996) para PlayStation marcó un antes y un después en la historia de la compañía.

Aunque palidecía frente a Super Mario 64 (1996) en materia de escala, el primer juego del marsupial naranja fue un éxito comercial y crítico. Todos los medios especializados de ese entonces evidenciaban sus fortalezas: impresionante apartado visual, controles simples, ingenioso diseño de niveles, etc. Por supuesto, esto se tradujo en el desarrollo de una secuela que perfeccionó el juego original en todo aspecto. Como era de esperarse, Cortex Strikes Back (1997) vendió aún más que su predecesor y fue bañado en críticas positivas que nuevamente justificaron el desarrollo de una secuela. Puede que Crash Bandicoot: Warped (1998) no fuera tan revolucionario como la segunda entrega de la serie, pero eso no significa que Naughty Dog no implementara nuevas mecánicas dirigidas a diversificar la experiencia de juego.

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Además de convertir a Crash en la mascota ‘no oficial’ de la primera PlayStation y un icono del mundo de los videojuegos, esta trilogía fue la responsable de poner a Naughty Dog en el mapa y facilitar el desarrollo de series como Jak & Daxter y Uncharted. Por supuesto, el prestigio de los primeros títulos permitió que la franquicia de Crash Bandicoot sobreviviera por más de una década, incluso tras pasar por las manos de múltiples desarrolladoras y distribuidoras. Sin embargo, a pesar de que los posteriores títulos del marsupial naranja mantuvieron un buen estándar de calidad, este no volvió a tocar el cielo como lo hizo en la segunda mitad de los noventa.

Desde Crash Nitro Kart 2 (2010), la creación de Naughty Dog no volvió a aparecer en otro juego por seis años. Ya fuera por las constantes peticiones de los fanáticos o por la incómoda ausencia de Crash, en E3 2016 Shawn Layden —CEO de Sony Computer Interactive of America— anunció que una remasterización de los primeros tres juegos de Crash Bandicoot estaba en desarrollo. Aunque los rumores de una antología de la trilogía original databan de principios del 2016, su inevitable regreso fue reiterado por su implementación en Skylanders Imaginators (2016). Habría que esperar hasta finales de año para ver Crash Bandicoot: N. Sane Trilogy en acción.

Ya que la trilogía remasterizada finalmente está disponible para los usuarios de PlayStation 4, la presente reseña tratará de apelar a los fanáticos de la vieja escuela y aquellos que —ya sea por edad u otra circunstancia— no pudieron jugar los títulos originales. Cabe aclarar que Crash Bandicoot: N. Sane Trilogy no implementa mecánicas nuevas a los juegos que contiene. Es evidente que Vicarious Visions —desarrolladora de la antología— trató de replicar de la forma más fiel la jugabilidad de cada título de la trilogía original para no alienar a los fanáticos. Las únicas modificaciones notables han sido en materia de presentación visual y sonora. Dadas estas circunstancias, la presente reseña va dirigida principalmente a aquellos que no tuvieron la oportunidad de disfrutar de las aventuras de Crash en su momento. Al fin y al cabo, los conocedores de la franquicia ya deberían saber lo que van a recibir con esta antología. Con eso claro y sin más preámbulos, iniciamos con la remasterización del juego que consecuentemente comenzó todo.

A pesar de que palidecía frente a la última entrega del plomero ‘italo-nipo-americano’ en 1996, Crash Bandicoot entregó todo lo que debía tener un juego de plataformas en ese entonces y mucho más. Tal como se mencionó, N. Sane Trilogy no incluye modificación alguna en lo que respecta a mecánicas. Esto significa que Crash en la remasterización del primer título solo cuenta con la habilidad de moverse, girar y saltar. Aunque limitados, estos controles  —aplicados en variados niveles con una adecuada elevación de dificultad— siguen siendo funcionales después de dos décadas. No obstante, exigen precisión por parte del jugador… quizás demasiada. Esto último es causado por el peso innato del protagonista, el cual es evidente sobre todo al saltar.

Además del objetivo principal de superar los niveles, cada uno de estos contiene dos tipos de coleccionables para aquellos interesados en completar el juego al 100%. Mientras que el romper todas las cajas de un nivel recompensará a los jugadores con una gema, el completarlo por primera vez permitirá acceder a un modo contrarreloj para conseguir una reliquia. Estos dos coleccionables son un buen incentivo para la rejugabilidad y exigen conocer bien los niveles de principio a fin.

Si bien la remasterización de Crash Bandicoot no está rota en materia de jugabilidad, ésta puede resultar un tanto anticuada y tosca para los jugadores más jóvenes o aquellos que hayan disfrutado extensamente de juegos de plataformas más contemporáneos como Ratchet & Clank. Esto no implica que no sea un título entretenido, pero sí que le han pesado los años. Sin embargo, aún hay que quitarse el sombrero ante lo que logró Naughty Dog con su primer éxito internacional y eso conduce inevitablemente al siguiente juego de la antología.

Como se comentó, Crash Bandicoot 2: Cortex Strikes Back fue un perfeccionamiento de todos los aspectos del juego original. De hecho, si se juega N. Sane Trilogy en orden cronológico, los cambios son evidentes. El protagonista no solo es más ligero, sino que ha obtenido nuevas habilidades que facilitan la movilidad y amplían las posibilidades ofensivas. Además de eso, el diseño de niveles es aún más variado y su distribución también es diferente. Mientras que el avance en el juego original es lineal, en Cortex Strikes Back los niveles se dividen en salas con cinco portales. Esta elección de diseño permite que el jugador avance a su ritmo y cambie de nivel si es muy difícil para él.

Al igual que en Crash Bandicoot, la segunda entrega requiere de la obtención de gemas y reliquias para ser completada al 100%. Si bien estos coleccionables se consiguen básicamente de la misma forma que en el juego original, la implementación de bifurcaciones en los niveles y caminos secretos hacen de ésta una tarea mucho más retadora.

¿Acaso Crash Bandicoot 2: Cortex Strikes Back aguantó mejor el paso del tiempo que su predecesor? Sin duda alguna, por no mencionar que jugarlo después del título original evidencia el porqué recibió tanto crédito en 1997. Aunque sus controles pueden seguir siendo un tanto anticuados para ciertos jugadores, la segunda entrada de la franquicia es un título obligatorio para todo aquel que se considere fanático del género de plataformas.

Siguiendo con el tercero y último, si bien Crash Bandicoot: Warped no fue para Cortex Strikes Back lo que éste para el juego original, eso no quiere decir que la tercera entrega de la serie no estuviera llena de novedades. En lo que respecta a mecánicas, el marsupial naranja sigue conservando las mismas habilidades adquiridas en el segundo juego. Sin embargo, Warped destaca por la implementación de mecánicas únicas para niveles específicos y la capacidad para Crash de aprender otras habilidades a medida que avanza en su aventura. Estas no solo amplían las posibilidades ofensivas del jugador, sino que facilitan su movilidad y le permiten llegar hasta lugares antes imposibles de alcanzar. De tal forma, dichas habilidades justifican la rejugabilidad. En lo que respecta a los coleccionables y la distribución de niveles, estos funcionan exactamente igual que en Cortex Strikes Back. Lo único distinto es que cada conjunto de niveles posee una clara diferenciación temática.

Por sus variadas mecánicas y diseño de niveles, Crash Bandicoot: Warped resulta un título que —incluso sin el hermoso apartado gráfico de N. Sane Trilogy— todavía destaca como uno de los mejores juegos de plataformas de la historia. Su ingenioso diseño y presencia visual son muestra del pináculo de la popularidad del marsupial naranja en los noventa. En el caso de querer disfrutar del mejor juego de la antología, Warped es la respuesta.

¿Alguna novedad que se haya pasado por alto? Aunque es 100% estética, Crash Bandicoot: N. Sane Trilogy permite jugar como Coco en los tres títulos. Resulta una lástima que sus mecánicas sean exactamente iguales que las de Crash, pero ese también era el caso en los pocos niveles de Coco que habían en Crash Bandicoot: The Wrath of Cortex (2001). Aun así, ojalá le den movimientos únicos en el próximo juego que no sea una remasterización o un remake.

¿Cómo llega Crash Bandicoot a Xbox One?

Aunque Crash Bandicoot llegó a ser el emblema de PlayStation en el pasado, y sobre todo por esta trilogía, era un hecho que Activision no iba a perder la oportunidad de traerlo a la Xbox One luego de completado el tiempo de exclusividad con la consola de Sony. La versión que ha llegado a Xbox One es básicamente la misma de PlayStation 4. No hay novedades en gameplay ni tampoco algún contenido extra que le diferencie de la versión original. Eso si, los fans de antaño jamas se imaginarían ver este juego en otra plataforma mas allá de su original.

Reseña para Xbox One
7.8/10 Nota
Lo que nos gustó
- Gameplay casi identico al original.
- Los gráficos hacen honor y mejoran el juego original.
- Sigue igual de divertido que hace 20 años.
- Está completamente en español.
Lo que no nos gustó
- Hizo falta algún contenido extra para los fans.
- La jugabilidad puede verse algo obsoleta para jugadores más jóvenes.
En resumen
Crash Bandicoot: N. Sane Trilogy es un título que llamará principalmente la atención de aquellos que disfrutaron de los títulos originales. Por supuesto, lo anterior no quiere decir que los que no hayan disfrutado de las aventuras del marsupial no puedan apreciar esta colección, aunque sea únicamente a nivel visual. Sin embargo, las mecánicas anticuadas presentes en el primer juego y ciertas secciones del segundo pueden ser una píldora difícil de tragar para aquellos que están acostumbrados a títulos de plataformas más modernos. A pesar de la falta de innovación en materia de jugabilidad, justificada por la intención de no alienar a los fanáticos de la franquicia, resulta grato ver que Crash está de vuelta para hacer de las suyas.

Nota del editor: Esta reseña ha sido actualizada con la información de la versión de Xbox One provista por Activision.

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