Los noventa fueron una época especialmente saludable para los juegos de carreras arcade. Aparte de Sega, uno de los mayores exponentes fue Midway con su serie Cruis’n, compuesta por Cruis’n USA, Cruis’n World y Cruis’n Exotica. El primer juego fue promocionado como un potencial exponente del ‘hardware’ Ultra 64, nombre en código del Nintendo 64.
Cruis’n USA llegó a la consola de Nintendo el mismo año de su lanzamiento, para navidad de 1996. De esta manera, la alianza entre Midway y Nintendo vendía la idea que comprar un N64 era como tener el poder de un arcade en casa. Todo depende del cristal con el que se le mire, pero respecto a juegos de carreras, es innegable que Nintendo 64 poseía buenos títulos exclusivos.
La saga de Cruis’n que tantos éxitos cosechó en los noventa con su trilogía, menguó en el nuevo milenio con una versión terrible para Game Boy Advance (Cruis’n Velocity). Posteriormente Midway se retiró del negocio de los arcade y Raw Thrills lanzó un juego licenciado de Fast & Furious. Midway quería adaptar el juego a consolas pero, tras perder la licencia a medio camino, contrató a Just Games Interactive y Raw Thrills para después publicar en Wii, durante 2007, un simplemente llamado Cruis’n.
Este último no tuvo muy buena recepción pero estaba plenamente inspirado en Fast & Furious para arcade. Tras el cierre de Midway, Raw Thrills tomó el manubrio y en 2017 lanzó una nueva entrega para arcade, Cruis’n Blast. Durante cuatro años permaneció exclusiva, pero ahora los usuarios de Nintendo Switch tienen la dicha de disfrutar esta inesperada joya de carreras. Más alocadas de lo que jamás hubieses imaginado, incluso para el propio Dominic Toretto.
Adiós al realismo, ¡esto es arcade!
Raw Thrills supo adaptar la popular franquicia de Rápidos y Furiosos cuando la saga solo se trataba de carreras. Resulta interesante apreciar cómo esa experiencia quedó permeada con la más reciente máquina de Cruis’n Blast, que en Switch añade nuevos «autos» (más adelante explicamos) y pistas, para una experiencia más completa e igual de emocionante.
La serie Cruis’n es netamente arcade (punta a punta) y eso es lo que han trasladado a través de sus diferentes entregas en locaciones reales alrededor del mundo. Eso quiere decir que no dependen –ni podrían competir gráficamente– de los arquetipos establecidos por otras IP como Gran Turismo o Forza, que son altísimos simuladores de carreras. Cruis’n Blast no está en esa misma bolsa y por eso es que se puede desfogar de la forma en que lo hace.
Gracias a esa misma «suspensión de la realidad» es que los colores vivos y las luces son una constante, como si todos fuesen escenarios extraídos de Las Vegas. Pero no solo es la parte estética, que le sienta muy bien, sino todas las situaciones caóticas alrededor de las carreras y torneos temáticos que tenemos por delante. De repente podemos estar en medio de un safari de dinosaurios inexplicablemente muy vivos, una invasión extraterrestre, o esquivando la destrucción de un apocalipsis que hace llover fuego y terremotos que destruyen hangares completos.
Por esa misma satisfacción de no estar ligado a los simuladores, es que los autos vuelan como si no hubiese un mañana, dan volteretas en el aire como si fuesen de juguete y aterrizan sin un solo daño tras saltar enormes riscos. Estrellarse contra las paredes u otros autos no es en absoluto penalizable, ya que solo importa la velocidad y sacar a los rivales de la pista. Porque sí, al igual que un otrora popular F-Zero, podemos destruir a nuestros oponentes.
Clases de conducción con Meteoro
Quizás Rápidos y Furiosos sea la primera referencia popular que se venga a la cabeza al jugar Cruis’n Blast. Pero sin temor a equivocarnos, es en otra franquicia un poco más antigua que se basa: Speed Racer o Meteoro, como se conoce en español. No solo Speed Racer cuenta también con buenos juegos para Wii y DS, sino que visualmente Cruis’n Blast pareciera pertenecer a ese mundo.
Pistas con aspecto futurista, antigravedad, saturación de colores, autos que resortan cuando están rodeados y derrapes que sacan a otros de la pista son factores comunes. Si tomamos en cuenta esa gran película de 2008 dirigida por las Wachowski, no queda duda que Cruis’n Blast apunta sin falla al mismo público que disfruta conducir al mejor estilo de Meteoro.
No pasan muchos minutos después de iniciado para engancharse a Cruis’n Blast. Existe un gusto natural en la simplicidad arcade noventera con la que se muestra y sus controles. Solamente acelerar, usar turbo con L, derrapar con R (también para golpear rivales) y hacer caballitos o giros en el aire presionando dos veces A. Eso es todo, no necesitas más para ser feliz en este juego de carreras. ¿Frenos? ¿Qué es eso?
No solo autos en carreras
A través de locaciones como Rio de Janeiro, Londres, los Himalayas o Los Angeles, las pistas cuentan con variedad de temas. Como las mencionadas invasiones extraterrestres, tornados, tormentas eléctricas, animales africanos o, por supuesto, dinosaurios. Todo el género desastre que rodea estas carreras temáticas no sería lo mismo sin la particular característica de los corredores.
No solo autos de lujo que pueden ser modificados con el dinero ganado y decorados con luces, alerones o turbos extra. O una moto y un camión de bomberos, en su defecto. Todo ese dinero –y llaves obtenidas– es mejor ahorrarlo para comprar los competidores que más valen la pena por la misma falta de cordura de Cruis’n Blast. Hablamos de un helicóptero, un triceratops o hasta un unicornio. Diversión pura.
Correr con un helicóptero no significa que vamos en el aire y los demás en tierra, sino que anda y da volteretas como cualquier otro vehículo. Lo mismo aplica al dinosaurio cuadrúpedo y al animal mítico. Puede que al final sean solo «skins» y hasta compartan sonidos con los autos, pero no por eso es menos gracioso de ver en acción.
Raw Thrills no se cohibió en el desarrolló de Cruis’n Blast y tampoco tenía que hacerlo, afortunadamente. La mejor forma de revivir esta franquicia que anduvo 10 años en blanco solo podía ser de esta manera. Con la justa mejora gráfica que cumple su cometido y una jugabilidad que rememora con afecto los noventa sin alejarse de sus raíces arcade.
Su multijugador local hasta para cuatro usuarios solo deja deseando un modo en línea extrañamente ausente. Quizás eso refuerce más el concepto multijugador de los primeros Cruis’n en Nintendo 64 con pantalla dividida. El online habría sido un componente nada despreciable para probar nuestras habilidades contra extraños conduciendo helicópteros o dinosaurios, porque, ¿quién regresa a los autos después de eso?
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Reseña hecha con una copia digital de Cruis’n Blast para Nintendo Switch brindada por Raw Thrills.
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