Es una noche oscura en el corazón de una megaciudad. Bajo la luna y en el ruido de un bar, Rook, el protagonista, se encuentra con el veterano Varric, su mentor y figura clave tras los eventos de Inquisition. Un cruce de palabras da paso a un combate rápido y contundente, propio de un juego de acción más que de un RPG clásico. ¿Es esto realmente Dragon Age o estamos frente a algo completamente distinto?
En 2014, BioWare lanzó Dragon Age: Inquisition, un juego que se destacó con una narrativa compleja basada en decisiones y un diseño de mundo semiabierto (diferente de los enormes mundos abiertos), cualidades que lo hicieron único y lo llevaron a ganar el premio a Juego del Año. Ahora, una década después, BioWare ha cambiado: gran parte de su equipo original ya no está, y los constantes cambios de dirección generaron dudas sobre si había perdido su esencia como uno de los mejores estudios a la hora de narrar historias en videojuegos. Sin embargo, con Dragon Age: The Veilguard, esas preocupaciones se disipan, ya que este título no solo toca los cimientos del género, sino que además destila el espíritu característico de la desarrolladora canadiense.
BioWare está de vuelta
El sello BioWare no significa que Dragon Age: The Veilguard sea similar a otros títulos de la desarrolladora; es, de hecho, muy distinto en mecánicas y jugabilidad. Algunos puristas del género quiza no lo considerarían un RPG, ya que en ocasiones recuerda más a un juego de acción como God of War, con un diseño de niveles semejante a Final Fantasy VII Remake. Aquí, el estudio explora otra faceta de los RPG, simplificando varios aspectos tradicionales del rol y centrándose en una narrativa y jugabilidad fluida que impulsa la aventura sin perder el toque distintivo que caracteriza a sus juegos.
Mientras que en los títulos anteriores el peso del argumento recaía en la situación global y en decisiones influenciadas por eventos de entregas previas, The Veilguard reduce esta complejidad inicial, a pesar de ser una secuela directa de Inquisition. Esta simplificación puede molestar a los seguidores más acérrimos, quienes podrían sentirse limitados al ver reducidas sus opciones de personalización del estado del mundo; sin embargo, para los nuevos jugadores, es un alivio, ya que facilita comprender la narrativa sin necesidad de un profundo conocimiento del lore de Dragon Age. Aunque, claro, mi recomendación es ver algunos videos sobre el lore en YouTube para adentrarse en la mitología de este universo.
Esta simplificación inicial le ha permitido a los desarrolladores concentrarse en otros elementos, como un profundo creador de personajes que añade tanto raza como facción, brindando mayor trasfondo a Rook, el héroe de esta historia y de paso, dándole un motivo ser el protagonista de la historia.
La hipersimplificación del RPG
Aunque BioWare ha simplificado los aspectos de rol en The Veilguard, no ha abandonado su inclinación por expandir el lore con abundantes textos y un codex que, si bien resulta útil, puede parecer agotador para algunos jugadores. Tampoco se olvida del pasado: veremos el retorno de personajes de juegos anteriores, principalmente como cameos y con bastante fan service.
La simplificación también llega a la interfaz y la presentación. Es una interfaz muy limpia y minimalista que se puede ajustar para mostrar solo lo esencial. Las numerosas misiones secundarias que ofrece el juego solo se desbloquean si se cumplen otras condiciones, como avanzar en relaciones con personajes o facciones. Los desarrolladores han optado por casi que ocultar las misiones, a las cuales solo se accede desde el mapa al presionar un botón específico en una sección llamada diario.
Las habilidades se desbloquean al subir de nivel y se activan en un árbol que puede modificarse libremente para adaptarse a cualquier especialización o enfoque de clase que el jugador elija. En el caso de los compañeros, este árbol es más simplificado y se centra en mejorar las habilidades ya existentes para optimizarlas en función de realizar detonaciones, un aspecto clave que veremos más adelante.
Exploración argumental
Otro aspecto reducido en The Veilguard es la exploración. Este título se asemeja a Dragon Age 2, en el sentido de que no cuenta con grandes áreas abiertas. La mayoría de los entornos son espacios ajustados y cerrados, donde la exploración se basa en descubrir zonas secretas o bloqueadas, algo similar a lo visto en FFVII Remake, pero con la ventaja de que muchas áreas son reexplorables, lo cual resulta clave para completar numerosas misiones secundarias.
Cada zona es única y muestra gran atención al detalle: los acentos de los personajes cambian, la paleta de colores y el ecosistema varían. Los entornos están llenos de elevadores, pisos subterráneos, pasadizos estrechos, catacumbas y escaleras, contribuyendo a una atmósfera y diversidad en la exploración. No todas las zonas están disponibles desde el comienzo y a muchas se podrá acceder si o si realizando algunas misiones secundarias, una decisión que deja descansar al jugador pues no le carga de la responsabilidad inicial de tener que explorar todo el mundo.
Las zonas también son proclibes a nuestras decisiones que podrán alterar el paisaje de alguna zona o hacerle más amigable para el jugador. En algún momento del juego una decisión incluso destruirá alguna sección comerciable de una facción y nos hará casi que imposible llevarla a la par. De igual forma, el haber completado misiones en algunas zonas las hará más seguras para el jugador y las facciones que estarán encantadas de brindarnos más actividades.
Maestría narrativa
Como buen título de BioWare, Dragon Age: Veilguard presta especial atención a los diálogos. Al igual que en Dragon Age II, encontramos una rueda de decisiones que moldea las relaciones de Rook con sus compañeros. Responder de manera sarcástica no convertirá al protagonista en un presumido insoportable, pero podría dejarlo sin argumentos para persuadir a un posible aliado o conquistar a una compañera. The Veilguard no cuestiona la moralidad de las decisiones, se va por decisiones más mundanas pero que sin duda afectan el viaje.
El juego está cargado de decisiones que en The Veilguard se vuelven más personales, influyendo directamente en las relaciones con otros personajes y facciones, afectando así la historia. Las decisiones “correctas” o “ideales” dependen de nuestra exploración y de cuánto tiempo dediquemos a las misiones secundarias. Si te centras solo en la historia principal, es probable que tomes decisiones menos informadas y pierdas la oportunidad de reclutar ciertos personajes.
Algo que me encantó es como los enemigos juegan con nuestras decisiones. A veces nuestra decisión o forma de actuar les permitirá aprovecharse de nuestra bondad, o nuestra impulsividad. Los grandes giros argumentales del final no son algo completamente nuevo pero funcionan muy bien.
Combate renovado y enemigos
La jugabilidad renovada es un deleite. Dragon Age: The Veilguard ha dejado casi por completo el factor táctico tradicional de BioWare, convirtiéndose en un RPG de acción con gran profundidad en movimiento, combate y acción en el campo. Jugar con el pícaro, especialmente con doble espada y arco, es gratificante, especialmente al realizar golpes críticos o “one-shots” en puntos débiles. Algunos enemigos, como los dragones, exponen sus vulnerabilidades después de recibir daño en zonas específicas, lo que incentiva una variedad de estilos de combate y estrategias.
Los enemigos destacan por su diseño y este juego hace gran énfasis en las peleas de jefes que no son especialmente sencillo y mas de uno se vuelve desafiante para el jugador obligando a repetir la misión luego del game over. Sin embargo, después de cierto punto, los diseños de enemigos pueden volverse algo repetitivos, con aproximadamente cinco variaciones por facción.
Apartado especial merecen los dragones que aunque en entregas anteriores parecían no ser muchos, The Veilguard nos da una buena dosis de ellos en diversas formas y estilos y no solamente eso. Cada pelea con los distintos dragones que nos enfrentamos es un desafío. La organización del equipo y saber movernos, esquivar o defendernos es clave para poder sobrevivir a estos letales adversarios que se muestran masivos.
¿Que se ha puesto muy dificil? Las distintas opciones de dificultad permiten no solo usar las que vienen por defecto, también se puede personalizar para que el jugador adapte el juego a sus puntos fuertes y no se frustre cuando se vuelve dificil, funcionalidad pensada para esos jugadores que van solo por la historia.
Compañeros y combate en equipo
The Veilguard toma de Mass Effect la mecánica de usar solo dos compañeros en lugar de los tres habituales de los otros Dragon Age. Los compañeros son útiles para realizar detonaciones en combate y, la mayor parte del tiempo, para hacer ruido o estorbar. Aunque los enemigos se centran en el jugador, nuestro arsenal resulta suficiente para derrotarlos.
Con solo un botón se puede pausar la acción y dar órdenes simplificadas a los compañeros, generalmente para crear una detonación combinada o para resolver puzles cuando no es combate. Por ejemplo, un asesino puede provocar desgarro, que luego una maga puede detonar para infligir daño masivo. Una maga puede desbloquear protecciones mágicas o un personaje puede quemar cosas.
Las detonaciones son el principal motivo para seleccionar a los compañeros en cada misión. Además, salir con ciertos personajes genera conversaciones únicas o discusiones que pueden resolverse en el Faro. Durante las misiones, los compañeros comentan, critican o incluso coquetean, lo cual invita a probar distintas combinaciones para descubrir posibles romances.
El Faro es el punto de reunión e interacción del equipo; una especie de castillo en otra dimensión que permite profundizar en las relaciones y descubrir secretos mientras progresa la historia. Sin embargo, un aspecto limitado es que los vínculos románticos solo pueden darse entre el personaje y los miembros de su equipo. Esta limitación hace que se extrañe la posibilidad de explorar relaciones con otros personajes interesantes que encontramos en el juego.
Un cierre a la altura de la aventura
Al progresar en la trama, Dragon Age: The Veilguard satisface a los fanáticos al responder a muchas de las preguntas y teorías del universo de Dragon Age. Las misiones secundarias son esenciales y algunos giros argumentales cambian drásticamente la percepción del origen de la ruina, los elfos, el Velo, la Capilla y, en general, los cimientos de la civilización que existe en el continente de Thedas. De alguna forma, este título parecería ser la conclusión de toda las historias contadas en los 4 juegos.
Sin embargo, un aspecto frustrante de la narrativa es que se alienta al protagonista a convertirse en un líder ejemplar. Varric, su mentor, deposita una fe excesiva en él, hasta el punto de que personajes veteranos de la serie se limitan a motivarlo en lugar de tomar acción. Esto sucede incluso en decisiones y giros argumentales importantes, al menos en varias pruebas que realizamos.
La narrativa se ve también potencializada con el aspecto gráfico que en la mayoría de ocasiones se ve impecable. Este es de esos juegos que si se siente de actual generación y donde el potencial gráfico sobresale en las animaciones y en el combate. El modo fotografía es un deleite y nos permitirá sacar grandes instantaneas de ubicaciones icónicas.
Desafortunadamente, The Veilguard no cuenta con doblaje al español, y los subtítulos solo están en español de España, lo cual puede resultar confuso para quienes no estén familiarizados con ciertas expresiones ibéricas. En su versión en inglés, el juego cuenta con actuaciones de voz destacadas, tanto de compañeros como de antagonistas y otros NPC, además de secuencias animadas muy convincentes, que apoyadas en la ambientación logran transmitir una atmósfera desolada cuando es necesario o de esperanza cuando la historia lo requiere.