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[En defensa de…] Metroid: Other M

Una faceta más humana de la cazarrecompensas espacial y la personificación de una antigua figura de autoridad para ella.

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Seamos claros desde un principio para evitar malinterpretaciones: es la única vez en la que Samus inicia la travesía con todo su arsenal y aún así requiere autorización de su excomandante para poder usarlo a voluntad, absolutamente ridículo. Es cierto que una de las razones por las que la trama de Metroid: Other M nos limita el acceso a habilidades superiores es para proteger la integridad de la Nave Botella de ecosistemas en la que tiene lugar el juego, en cuyo caso solo la ‘Bomba de Poder’ sería un problema dado su alcance destructivo.

Pero de ahí a que Samus tenga que recurrir a seguir órdenes de Adam Malkovich –quien ya no es su superior al mando– solo por ‘respeto’ hacia éste, nos deja pensando en que habían mejores formas de explicar la inicial inhabilidad de usar el equipo de Aran. Con esto claro, que suele ser la mayor causa de irritabilidad justificada hacia el título de Team Ninja, proseguimos a destacar lo que hizo bien el último juego original de la saga Metroid, a 10 años de lanzamiento para Wii.

El bebé

Cronológicamente y con la línea alterna Prime perdida entre el primer y segundo juego principal, Other M (“Metroid 3.5”) se ubica poco después de los eventos en Super Metroid (“Metroid 3”) y antes de los hechos de Metroid Fusion (“Metroid 4”). Por lo tanto, esto nos pone en el traje de una Samus sobreviviente a una experiencia traumática contra la propia Mother Brain y el no menos terrible Ridley.

No la primera vez que la enfrentaba si recordamos el primer juego (NES/GBA), pero si la primera vez que la líder de los Piratas Espaciales resultaba como una mutada monstruosidad de cuerpo entero.

A punto de acabar con la vida de Samus, la cazarrecompensas es salvada por el mismo bebé Metroid rescatado al final del segundo juego tras la muerte de la Reina Metroid en el planeta SR388 (Game Boy/3DS); retenido y estudiado por la Federación Galáctica con el fin de convertirlo en un arma biológica masiva, en una típica jugada humana de gran ignorancia.

Esto termina con la muerte del mismo Metroid que veía a samus como su “madre adoptiva” y el motivo suficiente de la recargada renegada para arremeter todo su arsenal contra Mother Brain, destruyéndola de una vez por todas con todo y planeta Zebes, su antiguo hogar temporal junto a los Chozo que la criaron.

Estos eventos al final de Super Metroid son recontados en vistoso 3D con el video introductorio de Other M, un regalo perfecto para los amantes del juego de SNES y el punto de arranque con toda la sobreexposición maternal para la transición hacia un más concluyente Metroid Fusion.

La inteligencia artificial encarnada

El personaje de Adam Malkovich, Comandante de Samus durante sus días en la Federación Galáctica, ya había hecho aparición en la franquicia de Metroid, tanto en el ‘manga’ precuela a la historia del primer juego como en la misma secuela cronológica de Metroid: Other M, el propio Metroid Fusion de 2003.

Al parecer una práctica común en el futuro galáctico es la de «subir» las mentes de grandes líderes y científicos a una base de computación, hecho conocido como trascendencia y un planteamiento científico que lejos de la ficción, la neurociencia de nuestro mundo busca implementar de alguna forma que al día de hoy es imposible.

Algo así como un paso más allá de la singularidad en la que las máquinas adquieren consciencia, dotando de alma humana a las computadoras. Técnicamente solo serían cálculos y algoritmos que emularían la forma de pensar de un individuo estratega.

Durante su misión en la base de investigación Biologic Space Laboratories (Fusion), Samus es encomendada con un computador personal que le recuerda a su antiguo superior, Adam. Su pasado sería expandido años después hasta la salida de Other M, demostrando cómo prácticamente se trataba de una figura paterna para Aran, de ahí el máximo respeto.

Pese a que algunas de la decisiones expuestas por Malkovich en esta entrega puedan parecer contradictorias a la inteligencia estratégica de su leyenda, y que en cierto punto Samus decide objetar las ordenes y activar funciones cruciales de su traje en Other M (cosa que debió hacer desde mucho antes), Adam es esa conexión patriarcal con la humanidad de una huérfana Samus, criada gran parte de su infancia por los humanoides aviares que eran los Chozo.

Samus también es humana, tiene derecho a sentir

En algún punto entre tantas diferentes aventuras de la cazarrecompensas espacial, el público terminó olvidando a quien se encontraba bajo el traje tecnológicamente avanzado de Samus Aran. No fue sino hasta el final del ‘remake’ Zero Mission y con su paso a Super Smash Bros. Brawl, que se le dio más protagonismo a Zero Suit Samus, una más vulnerable figura de Samus pero igualmente capaz de luchar. Su identidad recuperaba más de la humanidad oculta entre sombras hasta entonces y relegada a las galerías de fin de juego.

Cuando Metroid: Other M arribó al mercado, se le acusó por parte de algunos jugadores de «alterar por completo la personalidad de Samus al volverla melancólica, cobarde y emocionalmente dependiente de su antiguo Comandante Adam.» Para un amplio sector no era la misma Samus que erradicó por sí sola infestaciones de Metroids sin mucho esfuerzo ni palabra musitada. Simplemente les molestó que por primera vez Samus expresara sus pensamientos, miedos, y reviviera ciertos traumas personales.

Al ser una niña que vio cómo los Piratas Espaciales arrasaron con la colonia de humanos donde vivía y cómo Ridley asesinó a su padres –vengándose por vez definitiva de su némesis en Super Metroid–, verlo de nuevo con vida en forma clonada durante los eventos de Other M activa un fuerte trastorno por estrés postraumático en Samus, que guarda más coherencia con su personaje de lo que los jugadores asumieron como cobardía.

Esa demostración de vulnerabilidad, reconocida como innata humanidad, es lo que aleja a Samus de ser simplemente un androide hiper armado que solo cumple con las misiones de exterminar Metroids, deteniéndose un momento a analizar los extraños hechos que tuvieron lugar en la Nave Botella y cómo la corrupción en los altos mandos de la Federación Galáctica pudieron poner nuevamente al universo en peligro.

Porque los humanos nunca aprenden de su pasado, ni siquiera en el futuro avanzado.

El control lo es todo

La posibilidad de utilizar el control Wiimote de forma horizontal en los juegos clásicos de Nintendo funcionaba a la perfección cuando se aplicaba al esquema de NES, simple, práctico, al punto. Que este mismo aplicara sin fallas a un juego de Wii como Other M fue toda una revelación, especialmente porque de forma horizontal se controlaba el movimiento y exploración como en el título original de NES pero en un juego 3D, mientras que apuntando a la pantalla del televisor se accedía a una visión en primera persona como en la querida saga Prime.

Poder unir el estilo tradicional con el de la línea Prime es un mérito que no se lee a menudo sobre Other M, pero que vale más de lo subestimado. Sus secciones con la ‘Morph Ball’ también apelaban a Prime, pero les otorgaba un desarrollo más activo y acordemente complementario con los escenarios desplegados en la Nave Botella.

Puede que la historia y las decisiones dudosas de Adam sean un eterno punto de discusión en el que jamás se podrá poner en paz a los opositores, pero siendo la jugabilidad lo que más brilla en la saga Metroid, Other M es un exponente que cumple a cabalidad con un adecuado sistema de control en ámbito 3D y cámara en tercera persona. Excepto en las afortunadamente pequeñas secciones de cámara sobre el hombro.

Por cierto, hay muchas reminiscencias a Shadow Moses de Metal Gear Solid, pero eso es tema de otra ocasión.

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