Han pasado varias semanas desde que terminé de jugar Final Fantasy VII: Rebirth, pero hay una escena en la que no he podido dejar de pensar. Cuando visitamos el Gold Saucer por primera vez y el equipo se separa, Cloud y Barret van juntos al Hotel Fantasma y ven los efectos especiales que usa este parque de diversiones. Barret se da cuenta que el parque está gastando Mako en decoraciones ridículas y reacciona con mucha rabia.
Si no recuerdan la escena, pueden verla aquí.
“¿El planeta muere por estas cosas? ¿Por esto lo estamos desangrando? ¡Mira! ¡Todo es Mako! ¡Extraído directo de la corriente vital! ¡De sus venas!”
El Mako es la principal fuente de energía del universo de FFVII. Es una sustancia extraída de ríos subterráneos y una clara analogía al petróleo en el mundo real, pero en el juego el Mako también es la “sangre” del planeta. La extracción masiva de Mako por parte de la megacorporación Shinra está literalmente matando el mundo. Esta obra no es nada sutil en su crítica social anticapitalista y proambientalista.
Tiempo después, cuando finalmente regresamos al mundo abierto, vemos directamente los efectos del consumo de Mako del Gold Saucer. Toda la zona en la que se encuentran los reactores modulares que le dan energía al parque se ha desertificado. Apenas quedan plantas porque la tierra no tiene los recursos necesarios para sostener la vida vegetal: toda está siendo consumida para crear efectos de luces y mover las atracciones del parque.

Esto es exactamente contra lo que lucha Avalancha, el grupo ecoterrorista al que pertenecen algunos de los protagonistas. Aunque el juego da espacio para discutir si los métodos violentos del grupo son justificados y se pregunta por las consecuencias de cortar el suministro de Mako a la humanidad, nunca deja dudas de que la causa de su rebelión es justa. Pero a pesar de eso, el Gold Saucer se convierte en una aparente “excepción” y su relación con la muerte del planeta no se vuelve a mencionar después de la escena de Barret que vimos al comienzo. De hecho, se convierte en la sede de momentos divertidos y emotivos que ignoran lo dañina que es su operación.
El Gold Saucer es el enemigo
Es claro que este parque de atracciones es un lugar para los ricos. Vemos a los visitantes llegar en helicóptero, gozando de lujos y gastando dinero, mientras comentarios ocasionales de las áreas más pobres del mundo mencionan los deseos imposibles de ir a ese lugar alguna vez. Aunque no le pertenece a Shinra, es la máxima representación de la decadencia alcanzada mediante el enriquecimiento por la explotación de recursos naturales.

Los protagonistas están más que felices de disfrutar de la recreación y comodidades que ofrece el Saucer. El juego nos lleva por un tour de la mayoría de sus minijuegos y nos pide que nos divirtamos. Incluso es el lugar en el que ocurren algunos de los momentos más memorables del juego —la cita y la presentación de Loveless— y es a donde tenemos que ir para conseguir la mayoría de coleccionables del hotel de Johnny. Final Fantasy VII Rebirth pone al Gold Saucer bajo una luz muy positiva y quiere que lo recordemos con cariño. Incluso hay un momento en que trata de excusar el daño que está haciendo desertificando la región de Corel diciendo que “dejó de usar todos los reactores al mismo tiempo” sin importar que eso no arreglará la tierra de la que se está aprovechando.
Descubrir la verdad sobre el Gold Saucer «arruinó» este escenario de FFVII Rebirth para mo. Cuando finalmente llegó el momento de la cita —en mi caso, fue con Aerith— no pude disfrutar del “momento mágico” porque no paraba de pensar en lo que dijo Barret antes. Todos esos chocobos hechos de luces, efectos especiales y parafernalia… Todo eso es muy bonito, pero es por esas simples distracciones que estamos matando el planeta.
¿Cómo se puede pasarla bien sabiendo eso?

Sé lo que algunos de ustedes están pensando y es que le estoy dando demasiada importancia a una historia de ficción. Es verdad. Nada de lo que hagamos en un videojuego importa en realidad. Lo que pasa es que «el dilema del Gold Saucer» refleja muy bien el mundo real.
No hay consumo ético bajo el capitalismo
Así como en el mundo de FFVII Rebirth visitar el Gold Saucer es “éticamente problemático”, también lo son muchas acciones que tomamos en la vida diaria. Todos los días consumismo productos y servicios de empresas que dañan el medio ambiente, apoyan el fascismo o abusan de sus trabajadores (o todas las anteriores). Nuestro deseo de hacer las cosas bien choca fuertemente con la realidad de un modelo económico y social que favorece la villanía.
Algunos creen que no es posible consumir, ni siquiera sobrevivir, usando solo bienes, productos y servicios no perjudiciales. Hemos visto muchos intentos de boicoteo, famosos “cancelados” en redes sociales y surgimiento de “marcas éticas” que intentan hacer que el mundo se adapte a una visión más idealista y sana, pero tienen poco efecto a mediana o gran escala. Por más que hubiera sido coherente que Cloud y sus amigos se hubieran negado a participar de las actividades del Gold Saucer para no apoyar la explotación de Mako, eso no hubiera cambiado nada. La única solución en el juego hubiera sido destruirlo, pero eso trae otro conjunto de complicaciones éticas (y se hubiera alejado demasiado del juego original de 1997).

¿Cuál es la solución entonces? ¿Huir de la sociedad e irnos a vivir al monte? ¿Evitar visitar el Gold Saucer cuando jugamos FFVII Rebirth? ¿Dejar de hacer cosas divertidas porque en el fondo sabemos que todo es perjudicial? ¿Cómo ayuda eso a una sociedad que está sufriendo por el abuso de las megacorporaciones y el agotamiento de los recursos del planeta? Originalmente pensaba terminar esta columna con una nota amarga, diciendo que no hay solución para estos problemas, pero encontré una respuesta inesperada mientras jugaba un juego indie.
En Mika and The Witch’s Mountain —cuya reseña pueden leer aquí— trabajamos para una empresa de mensajería que abusa de sus empleados en un pequeño pueblo que se ha vuelto dependiente de la fábrica de un hombre egoísta y avaro para tener energía. Aunque el juego dice que “así son las cosas y hay que aceptarlas”, eventualmente ayudamos al pueblo a descubrir que no necesitaban de las corporaciones para sobrevivir. Comenzamos a trabajar no por dinero, sino por ayudar a los demás y ellos en respuesta nos ayudan a nosotros. Juntos trabajando reparamos un molino capaz de brindar energía limpia al pueblo que le permitió desconectarse de la contaminante fábrica.
Suena utópico, pero creo que la solución es el trabajo en comunidad y la inversión en alternativas de generación de energía sanas y ambientalistas. Ese no es un trabajo que se haga de la noche a la mañana, pero es uno que vale la pena hacer porque los Gold Saucers y Shinras del mundo no van a cambiar su modelo de negocios por las buenas.
Mientras llega el día en que todo cambie, vayan y diviértanse al Gold Saucer —es solo un juego después de todo— pero nunca olviden el costo que hay detrás de todas las luces y espectáculos.
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