La música en los videojuegos es muy importante. Sin embargo, los juegos que basan su jugabilidad entorno a la música —a pesar de haber tenido una pasajera popularidad en años anteriores— siempre han sido considerados de nicho. Es por esta razón que en GamerFocus hemos querido repasar la historia y evolución de los juegos musicales o de ritmo.
Un comienzo muy discreto, pero orquestado por Nintendo
Muchos pueden pensar que este género vio la luz a mediados de la década de los noventa. Pero la verdad es que esta historia comienza en 1987 en Japón, ya que ese año debutó para el sistema Disk System de la consola Famicom el juego Otocky, diseñado por Toshio Iwai (Electroplankton, 2005).
En este juego de disparos musical, el cual se podría decir que es el predecesor del Rez de Tetsuya Mizuguchi, el jugador controla una nave espacial capaz de disparar en ocho direcciones. Lo interesante, sobre todo para la época, es que el disparo efectuado en cada una de estas direcciones es capaz de reproducir una nota musical. Además, la nota, al ser accionada por el disparo del jugador, queda acorde al ‘beat’ (pulso por minuto). Así que el jugador prácticamente improvisaba en cada uno de los escenarios de Otocky.
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Luego de este lanzamiento, algo limitado debido a la plataforma y exclusividad en su distribución, la música no fue un actor importante en la jugabilidad. Sin embargo, cinco años después Nintendo integró una herramienta de edición musical en su ‘software’ para SNES, Mario Paint.

Salas de Arcade como el primer conservatorio del género
En el año 1997, ya existían juegos con enfoque musical como Quest for Fame (1995) y PaRappa the Rapper (1996) en PlayStation. Pero lo que impulsaría la música como eje central en la jugabilidad de un videojuego fueron los títulos de Bemani. Esta es una subdivisión de Konami, la cual se encargó de desarrollar videojuegos con sus respectivos periféricos para las salas de Arcade.
El primer proyecto de Bemani fue Beatmania, también conocido en Occidente como Hip Hop Mania. El mueble de este arcade cuenta con uno o dos periféricos que emulan una consola de DJ con siete botones.
Gracias al éxito de Beatmania, Beatmania IIDX y Beatmania III —esta última adhirió un pedal al mueble del arcade— Bemani desarrollo otros juegos para arcade como Pop’n Music, Pop’n Stage, Keyboardmania, Para Para Paradise o Jubeat, entre muchos otros. Algunos juegos de Bemani lograron cruzar el océano y cautivar al público de nuestro continente.
Entre estos se encuentran Dance Dance Revolution y Guitar Freaks de 1998. Este último, según Harmonix —en una entrevista para el portal Gamasutra en el 2007— es el responsable de la explosión del género a inicios del nuevo milenio. Así que de no haber existido la influencia de estos juegos, títulos como Guitar Hero o Rockband jamás hubieran visto la luz.
Hay que aclarar que el «boom» de los juegos con periféricos musicales en Occidente no fue inmediato y antes de llegar al breve reinado de Guitar Hero y Rock Band, hay otros juegos que captaron la atención.
El baile y el inicio de las versiones de consola a principios del siglo XXI
La invasión del género de juegos musicales y de ritmo en nuestro continente la lideró Dance Dance Revolution. Esto no solo ocurrió en las tierras del norte, ya que en Colombia los jóvenes se congregaban en locales de arcade y sus exponentes se dieron a conocer bajo el nombre de ‘steppers’, igualmente en los foros creados por la comunidad.
Algunos de estos juegos siguen estando en ciertos centros comerciales de Colombia, pero la cantidad de estas máquinas se ha diezmado considerablemente. Sin embargo, el espíritu de los ‘steppers’ sigue vivo en la comunidad de Pump It Up.
A pesar de tener una comunidad activa, los juegos de ritmo también fueron llegando a los hogares de los jugadores. Esto gracias a los periféricos que emulaban el panel de las máquinas, los cuales estaban hechos, en su gran mayoría, para la primera consola de Sony.
Gracias a esta masificación, el público pronto empezó a interesarse en otras opciones que el mercado nipón lanzaba para la época. Durante el apogeo de Dreamcast, la última consola de Sega, el juego Space Channel 5 diseñado por Tetsuya Mizuguchi vio la luz. Este es protagonizado por Ulala, una joven reportera que al seguir los pasos que se le ordena destruye a los enemigos a su alrededor. El título tuvo una secuela para PlayStation 2, una adaptación para Game Boy Advance y este año estrenó una nueva entrega enfocada en VR.
Pero Konami no era la única compañía que se atrevía a innovar en este género, ya que con la llegada de nuevas tecnologías algunos desarrolladores se atrevieron a usar a su favor las características únicas de las consolas. Es así como llega la portátil de dos pantallas de Nintendo al escenario.
Osu! Tatakae! Ouendan llegó de manera exclusiva para el mercado japonés en el año 2005. Este juego de ritmo, que usaba las capacidades táctiles de la consola portátil de Nintendo, rápidamente se volvió de culto entre los poseedores de un DS.
El título desarrollado por iNiS y diseñado por Keiichi Yano, contaba con una estética manga y la participación de bandas de J-pop famosas entre los fanáticos de la animación japonesa. Una de ellas es L’Arc~en~Ciel, que participó en el juego con la canción Ready Steady Go. Al año de lanzar este producto, la desarrolladora iNiS lanzó una secuela espiritual para el público de Occidente llamada Elite Beat Agents.
En nuestra próxima nota repasaremos el exitoso pero efímero paso de este género en nuestro continente y sobre cómo ha logrado adaptarse a una realidad donde las salas o locales de arcade están al borde de su extinción.
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