Necesito un masaje en las manos o ponerlas en hielo.
Hay ciertos dolores masoquísticos que sólo pueden venir de maltratar a velocidades intensas un control de PS4 jugando un hardcore platformer como Fénix Furia. Tengo la mano derecha encalambrada de tanto oprimir violentamente botones a máxima velocidad y mi pulgar izquierdo ahora siempre tiembla ansioso, listo a hacer un movimiento súbito. Me duele la cabeza de pensar en la velocidad de algunas de las hazañas que logré realizar y de otros tantos niveles que me tomaron cientos de muertes vencer.
Fénix Furia (originalmente llamado Fenix Rage en su versión del 2014 en Steam para PC y rebautizado para su lanzamiento en PS4 y Xbox One) es otro más de los hardcore platformers que se han vuelto populares siguiendo el éxito sin precedentes de Super Meat Boy en el 2010: juegos en 2D con énfasis central en platforming de habilidad (correr, saltar, deslizarse, etc.), con poco énfasis en historia o argumento, niveles cortos que requieren muchos intentos para completar, baja penalidad por fallar (vidas infinitas) y casi que diseñados para hacer speed-runs.
Como otros juegos similares, la historia en Fenix Furia es secundaria y está expresada en cortas animaciones al principio o final de cada mundo. Empieza tal vez muy parecido a lo que fue Super Meat Boy, con el héroe (Fénix) persiguiendo al antagonista (Oktarus) a través de los distintos mundos y niveles, nunca pudiendo alcanzarlo; sin embargo, después del cuarto mundo las cosas cambian y la historia se vuelve un tanto más interesante (por lo distinta y extraña, si la entiendo bien). Es una trama invita distintas interpretaciones, y creo no está diseñada para relatar algo concreto: tiene sus momentos dramáticos y otros cómicos, muy en el tono de otros juegos similares, sin tomarse demasiado en serio.
Cada mundo tiene 20 niveles y cada nivel tiene como objetivo principal alcanzar un cuadrado azul que permite avanzar al siguiente nivel, evitando toda clase de obstáculos y pruebas de destreza posibles para probar los límites de la velocidad y la paciencia. El nivel final de cada mundo es una batalla contra un monstruo (aunque la mayoría son realmente una lucha por evitar morir). La primera me pareció demasiado similar a la primera de Super Meat Boy y pensé que iban a ser todas parecidas, pero las siguientes son mucho más creativas y, por ende, difíciles, ofreciendo retos distintos a los de los niveles normales.
Los controles son sencillos: movimiento lateral con el análogo o las flechas, un salto múltiple y un dash que nos permite avanzar horizontalmente con velocidad. Como objetivo secundario podemos vencer el nivel en tiempo record (ganando estrellas doradas) o (¿y?) coger una galleta (¡yum!). Coger la galleta normalmente hace más difícil (o en ocasiones imposible) vencer el nivel en tiempo record. Siempre es más satisfactorio hacer ambas cosas a la vez, pero la mayoría del tiempo he repetido los niveles para conseguir las dos (si mi destreza y paciencia me lo permiten).
Hay dos dificultades: Easy y Rage. La dificultad Easy no hace el juego más lento o clemente, pero permite que seas golpeado una vez extra por los enemigos u obstáculos sin tener que volver a empezar. Desafortunadamente, si jugamos en Easy no podemos ganar estrellas doradas, solo conseguir galletas. En la dificultad Rage basta con tocar la esquina del pixel equivocado y estás devuelta donde empezaste (lo cual facilita morir cientos de veces en pocos minutos, ¡yay!). Aunque Easy seguramente es donde muchos empezarán, Rage es el modo que yo recomiendo si realmente quieren saber de qué trata este juego: el triunfo después de sufrimiento masoquista y la velocidad vertiginosa.
El modo Two permite jugar contra un segundo jugador en split-screen local (cosa que agradecí y maldije), lo que me trajo las más gratificantes victorias a contra reloj y las peores humillaciones por no poder moverse 5 cuadros sin morir patéticamente contra alguien que apenas ha empezado a jugar.
Cada nivel, además, tiene un modo Challenge (para ganar estrellas rojas) en el que tenemos saltos y dashes limitados y hay que pensar en la economía de movimiento. Este, sin duda, para mí, es el modo de juego más interesante: permite relajarse, dejar de preocuparse por el reloj (que siento es un estrés constante en estos juegos) y concentrarse en recorrer cada nivel perfectamente en el menor número de movimientos posibles. Siempre que me sobran uno o dos saltos siento que de alguna manera he vencido el macabro plan del juego de dictarme mis posibilidades (aunque seguro igual los movimientos extra son parte del diseño).
En algunos niveles (porque en muchos no he visto) hay un cuadrado rojo con un cronómetro que si es alcanzado es posible ir a unos niveles extra (Fenix´s Box) que se recorren igual que los niveles normales, pero están hechos en un estilo diferente, retro, y plantean otra serie de problemas para solucionarlos. Son en ocasiones los más divertidos de vencer (y algunas veces los más difíciles).
Para aquellos que han vencido la campaña o necesitan un respiro de algún nivel vertiginosamente frustrante, con las estrellas doradas que ganamos podemos comprar una serie de minigames arcade que mezclan las mecánicas de juego con divertidas fórmulas de clásicos de las maquinitas de centro comercial. Aún no los he jugado todos, pero parece que el objetivo siempre es conseguir la mayor cantidad de galletas posibles sin morir (pero estas no aportan a las galletas de la campaña).
Un detalle divertido de Fenix Furia es el premio por conseguir todas las galletas de un mundo: en el menú principal hay una opción que se llama Cookies y si tienes todas las 20 galletas de un mundo puedes ver la receta (sí, receta de ingredientes de cocina) de una de las 10 galletas del juego (Peanut Islet me llamó la atención y seguramente intentaré hacerlas).
Vale la pena resaltar que la música (un poco throwback a los viejos arcades) es emocionante y aporta a insertarnos en el juego de velocidad. Aunque después de un rato se torna algo repetitiva y preferí estar oyendo otra cosa mientras entraba en trance.
Fenix Furia es un juego adictivo y gratificante para quienes les gustan los retos de destreza, pero como cualquier otro de estos juegos, no es para todos: la curva de aprendizaje es un poco empinada y puede causar ira y frustración a muchos jugadores (aunque lo mismo se puede decir del excelente Super Meat Boy o VVVVVV o 1001 Spikes). Como he dicho antes, el juego requiere destreza y paciencia (en especial paciencia con nosotros mismos) para poder vencerlo y no es para completar en una sola sesión (a menos que tengas dedos mágicos y reflejos de gato). Así que lo recomiendo para quienes estén buscando ejercitar sus pulgares y afinar sus reflejos con los retos que ofrece este excelente indie de Green Lava Studios.
Reseña realizada con una copia de Fénix Furia brindada por Green Lava Studios en su versión de PS4