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[Opinión] Ghostrunner: el cliché de los ciberninja en el cyberpunk

Robot + ninja = genialidad

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Los ninjas son geniales. Los robots también son geniales. ¿Pero saben qué es más genial que ambos? Los robots ninja. El poder de un perfecto asesino combinado con la frialdad y la precisión de una máquina. Esta clase de personajes se han vuelto cada vez más comunes dentro de la ciencia ficción ‘cyberpunk’ –especialmente en los videojuegos– y no hay mejor ejemplo de ello que Jack, el ciberninja de Ghostrunner.

Este juego —desarrollado por el estudio polaco One More Level en colaboración con el estudio danés Slipgate Ironworks— salió originalmente en 2020 para PS4, Xbox One, PC y el año siguiente tuvo una versión mejorada para las consolas de nueva generación. En marzo de 2022 recibió además un DLC que sirvió de precuela a su historia.

Ghostrunner se desarrolla en un futuro posapocalíptico en el que la humanidad se ha visto recluida en el interior de una megaedificación. Nuestro protagonista, una entidad biocibernética llamada simplemente Jack, despierta sin memoria y recibe instrucciones de rescatar a alguien conocido como ‘el arquitecto’ para acabar con el gobierno tiránico que domina este titánico rascacielos.

Seremos francos, la historia es el elemento menos relevante de este juego. Aunque esta cumple con los tropos de una trama ‘cyberpunk’ tradicional —hablaremos de eso más adelante— solo es importante mientras sirva como excusa para poner al veloz protagonista a recorrer a toda velocidad las calles, techos, fábricas y laboratorios de este mundo distópico usando ‘parkour’ y destruyendo a los enemigos con un solo tajo de su espada.

El ciberninja es una de las mejores manifestaciones del ‘cyberpunk’. Representa los contrastes entre la carne y el metal, lo biológico y lo digital, lo tradicional y lo nuevo. Pero también representa algunos de los peores clichés de este subgénero.

El arquetipo de los robots ninja o ciberninja se ha vuelto tan popular en videojuegos cyberpunk como Ghostrunner que se está conviertiendo en un cliché.

Para entender de dónde viene esta figura tan interesante y entender mejor Ghostrunner, tenemos que volver en el tiempo a los años ochenta, la década en que el género ‘cyberpunk’ comenzó a popularizarse. Esto ocurrió gracias a películas como Blade Runner y novelas como Neuromante. También fue durante ese tiempo que los ninjas alcanzaron el epítome de su popularidad en occidente —la cual comenzó a crecer desde los años sesenta por culpa de la película de James Bond Solo se vive dos veces— gracias a una avalancha de filmes de artes marciales de bajo presupuesto que los tenían como protagonistas. Tampoco podemos olvidar que esta fue la década que nos dio a las tortugas ninja.

Otro importante factor cultural que influyó en todo esto fue la supremacía económica y tecnológica de Japón en esos momentos. Aunque esa bonanza resultó ser una burbuja económica, por un momento no había duda que Japón iba a “conquistar el mundo”. La presencia de los ninja en historias occidentales era una metáfora de ello, pero era aún más clara en las obras ‘cyberpunk’ que llenaron sus futuros distópicos de imágenes y textos orientales para representar hasta dónde se había expandido la influencia de Asía.

Blade Runner

Incluso durante la crisis económica de los noventa, el imaginario de Japón en el resto del mundo era de ciudades con tecnología futurista y personajes que, sin importar si eran empresarios o criminales, seguían un estricto código de honor

Los ciberninja o robots ninja comenzaron a aparecer en todos los medios, desde los androides Kanemitsu de Robocop 3 hasta series animadas como El amo de los robots y las figuras de la serie Ninjago de LEGO. Pero hay un medio en el que prosperaron mucho más que en los otros.

Los ciberninja que han aparecido en los videojuegos son demasiados para contarlos. Algunos bastante notables son los protagonistas del arcade The Ninja Warriors; el guerrero cibernético de Hagane; Zero de Borderlands 2; Kai Leng de Mass Effect; Grey Fox, Olga y Raiden de Metal Gear Solid; Genji de Overwatch; los personajes de Warframe, el protagonista del apropiadamente llamado Cyber Shadow y los centenares de robots ninja que hemos derrotado en numerosos títulos. Pero vamos a centrarnos en uno de ellos: Jack de Ghostrunner.

Controlar un ciberninja es cumplir una fantasía de poder. Controlar a Jack usando sus habilidades para correr por las paredes, impulsarse en el aire y moverse usando un gancho como si volara por los escenarios es un tremendo placer. Es verdad que esa fantasía puede romperse debido a la facilidad con la que el protagonista puede morir —un solo golpe o disparo, dos en la menor dificultad— pero ese es parte del “encanto” de este concepto.

El ciberninja no comete errores. Si nos tocan una sola vez, hemos fallado y no podemos ser considerados la mezcla perfecta de potencial humano y precisión digital. Hay que intentarlo otra vez. Superar de forma rápida y fluida una sección en la que derrotamos a una docena de enemigos que nos disparan sin parar es muy satisfactorio, no importa si tuvimos que intentarlo muchas veces.

Pero para ofrecer una jugabilidad como esta no era necesario para Ghostrunner un escenario ‘cyberpunk’. Las habilidades del protagonista se podían justificar en otros contextos, incluyendo el Japón feudal o uno de fantasía. Pero desarrollar la historia en este subgénero distópico de la ciencia ficción encaja bien. Después de todo, uno de los temas principales del ‘cyberpunk’ es ‘el cuerpo’.

Este tipo de historias están tan fascinadas con los cuerpos como lo están con las megacorporaciones y el neón. Estas exploran qué cambia en un individuo cuando se reemplazan partes de su cuerpo, cuando habitan uno completamente diferente o incluso cuando no tienen cuerpo. Ghostrunner presenta una idea interesante: “un cuerpo sin persona”. Jack y Hel, la protagonista del DLC, no son exactamente humanos. Los ghostrunners fueron creados en un laboratorio para ser armas perfectas. Son en parte humanos y en parte máquinas. No tienen pasado. Están programados para seguir órdenes.

Con personajes ciberninja como estos, el juego está en una gran posición para discutir la humanidad de estos “seres artificiales”. Incluso se presentan grandes ideas, como que no es posible controlarles por mucho tiempo porque su naturaleza no puede ser reprimida para siempre. Tristemente, Ghostrunner no parece muy interesado en explorar nada de eso a fondo.

La verdad es que este es un juego preocupado principalmente por sus elementos mecánicos. La historia, escenario y estética son elementos secundarios a su jugabilidad y solo están allí para proveer un contexto atractivo, aunque no profundo. Si nos ponemos a analizar su trama encontramos un universo muy interesante que grita por ser explorado, pero el juego lo limita.

El arquetipo de los robots ninja o ciberninja se ha vuelto tan popular en videojuegos cyberpunk como Ghostrunner que se está conviertiendo en un cliché.

El arquetipo del ciberninja se ha convertido en un cliché del ‘cyberpunk’ y es usado por Ghostrunner e infinidad de otras obras de la misma manera que usan elementos culturales asiáticos. Están allí porque son ‘cool’ y porque están en otros trabajos ‘cyberpunk’ populares, no porque quieran decir algo interesante sobre ellos. Es una verdadera lástima porque este tipo de personajes tienen mucho potencial: la dualidad de su naturaleza, su violenta razón de ser y posición como “herramienta” de los poderosos, son conceptos fantásticos que pueden ser el origen de grandes historias si tan solo sus creadores se atrevieran a salirse de la zona de confort.

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