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God Eater 2: Rage Burst – La reseña

Un mundo postapocalíptico en el que la humanidad se ha vuelto presa de los Aragami. ¿Podrás convertirte en ese símbolo de esperanza que tanto necesita?

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Bandai Namco es una de las empresas  —junto con Koei Tecmo— que tiene el monopolio de los videojuegos basados en licencias de anime, tales como Dragon Ball, Naruto, One Piece y Gundam. Aunque los títulos basados en estas famosas series han sido bien recibidos por el público general, no se puede olvidar que la compañía japonesa también posee sus propias IP. Mientras que hay unas tan conocidas como la franquicia Tekken y la serie Souls, también existen otras un tanto más obscuras, entre las que se encuentra la saga God Eater.

En un principio una exclusiva para las consolas portátiles de Sony, el primer God Eater debutó en Japón el 4 de febrero de 2010. Dado su éxito en oriente, God Eater Burst —una versión mejorada del juego— no demoró en llegar a occidente, donde tuvo una buena acogida. Tres años después, Bandai Namco publicó God Eater 2, título que —al igual que su antecesor— no se estrenó inmediatamente en América y Europa; los jugadores de estos continentes tuvieron que esperar tres años para obtener God Eater 2: Rage Burst, reedición de la segunda entrada de la franquicia y objeto de esta reseña.

Antes de comenzar a analizar el juego, cabe aclarar que esta es la primera vez que una entrega de la serie God Eater da el paso a consolas caseras, en este caso a PlayStation 4, y PC. Por otro lado, dado que este título es un port, es preferible dejar en claro desde el principio que su apartado visual no es su punto fuerte. Por supuesto, no es atroz, pero en varias ocasiones se pueden evidenciar texturas borrosas, las monótonas expresiones faciales de la mayoría de los personajes y otras cosas más. Aun así, la presentación de God Eater 2: Rage Burst nunca resultará un impedimento a la hora de disfrutarlo.

Lo primero que encontrarás una vez inicies el juego será el creador de personajes. Aunque no es tan complejo como el de juegos recientes tipo Fallout 4, ofrece la suficiente variedad para crear a tu protagonista soñado. Sin embargo, la personalización física tan solo es uno de los factores que contribuye a que la última entrada de la saga God Eater sea bastante rejugable. Ahora, si compraste la versión para PlayStation Vita, el juego te da la opción de trasladar tu partida guardada a la de PlayStation 4 y viceversa. Una característica perfectamente prescindible, pero apreciada.

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Una vez termines de crear a tu personaje, serás sometido a un tutorial que te enseñará los controles básicos del juego y, posteriormente, se te dará la posibilidad de elegir entre toda una variedad de armas. Tu personaje y todos los NPC que te acompañarán en las misiones contarán con un arma cuerpo a cuerpo, una de fuego y un escudo; no obstante, las dos primeras cuentan con diferentes tipos. Mientras que las armas cuerpo a cuerpo se dividen en guadañas —una de las adiciones de God Eater 2: Rage Burst—, martillos, cuchillos, espadas y lanzas; las de fuego nos permiten elegir entre escopetas, francotiradores, cañones y rifles.

Cada una de estas herramientas poseen sus propias estadísticas, fortalezas y debilidades y —por lo menos en un escenario ideal— es recomendable saber cuál arma escoger dependiendo de la situación que se presente. Por supuesto, nada te impide “casarte” con un arma de tu preferencia; claro, siempre y cuando sepas utilizarla y así no convertirte en un lastre para tu equipo.

Abramos un paréntesis y hablemos brevemente del sistema de batalla, el cual —con el único fin de poner un punto de comparación— podría definirse como un Monster HunterLight”. Ahora, esta clasificación no implica que God Eater 2: Rage Burst sea un juego simplón o fácil. De hecho, el poseer unas mecánicas más sencillas —las cuales no impiden que posea cierta profundidad, sobre todo gracias a los elementos que se introducen de forma progresiva— permite que el título sea más accesible al público general.

Sin importar las armas que escojas, tu personaje contará con un ataque débil y uno fuerte, los cuales podrás combinar para hacer combos. Dependiendo de tu destreza y del arma escogida, podrás conectar diferentes movimientos entre sí para generar un mayor daño. Aun así, habrá ocasiones en las que será necesario alejarse del enemigo y esa es la razón por la cual contarás con tu arma de fuego, la cual podrás equipar con diferentes tipos de municiones.

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Adicionalmente, tendrás la habilidad de cubrirte y “devorar” a los enemigos para obtener materiales —los cuales podrás utilizar para crear nuevos ítems y equipamiento que te ayudarán en futuras misiones— y, más importante, entrar en el modo Burst. Como podrás deducir, este hará que tus ataques sean más poderosos, pero solo estará activo durante un tiempo límite. No obstante, este puede recargarse si continúas devorando —táctica de la que no se recomienda abusar ya que dejará a tu personaje a merced del enemigo— y tus compañeros pueden hacer que aumente de nivel si comparten parte de su energía contigo.

Para resumir, se requiere un balance entre golpear, disparar, devorar y cubrirse para tener un buen desempeño en las misiones, el cual se verá recompensado con mejoras para nuestras armas, dinero e ítems. Sin embargo, todas las mecánicas mencionadas son tan solo la punta del iceberg con respecto a las herramientas que tendrás a tu disposición a medida que avances en la historia. Algunas de estas son las Blood Arts, una serie de habilidades únicas de cada arma que pueden mejorarse durante las misiones e intercambiarse en el cuartel general; los Link Support, que consisten en efectos otorgados a toda tu party por miembros inactivos —aunque eventualmente podrás crear tus propios efectos—, y la edición de balas, que te permitirá darle diferentes propiedades a tus proyectiles.

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Dejando de lado la jugabilidad, analicemos la trama del juego y la distribución de esta en las misiones, a las cuales podremos llevar un máximo de tres NPC. Estas se dividen en misiones estándar, que harán avanzar la historia, y misiones difíciles o libres, las cuales servirán para farmear y obtener materiales y mejoras para tus armas. Este formato puede resultar en ocasiones repetitivo debido al uso reiterado de los mismos Aragami —nombre de las bestias en el juego—, sobre todo durante las primeras misiones. Por fortuna, a medida que avances habrán niveles que te pondrán en contra de hordas de enemigos —los cuales quedarán registrados en un “bestiario” para que puedas consultar sus orígenes, fortalezas y debilidades— que te obligarán a abarcar la amenaza desde una perspectiva más estratégica.

Por supuesto, si tienes problemas con una misión o simplemente quieres divertirte con tus amigos, puedes probar el modo en línea. Aunque hay unos problemas con la interfaz de búsqueda de equipos, ya que no muestra el progreso en la historia del creador de la sala, la modalidad en sí funciona perfectamente. Por supuesto, es obligatorio tener una buena conexión para evitar causarle problemas a tus compañeros de equipo.

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Quizás el único punto negativo de God Eater 2: Rage Burst es lo tediosa que puede llegar a ser la trama al principio. Si bien mejora a medida que avanza y los capítulos de personaje —misiones especiales que reforzarán la relación entre el protagonista y un NPC específico  y te recompensarán con nuevas habilidades para los dos— ayudan a que te familiarices con los personajes de este universo, las primeras tres horas de historia son puramente expositivas y hacen un pésimo trabajo en dar un contexto de forma orgánica. Por otro lado, en múltiples ocasiones podremos escoger una respuesta de opción múltiple frente a una pregunta. Desgraciadamente, esto no tiene efecto alguno con respecto a nuestra relación con los otros personajes o el desarrollo de la trama.

Aunque es completamente subjetivo, vale la pena aclarar que el audio del último juego de la saga God Eater solo está en inglés. La actuación de voz es correcta, pero muchos jugadores podrán sentirse disgustados ante la inhabilidad de escoger el idioma. Por otro lado, Go Shiina vuelve como compositor y entrega piezas épicas y sentimentales que complementan la acción del título de principio a fin y que ciertamente contribuyen a que las misiones no se vuelvan monótonas.

God Eater 2: Rage Burst es el perfeccionamiento de la fórmula propuesta por el primer juego de la franquicia. A pesar de unos cuantos problemas con respecto a su narrativa, es un buen punto de inicio para aquellos que no estén familiarizados con la serie —ya que no es una continuación directa del título anterior— y ofrece bastante variedad en materia de jugabilidad y personalización para hacer de ésta una experiencia prolongada y bastante agradable. ¡Así que ve, domina el arma de tu preferencia y acaba con todos los Aragami con ayuda de los NPC o, cuando estés listo, con tus amigos en el modo en línea! Eso sí, si God Eater 2: Rage Burst no te anima a convertirte en un fanático de la saga, nada lo hará.

Reseña hecha con una copia de God Eater 2: Rage Burst en su versión de PS4 brindada por Bandai Namco.

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