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[Opinión] La problemática y floja trama de Monster Hunter World: Iceborne

¿Los cazadores somos los malos?

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Es difícil creer que Monster Hunter se ha convertido en una de las franquicias más importantes de Capcom. Ha superado nombres tan importantes para la historia de los videojuegos como Mega Man y Street Fighter. Antes de 2018, estos títulos en los que matamos dragones y dinosaurios para crear armas con sus partes y poder matar dragones y dinosaurios más grandes solo eran un éxito en Japón. Por fuera de su país de origen eran considerados juegos de nicho. Todo eso cambió con la llegada de Monster Hunter: World. Esta obra le dio a la saga el reconocimiento y popularidad que merece en todo el mundo.

Ahora, Iceborne —la gran expansión de ese juego que llegó a PS4 y Xbox One en 2019— acaba de llegar a PC. De nuevo, la prensa especializada se ha deshecho en merecidos halagos hacia este título. Sin embargo, muchos han evitado mencionar un aspecto del juego que puede ser su punto más débil y negativo: su historia.

De hecho, las historias de toda la saga han sido bastante malas.

En Monster Hunter: World somos parte de una expedición a un nuevo continente que es conocido como el ‘Nuevo Mundo’. Su objetivo es asentarse allí y descubrir las razones por las que cada década se da una migración de dragones antiguos a este lugar. Esto, supuestamente, causa graves trastornos en el ecosistema. Iceborne repite los mismos temas con una nueva isla, en la que la ‘canción’ de un dragón antiguo está afectando el ‘orden natural de las cosas’.

A simple vista, esta parece ser una historia bastante funcional. Le da al personaje principal una razón para estar en el escenario, cazar a los monstruos e incluso da la impresión de estar trabajando por lograr algo bueno. Pero esta fachada se cae facilmente tras un poco de escrutinio.

Para comenzar, la mayoría de monstruos que cazamos no son en realidad los que supuestamente están dañando la naturaleza. Son animales que están en la ruta de la expedición o sus asentamientos, que ‘molestan’ a uno de los personajes o que… bueno, a veces ni siquiera se nos da una razón para tener que cazarlos. Si leemos la descripción de las misiones opcionales, descubrimos que estamos cazando porque “un artista quiere inspiración para una nueva pintura”, “el cocinero quiere experimentar recetas con sus huevos” o “alguien tiene pesadillas con el monstruo y no quiere verlo”. La verdad es que la mayoría de veces solo lo hacemos por las recompensas que necesitamos para forjar nuevo equipo.

Si nos ponemos a analizarlo, los cazadores son en realidad los ‘malos’ de la historia. Monster Hunter hace todo lo que puede para ofuscar este hecho.

Esto es algo que ha pasado al menos una vez por la cabeza de todo jugador de la saga. Llevamos varios minutos en una encarnizada lucha contra una enorme criatura. De pronto comienza a huir, herida y asustada, hasta su nido. No podemos hacer más que perseguirla y seguir lastimándola hasta que, con una triste animación en la que exhala su último aliento, cae. Es verdad que también podemos atraparla, pero eso solo la condena a estar fuera de su hogar en una arena de combate para que otros cazadores entrenen.

El equipo de desarrollo está al tanto de esto. En una entrevista con Vice Games, Kaname Fujioka —director ejecutivo del juego— mencionó que fue muy difícil encontrar un balance de estos elementos para que “no se sintiera como una masacre de criaturas inocentes”. Sin embargo, eso es exactamente lo que se siente en ocasiones. 

Monster Hunter siempre ha sido así, pero los gráficos más realistas de las plataformas de la actual generación hacen que estos animales se sientan más reales que nunca. Es difícil no sentir pena por ellos y algo de culpa por lo que acabamos de hacerles.

¡Pero esto no importa! ¡Lo hacemos por el bien del ecosistema! ¿Es en realidad eso lo que está pasando? Porque todas las criaturas de estos juegos, incluyendo la presencia de monstruos como Xeno’Jiiva y Shara Ishvalda, son un inconveniente para los humanos miembros de la expedición, no para la naturaleza. Incluso potenciales desastres, como la explosión de Zorah Magdaros que evitamos, no hubieran hecho más que continuar el ciclo de la vida. Las supuestas alteraciones del ecosistema sólo existen de acuerdo a la percepción de los humanos. Ellos son verdaderos invasores, totalmente ajenos a un entorno que funcionaba perfectamente bien sin ellos. El juego nunca se detiene a preguntarse el inevitable efecto negativo que podrían tener los asentamientos humanos en estos entornos.

Los cazadores son conquistadores colonialistas. Se sienten con derecho a estas tierras y a explotar sus recursos naturales. Las excusas de ‘estudios ecológicos’ y ‘proteger el ecosistema’ hacen un pésimo trabajo ocultando eso. De hecho, Iceborne juega un poco con la idea cuando revela que las acciones de uno de los monstruos sirven precisamente para mantener el equilibrio, pero no se detiene a analizar que eso significa que nuestras cacerías eran innecesarias y dañinas.

Nada de esto quiere decir que Monster Hunter es un mal juego o que no debemos jugarlo. Al contrario. Estos son títulos muy divertidos y retadores que pueden tener a un jugador satisfecho durante cientos, incluso miles de horas. No hay nada de malo en disfrutar de un juego que tiene algunos elementos problemáticos. De hecho, detenernos a analizarlos puede llevar a nuevos niveles de apreciación y estas críticas podrían hacer que estos elementos sean arreglados en secuelas.

Una cazadora luciendo una ‘armadura’ forjada con la piel de sus enemigos

La verdad es que Monster Hunter ni siquiera necesita una historia. A pesar de sus intrigantes escenarios, la gran mayoría de la comunidad no se interesa por los ires y venires de los habitantes de Astera y Seliana. Es el satisfactorio ciclo de juego —cazar, forjar equipo, crear estrategias, cazar de nuevo— lo que nos mantiene pegados a estos títulos. Capcom tiene mucho espacio para mejorar sus tramas deshaciéndose de sus temas más problemáticos. Ya lo hizo con el ‘spin-off’ Monster Hunter Stories, en el que los monstruos se pueden convertir en aliados.

De hecho, algunos creen que las historias de estos juegos serían mejores con una aproximación más honesta. Aceptar que los cazadores matan por deporte y usar el hecho de que estas criaturas no parecen extinguirse nunca —podemos cazar uno tras otro infinitamente y siempre habrán más— para justificarlo. La excusa de ‘cuidar el balance’ de la naturaleza es hipócrita e innecesaria. Los personajes que la usan no son nada profundos y nuestro protagonista no es más que una hoja en blanco sin personalidad.

Monster Hunter ya es un juego excelente, pero con una buena historia que encajara temática y mecánicamente podría acercarse mucho a la perfección.

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