Los juegos de la era PS2 tienen un encanto especial. Onimusha es una de esas series de Capcom de comienzos del nuevo milenio que hacía uso de fondos prerenderizados, cámara fija y ‘puzzles’, inspirada en el aclamado Resident Evil. Sin embargo, enfocado en el periodo Sengoku del Japón feudal, seguíamos a un samurái contra las fuerzas de un resucitado Nobunaga Oda, quien tras morir en batalla hace un pacto con el reino de los demonios. El juego cuenta con mayores dosis de acción que su inspiración, aunque los controles tanque hayan sido actualizados en la remasterización de 2018 para plataformas recientes.
Su protagonista puede absorber las almas de sus enemigos derrotados y cambiar de arma entre espadas, lanzas, arcos y otras de doble filo. También es posible mejorarlas con dichas almas recolectadas y ejecutar ataques elementales. Desde su lanzamiento para PS2 en el año 2002 –aparte de las compilaciones–, Onimusha 2: Samurai’s Destiny no había obtenido relanzamiento alguno y ahora Switch, PS4, Xbox One y PC recibirán una remasterización el próximo 23 de mayo. Si bien Switch también recibió el anterior juego (Onimusha: Warlords), el primero de la serie en consolas Nintendo fue el exclusivo Onimusha Tactics para Game Boy Advance en 2003, igualmente desarrollado por Capcom.

En Onimusha 2: Samurai’s Destiny, un nuevo protagonista toma la antorcha contra Nobunaga Oda. Jubei Yagyu busca vengar la destrucción de su aldea y clan combatiendo hordas de demonios liderados por el siniestro estratega militar y ahora rey. No pasa mucho tiempo para que descubramos la herencia oni de Jubei, cuyos poderes le permiten absorber las almas de los demonios y ejecutar múltiples habilidades elementales con las diferentes armas especiales. En ese sentido no difiere mucho del primer juego, pero Jubei obtiene más ayuda de aliados que también desean arremeter contra Nobunaga.
Ekei, Magoichi, Kotaro y Oyu son estos personajes de soporte controlados automáticamente, que incluso pueden ser jugables en cortos periodos de tiempo y otro modo secundario. Como Jubei recolectamos una amplia variedad de objetos no consumibles que podemos regalar a cualquiera de ellos, para afianzar la alianza y recibir su ayuda u otros objetos de vuelta. Pero no es un elemento meramente decorativo. Las interacciones con estos personajes generan arcos de historia personales que Jubei puede experimentar sin afectar la historia principal. Esto a su vez invita a la rejugabilidad de la campaña, ya que en una misma partida no es posible obtener todas aquellas secuencias.

No se trata de simplemente regalar lo que se nos antoje. Cada aliado tiene sus propias preferencias y en los diálogos a veces da pistas sobre lo que podría gustarle. Por supuesto descubrirlo es más satisfactorio que recurrir a una guía, pero siempre eres libre de hacerlo. En contraste al sistema de combos de otra serie de Capcom como Devil May Cry, Onimusha enfoca sus combates en los ataques y contraataques acertados. Absorber las almas de los enemigos caídos no es automático sino que requiere presionar un botón, cosa que puede tornarse molesta en medio de muchos rivales. Es necesario calcular rápido los tiempos para que esto no conlleve recibir golpes. Con las almas se puede recuperar la salud (amarillo), el poder mágico (azul) y acumular experiencia para mejorar armas (rojo).
Si bien el diseño de escenarios –y las hierbas verdes– rememoran a los ángulos de cámara de los clásicos Resident Evil, limpiar una pantalla es más bien un trabajo fútil. Los enemigos o Genma suelen reaparecer una y otra vez, sin importar cuántas veces hayamos pasado por los mismos lugares alrededor del pueblo de Imasho. Aún si estos Genma son rematados en el suelo. Pero el juego no incentiva la presión desmedida de botones para atacarlos, sino que vislumbra una ventana de oportunidad antes que estos ataquen para eliminarlos en el acto. A medida que encontramos nuevas armas y las mejoramos se hace más fácil repasar las huellas, pero no lo hace menos repetitivo.

Gráficamente se notan las mejoras respecto al juego anterior, especialmente en las texturas de personajes. Los fondos prerenderizados, aunque de una belleza innata, sí luchan un poco más en seguirle el paso a las resoluciones modernas. Algunas partes de los escenarios se pueden ver de baja calidad en contraste con otras, aunque esto no demerita el estado general de la remasterización en un juego con más de dos décadas. Lo más interesante es ver cómo Onimusha 2 no pierde la identidad de su estética en interfaz de usuario y menús, tan fascinante como en su época y tan escasa en juegos más recientes de ‘hud’ aburridos.
Este juego es uno de los mayores representantes de aquella era en juegos de acción y así mismo no se toma excesivamente serio o existencialista. Su ficción histórica le permite jugar con la transformación obligatoria de Jubei en un Onimusha cuando recolecta cinco orbes púrpura, o convertirse en un hombre de traje negro en el contenido adicional recogiendo cintas de filme y esquivando enemigos. Otra de estas modalidades aprovecha a los personajes extra de forma jugable con una barra de energía constantemente en descenso, mientras que en una más nos podemos dedicar a resolver ‘puzzles’ que pueden llegar a ser una pesadilla.



Impresiones hechas con una copia digital de Onimusha 2: Samurai’s Destiny para Nintendo Switch brindada por Capcom. El juego también está disponible en PS4, Xbox One y PC (Steam).