Opinión: Juéguelo

por
Natalia henao

Nada nuevo puede decirse de un juego tan popular, pero sobre todo tan idolatrado como Portal, y lo único que quiero repetir es que vale la pena conocerlo.

Especialmente ahora que la misma empresa que lo lanzó en 2007 prepara una segunda versión para finales de este año, y ha prometido un título completo, de mayor duración y respaldado por mucho más presupuesto.
A diferencia del director ejecutivo de Valve yo no voy a pronosticar que esa nueva entrega será igual de cautivadora. Porque Portal es eso: un juego seductor desde el primero hasta el último minuto de sus escasas dos o tres horas de duración. Pero quizá es así porque se hizo como un proyecto alterno, sin las presiones de esos grandes lanzamientos que deben recuperar inversiones millonarias, esos títulos sobre los que se pone la responsabilidad de mantener a flote toda una empresa de entretenimiento digital.
Lo que me atrevo a afirmar es que hay una norme probabilidad de que quienes aún no conocen el juego pasen un buen rato frente a su pantalla cuando finalmente cedan a la tentación y entren a los laboratorios Aperture para ser puestos a prueba.

Portal, rudamente simplificado, vendría siendo eso: un laberinto. Sus jugadores simples sujetos de prueba. Pero habría que estar ciego y sordo para no reconocer en esas pruebas una excusa para presentar al verdadero protagonista del juego: esa computadora que dirige los experimentos, que disimula de forma infantil el peligro mortal que se esconde tras ellos, que promete una deliciosa recompensa.

Sí, el juego demanda un constante esfuerzo intelectual para resolver cada nivel y no poca destreza en el manejo del ratón y las teclas. Pero la magia de Portal tendría que estar en que a esa maraña de obstáculos y acertijos espaciales se superpone un personaje tan confuso, gracioso y fascinante como es esa computadora.

Así, casi sin que el jugador lo note, se desenvuelve ante él uno de los juegos más satisfactorios de su toda experiencia digital, un título que además tiene el mérito de no estar basado en estándares corrientes; el enemigo principal no es una amenaza física sino una presencia imprecisa, no se lo combate con armas de fuego sino con un cañón que dispara portales que alteran el espacio y no es llanamente malvado sino una entidad complicada; esencialmente femenina.

Quizá soy incapaz de explicar por qué Portal deja una huella tan profunda en sus seguidores. Una cosa es segura: el juego nos ha conquistado a casi todos y casi todos los que hemos escapado de Aperture buscamos desde ese momento un portal que nos lleve de vuelta. Esa estadística, más que cualquier argumento, debería provocar a quienes aún desconocen el juego.