Los cultos religiosos me intrigan tanto como me aterran. No me refiero a los “cultos satánicos” que suelen ser parte de la ficción de las historias de terror, sino a los grupos de personas que son manipuladas por un líder carismático y se convencen que de seguir sus deseos los llevará a un paraíso. En los videojuegos, esta clase de agrupaciones suelen ser enemigos muy mal definidos que sirven como punto final de nuestras balas —ahí tenemos a Children of The Sun y a Far Cry 5 como ejemplos— y no se preocupan en analizar lo que significan para la sociedad y las personas. El nuevo juego indie toma el tema cultos religiosos y hace algo muy diferente y mucho más interesante.
Lo que hace realmente especial a este juego es que su desarrolladora, NikkiJay, es sobreviviente de un culto religioso real y ha plasmado sus experiencias en esta obra. Pero no crean que eso significa que esta es una historia densa y traumática, en realidad es una aventura muy cómica que usa el humor a la perfección.
Ren es una joven veinteañera que vive en una granja con su novia en el idílico mundo de Hus, un paraíso ‘queer’ habitado casi exclusivamente por mujeres. Descubre que sus ‘faer’ —una especie de ovejas— han escapado y cuando intenta buscarlas, se ve envuelta en una trama cósmica que la llevará a enfrentar dioses y a viajar por diferentes mundos en busca de libertad para ella y para su comunidad.
Aunque suena como una aventura épica, Quantum Witch es en realidad un juego narrativo muy pequeño con algo de plataformeo y unos cuantos ‘puzles’ sencillos. Alcanzar uno de los finales por primera vez no nos tomará más de un par de horas, pero las cosas no terminan ahí. Este es un juego en el que muchos eventos —incluyendo el final— pueden cambiar de acuerdo a las decisiones que tomemos, los lugares que visitemos y los personajes con los que hablemos.
Ya que es un juego tan corto, no me hubiera molestado jugarlo entero varias veces para descubrir todos los secretos y opciones que esconde la trama, pero NikkiJay nos pone las cosas aún más fáciles. A partir de nuestra segunda partida podemos crear un ‘checkpoint’ en cualquier momento y cargarlo cuando queramos para experimentar con las diferentes opciones y ver qué cambia. Una decisión puede afectar un par de diálogos, revelar una escena graciosa, un detalle importante del ‘lore’, cambiar el destino de una comunidad o incluso acabar con la vida de alguien.




A medida que avanzamos conocemos algunos grupos muy llamativos. Las seguidoras de la cobertura de la lámpara —que juran que no son un culto— son una parodia de las absurdas reglas de los cultos religiosos que pueden resultar bastante exageradas y graciosas, pero más adelante podemos visitar el poblado de Riverhome que vive bajo el control absoluto de una diosa del agua y presenta una visión más interesante y compleja de la relación de las personas con su religión.
El tema de los dioses, la divinidad, la relación de una comunidad con sus creencias y la forma en que estas moldean la identidad de cada uno permea cada elemento de Quantum Witch, incluso los más absurdos. No me gustaron las referencias que hace a otros juegos —y que incluye cameos de protagonistas de algunos títulos retro— pero incluso estas son parte importante del ‘lore’ del juego. Dejando de lado un par de bromas un poco ‘cringe’ y ciertos elementos metanarrativos, tengo que decir que los diálogos y la historia son excelentes. Cuando el juego se pone “serio” y Ren reta a los mismos dioses presenciamos diálogos fantásticos con mucha carga emocional y filosófica.
El balance entre la comedia y el drama es muy bueno y cada nuevo descubrimiento que hacía sobre la historia fue muy satisfactorio, pero la jugabilidad nunca estuvo a la altura de la narrativa. El control no es muy bueno y aunque es verdad que no exige mucha precisión a la hora de hacer saltos, no se siente bien. Los ‘puzles’ pecan por su sencillez y aunque la idea detrás de la magia que nos permite usar las plataformas en segundo plano es buena, está completamente desaprovechada.

El mapa inicial en Hus puede resultar muy laberíntico y es fácil perderse en él a pesar de su pequeño tamaño. Otros elementos como el ciclo de día y noche apenas tiene aplicaciones y las pocas veces que sirve para algo se siente bastante forzado. No quiero decir que la jugabilidad me desagradó, pero a veces sentía que sobraba y que el juego hubiera funcionado mejor como una novela visual enfocada en la historia y la toma de decisiones.
Un elemento del juego que no he mencionado aún es su estética. Yo siento mucho cariño por el arte en pixeles y este no es diferente. A pesar de su extrema sencillez, los personajes y escenarios transmiten mucha personalidad y en algunos casos son bastante bellos. Algunos diseños, como el de las vacas, son totalmente preciosos. La música es fantástica y seguramente la voy a escuchar muchas veces por fuera del juego.
Aunque ya hice mi trabajo de reseñar Quantum Witch, voy a seguir jugándolo. No solo porque aún hay finales y escenas que no he visto y me causan curiosidad, sino porque sinceramente me encariñé con Ren. Amo la forma en que NikkiJay —en colaboración con un par de escritores más entre los que se cuentan la youtuber Stephanie Sterling— logró tratar temas tan complejos como los cultos religiosos y la relación de las comunidades con dios con igual gravedad y humor. Estaré muy atento de los futuros trabajos de esta mujer.

Reseña hecha con una copia digital de Quantum Witch para Steam provista por Reinassance PR.