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Si ya conoces Dragon Ball, ¿por qué el afán de jugar lineal Kakarot?

DBZ: Kakarot no es un mundo abierto, pero te permite explorar como pocos juegos de Dragon Ball lo habían permitido.

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En esa época antigua llamada los noventa todos buscábamos la mayor fuente de información relacionada con Dragon Ball al ser la serie del momento, y para sorpresa de nadie Japón ya contaba con una buena cantidad de videojuegos en su haber, la mayoría no localizados a Occidente y exclusivos del lejano Oriente.

Aparte de los clásicos títulos de pelea que no requerían mayor conocimiento del idioma, existía un RPG para Super Famicom del año 1992, al que solo pudimos tener acceso por métodos no legales y la magia de la emulación, dada la dificultad de obtenerlo, Dragon Ball Z: Super Saiya Densetsu.

Este era una mezcla de RPG con cartas basado en la historia de Dragon Ball Z hasta la batalla contra Freezer, incluidas las historias intermedias desde la llegada de Raditz a la Tierra. Pese a la alta barrera del idioma, ofrecía un elemento que no se había visto mucho en otros juegos de la serie: exploración libre en el planeta Tierra y en Namekusei.

Las constantes batallas aleatorias y la dificultad de comprender el funcionamiento correcto de las cartas terminaban alejando, pero la exploración era lo suficientemente decente. Dragon Ball Z: Super Saiya Densetsu nunca salió de Japón y tuvimos que esperar hasta los juegos de Dragon Ball Z: The Legacy of Goku para Game Boy Advance, desarrollados por Webfoot Technologies, para tener algo de acción/RPG y cierta inspiración en Zelda más no al mismo nivel.

Monolith Soft intentaría lo propio con un RPG más puro en Dragon Ball Z: Attack of the Saiyans, sin ser la experiencia completa de la serie aun con su calidad innata. Así que entre más títulos del género de peleas seguíamos viendo bajo la licencia de Dragon Ball, no eran muchas las opciones de revivir la historia de la saga de forma más abierta, una trama que vimos hasta el cansancio con el ‘anime’ y repetimos otras veces más.

Dragon Ball Z: Kakarot nos propone justamente eso.

Por supuesto existe un argumento general que pasa por la llegada de Raditz, Vegeta y Nappa, el viaje a Namekusei, Freezer, los Androides, los juegos de Cell y Majin Buu. Pero al ser un canon tan reconocido en la cultura popular no existe la misma necesidad de avanzar a toda prisa por los nudos narrativos para conocer el desenlace de la historia.

No es por suponer que el 100% de los potenciales jugadores de Dragon Ball Z: Kakarot conocen de principio a fin la historia de Dragon Ball Z, aunque fuese algo de esperarse. Pero el factor nostalgia es uno de los puntos más fuertes, sino el mayor, para vendernos por enésima vez la vida y obra de Goku con una faceta más exploratoria.

Esta falta de urgencia libera al jugador para recorrer el mundo propuesto por Akira Toriyama en su manga y anime, y conocer más de cerca aspectos como las aldeas, pueblos y ciudades que solo hemos visto a través de la serie animada o películas, eso con los que han aparecido. O el regreso de personajes que desde la primera Dragon Ball no conocíamos su destino, u olvidados, en el caso de la bipolar Lunch.

Dragon Ball Z: Kakarot no es un juego de mundo abierto, pero a diferencia de otros títulos en la franquicia y de manera significativamente superior a juegos como Super Saiya Densetsu, The Legacy of Goku o Attack of the Saiyans, si hace de la exploración una experiencia más gratificante, con espacios amplios aunque limitados por muros invisibles que «la trama no permite cruzar.»

Volar sobre la nube voladora con Goku o controlar a Piccoro en el aire a súper velocidad tiene su encanto, pues el juego regala el suficiente campo de pruebas para que los jugadores no se sientan ahogados por las limitaciones; pese a que siempre está recordándoles que hay una historia por avanzar y completar. Hey, no es nuestro problema si Gohan es secuestrado por su tío Raditz, si en su lugar podemos recolectar orbes de colores, ordenar comidas con ingredientes «esforzadamente» obtenidos y visitar poblados para comprar objetos varios.

Muchas veces quisimos recorrer el mundo creado por Toriyama y DBZ: Kakarot es tal vez el primero que se pone serio en el asunto, aunque exagere un poco con los orbes coleccionables y no explique de dónde salen tantos Robocalaveras que según recuerdos, pertenecían a la Patrulla Roja. Es mejor tomarse el tiempo, conocer los entornos, y no solo volando, pues correr a súper velocidad por los parajes es otro detalle satisfactorio.

En cuanto a los dinosaurios, descubrirás que son criaturas lo más de tranquilas y que puedes caminar a su lado, hasta que decides dispararles una ráfaga de energía y despertar a la bestia salvaje…

Para los sorprendentemente no conocedores de la serie, existe un apartado denominado ‘Enciclopedia Z’, donde como su nombre indica se registran todos los temas relacionados con Dragon Ball: personajes, locaciones, relaciones, objetos especiales, términos, videos, música, etc. Un compendio informativo que un fanático tampoco gustaría perderse.

De esta manera nos damos cuenta del trabajo aplicado por CyberConnect2 para complacer no solo a los que han acompañado a Kakaroto durante décadas, sino para explicarle con toda paciencia a quien no tenga idea de qué carajos es un Saiyajin. Quizás creas que estos últimos disfrutan por partida doble, historia y jugabilidad, pero incluso la recreación de escenas clásicas con el motor gráfico del juego dotan de cierta frescura e interés momentos grabados en la mente, cortesía de tantas tardes frente al televisor.

Continúa en la reseña de Dragon Ball Z: Kakarot
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