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SOMA – La reseña

SOMA es una excelente historia de ciencia ficción, con jugabilidad sólida y entornos submarinos misteriosos construidos con cuidado. ¿Pero es puro terror?

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A pesar de ser un aficionado a los avances tecnológicos, siempre me ha asustado algo: que seamos dominados por una inteligencia artificial, esclavizados al punto de perder nuestra humanidad. Obvio, es un temor más ligado a la especulación y a mi gusto por la ciencia ficción, pero cuando se plasma en un juego con una buena calidad los resultados son interesantes. SOMA es una de esas historias, iniciando de manera sencilla pero extendiéndose de manera compleja gracias a su excelente narrativa y su carga de suspenso submarino.

SOMA nos pone en el rol de Simon Simon Jarrett, un hombre del común con algunos traumas ocasionados por un accidente, y que resulta atrapado de manera misteriosa en una instalación submarina llamada PATHOS-II, lugar creado con el objetivo general de asegurar la supervivencia de la raza humana. Después de varios hechos que se van explicando poco a poco, el lugar queda a merced de una inteligencia artificial que invade no solo la base sino que esclaviza de manera retorcida a sus antiguos habitantes. Simon debe encontrar la escapatoria del lugar, pero también las respuestas sobre esta extraña invasión y resolver algo más importante: ¿su cerebro le está brindando información real?

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Es muy difícil entrar al análisis del argumento sin dar spoilers, pero los evitaré desde aquí por el bien de la experiencia de cada cual. Las sorpresas en SOMA no se dejan esperar, teniendo un inicio rarísimo que sirve de tutorial pero le da el primer toque misterioso a la historia de Simon. Igualmente, la aventura va desgranando con paciencia sus elementos, con un ritmo pausado y variado. Hay un delicado balance entre momentos graciosos y grandes tensiones, esto debido a algunos diálogos del protagonista, ambientes claustrofóbicos, decisiones muy importantes, la aparición inesperada de enemigos o aliados como la científica Catherine Chun, y cuestionamientos sobre la humanidad, la inteligencia artificial y las ciencias aplicadas al estudio cerebral

SOMA no será amable contigo después de un rato, recordándote que en el fondo es un juego de exploración para sobrevivir, donde no podremos defendernos de manera activa contra las amenazas ni encontraremos ayudas para resolver sus misterios. Nuestros primeros minutos en PATHOS-II son prueba de ello: debemos armar una herramienta importante para el resto de la campaña, siguiendo unos pasos muy concretos para conseguir las piezas y ensamblarla, evitando ser descubiertos por una de las criaturas cibernéticas de la base. La combinación de puzzles con momentos tensionantes nos hace preocupar por más de una cosa a la vez.

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Una fortaleza jugable de SOMA está precisamente en la variedad en sus puzzles. Obtener claves, escanear mapas, crear archivos de investigación, etc. Mediante una complejidad que no es excesiva pero sí satisfactoria, usa retos diferentes en su forma y fondo que hacen más interesante la experiencia, además de hacer diferente la exploración de cada punto de PATHOS-II, lugar dividido físicamente en varias subestaciones. También hay que destacar la forma en que se reemplaza un radar para detectar enemigos por una sensación extraña en el cerebro de Simon, que es visible en la pantalla como una especie de estática, además de íconos contextuales para indicar lo que podemos hacer con algunos objetos, brindando así mayor inmersión y limpieza al conjunto.

Ahora, ¿SOMA es un juego de horror? Digamos que no de manera directa o continua, pero seguro te va a sacar gritos en varias partes. Frictional Games construyó una experiencia de misterio y suspenso por encima del terror clásico evitando el exceso de sustos baratos; se puede sentir la opresión de Pathos II, la incertidumbre de nuestra misión y la presencia de esta invasión tecnológica, donde los momentos de humor ligero eliminan nuestra alerta para provocar mayor impacto. También se puede definir como una historia de detectives cargada de tensión, la respuesta no es aparente ni podemos sentirnos a salvo.

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La forma en la que están diseñados los escenarios aumenta las sensaciones. El fondo del mar se siente tan tranquilo que preocupa, y el interior de las subestaciones confunde al jugador para no revelar las respuestas rápidamente. La soledad y encierro de PATHOS-II contribuyen a mantenernos en estado de inseguridad, casi como si fuéramos observados desde la oscuridad. Para completar, los sonidos graves y música delicada pero punzante incrementan las posibilidades de mantenernos con la piel de gallina.

En realidad son muy pocos los puntos negativos de SOMA. Tal vez algunos momentos donde la imagen no fluye bien o el control no responde de la manera deseada, algo que no ocurre de manera repetida como para romper la experiencia. Incluso se podría decir que el apartado visual tiene contrastes entre lugares de alta belleza frente a otros más planos, pero creo que eso obedece al deseo de plasmar la aventura como un reflejo del choque entre lo natural y lo artificial, uno de los puntos base de la narrativa. La suma de las partes brinda un conjunto sólido y que cumple con el objetivo de generar un gran juego de misterio.

Para crear una experiencia agobiante y misteriosa no es necesario agregar sangre por litros ni crear caminos de partes humanas. SOMA es un ejemplo excelente que combina una historia de ciencia ficción profunda, jugabilidad sólida y entornos construidos con cuidado, como si de una telaraña se tratara. Es un juego perfecto para los jugadores pacientes y entusiastas de la observación de cada detalle, que desean una experiencia detectivesca con potencial impacto sensitivo y sumergirse como un buzo que no sabe lo que le espera en la oscura profundidad del océano.

Reseña realizada con una copia de la versión PC de SOMA brindada por Frictional Games. El juego también está disponible para PlayStation 4, Mac y Linux.

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