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Stray – Reseña

El michijuego.

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Los videojuegos ambientados en mundos post apocalípticos abundan hoy en día. Hay un encanto particular en las historias que nos muestran un mundo en que la sociedad ha colapsado y aquellos que quedan deben buscar la forma de salir adelante. ¿Pero cuántas veces podemos controlar a toscos supervivientes contra un mundo que ha dejado atrás a la humanidad? Stray resuelve el problema del protagonista extinguiendo por completo a los seres humanos y ofreciéndonos el control de un adorable felino.

Este es el famoso “juego del gato” que se convirtió en la adoración del internet en las semanas posteriores a su lanzamiento. Pero más allá de su éxito viral, en esta reseña queremos ver qué es lo que hace tan especial a Stray. No puede ser simplemente la novedad de controlar a un gato, ¿o sí?

Si a ustedes les causa estrés o ansiedad ver animales en situaciones peligrosas, apróximense con cuidado a este juego. Poco después de comenzar a jugar vemos a nuestro tierno protagonista sufrir un accidente que lo aleja de su colonia felina. Buscando un camino de regreso, debe huir de extrañas criaturas que aparentemente quieren devorarlo, encuentra una sociedad de robots que ahora habitan las ruinas que dejaron los humanos y consigue la amistad de una pequeña máquina que le ayudará a navegar este extraño lugar para volver a la superficie.

Stray combina varios géneros de videojuegos. Es, principalmente, un juego de aventura en el que tenemos que explorar los escenarios buscando objetos para resolver acertijos sencillos. También hay secciones de plataformas, persecuciones, sigilo e incluso una en la que contamos con un “arma” para enfrentar a los bichos que nos atormentan. A pesar de ser un juego muy corto —se puede terminar entre cinco y seis horas— ofrece buena variedad de situaciones y maneja un buen ritmo entre la acción y sus momentos más calmados.

Nada de esto es novedoso y dicha combinación de géneros ya se ha visto en múltiples títulos. Es su ambientación y tono —lo que algunos describirían como “sus vibras”— lo que realmente nos mantuvo enamorados de este juego. Las ruinas urbanas que recorremos, sus melancólicos habitantes robóticos y su banda sonora electrónica/ambiental crean una sensación de nostalgia por un mundo que no conocimos y un extraño apego por las comunidades que han surgido desde la desaparición de los humanos.

Esas sensaciones que el juego nos genera se deben a la perspectiva única que ofrece. Stray no es el primer videojuego que nos permite controlar un gato, pero sí es el primero que presenta a uno de forma tan realista. Quienes convivimos con gatos podemos reconocer maravillados la forma en que el protagonista corre, sus saltos precisos, la forma en que araña las paredes y cómo se “despereza” tras una siesta. El trabajo de animación en este bello animal es increíble y uno de los principales atractivos del juego.

Sin embargo, este no es el ‘cat simulator’ que muchos parecían esperar. El protagonista puede moverse como un gato, pero sus acciones demuestran una inteligencia muy diferente a la de los felinos. Poco después de comenzar a jugar conseguimos un amigo robótico llamado B12 que se encarga de “traducir” las conversaciones con los robots y los textos del juego. Incluso manteniendo la mente muy abierta y convenciéndonos de que en el futuro es posible comunicarnos verbalmente con los gatos, su capacidad para seguir instrucciones y razonar resulta, literalmente, increíble. Esto, por supuesto, es consecuencia de la naturaleza de Stray como videojuego de aventura y no lo consideramos un defecto.

Un aspecto negativo es que su narrativa está en un segundo plano y es un poco descuidada. Su verdadera fortaleza, como ya dijimos, está en su ambientación y tono.

Lo que sí es un defecto es lo imprecisos que pueden ser los controles. Verán, el salto es una acción contextual. Solo podemos realizarlo cuando hay una plataforma cercana a la que podemos saltar y cuándo aparece el indicador. El problema es que la distancia necesaria para realizar un salto no parece consistente. Son comunes los momentos en los que tenemos que acomodarnos perfectamente para que aparezca el indicador de salto. También es usual que acabemos en una plataforma diferente a la que queríamos llegar. Esto puede ser un gran problema en las secuencias de sigilo. Hay acertijos y secciones de plataformas que no resolvimos con lógica, sino moviéndonos por la zona hasta encontrar los lugares en que el salto se habilitaba.

A pesar de ese aspecto, este juego goza de muy buena calidad técnica. Los escenarios están llenos de detalles y lucen bastante realistas. Al jugar en PS5, el juego corre a 60 fps (más o menos estables). También hace un gran uso del DualSense para hacernos sentir la experiencia de correr, saltar y arrojar cosas por los escenarios. Lo mejor de todo es que a través del control podemos sentir el ronroneo del gato cuando duerme.

Podemos decir que Stray es un juego ‘cyberpunk’, aunque uno bastante inusual. Cuenta con temas de megacorporaciones, transhumanismo y cibersociedades, aunque los presenta principalmente como algo del pasado. Los robots que forman la nueva sociedad se han basado en lo que saben de los humanos para crearla. Esto se presta tanto para situaciones jocosas como para otras más oscuras. Por ejemplo, una de las comunidades que encontramos es un estado policial en la que todos temen encontrarse en la mira de los centinelas, los cuales actúan basados en reglas que no tienen ningún sentido para un mundo como este.

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El ‘cyberpunk’ también está presente a nivel visual. Todo el juego se desarrolla dentro de una megaestructura y los escenarios, sobre todo cerca al final de juego, cuentan con la iluminación neón característica del género. El problema es que también usa muchos elementos de la estética ‘cyberpunk’ de forma nada reflexiva. Como bien saben, estas obras usan mucha iconografía asiática y en Stray tenemos toda clase de decoraciones de apariencia china, japonesa y hasta vietnamita sin justificación alguna.

BlueTwelve, el estudio desarrollador, es francés y no ha ocultado que se inspiró en Asia para crear este juego. En muchas formas recuerda a las densas edificaciones de lugares como Hong Kong. Pero al presentar estos elementos de esta forma termina cayendo en el orientalismo.

Aunque estos problemas son dignos de discusión, no afectan demasiado la experiencia de jugar Stray. Es por eso que no dudamos en recomendarlo, sobre todo si son amantes de los gatos. Si no lo son y juegan en PC, siempre pueden recurrir a los mods para convertir al protagonista en algo más.

Stray
8/10 Nota
Lo que nos gustó
- El protagonista y sus animaciones realistas.
- La fantástica ambientación y banda sonora.
- Excelente ritmo entre momentos de acción y exploración.
- Hay un botón dedicado para hacer 'miau'.
Lo que no nos gustó
- Controles algo imprecisos.
- Algunos elementos resultan orientalistas.
- Algunos acertijos pecan de sencillos.
- La narrativa podía estar mejor trabajada.
En resumen
Stray es un juego precioso con un protagonista inolvidable, sobre todo si son amantes de los gatos, y unas "vibras" fantásticas. A pesar de su falta de reto y corta duración —o tal vez gracias a eso— nos permite disfrutar de su fantástica ambientación sin problemas. Algunos problemas con el control y las críticas que se hacen a su aparente apropiación cultural de iconografía asiática no deben ser excusas para no pasar un buen rato con este agradable videojuego.

Reseña hecha con una copia digital de Stray para PS5 brindada por Annapurna Interactive.

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