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Torment: Tides of Numenera – La reseña

Volvamos a las raíces del género RPG y construyamos una historia propia.

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En el mercado de hoy, lleno de RPGs repletos de acción, es raro pensar que un juego que nos obligue a leer tanto pueda entregarnos de las mejores y más sinceras experiencias modernas de juego de rol. Es, sin duda, algo que a muchos no llamará demasiado la atención, pero a otros llevará en una aventura increíble con una riquísima historia y personajes excepcionales.

Torment: Tides of Numenera de inXile Entertainment es el sucesor espiritual del clásico de los 2.5D RPG, Planetscape: Torment, de 1999. El juego es el resultado de una exitosa campaña en Kickstarter que se lanzó en marzo del 2013, marcando el récord del juego más fundado con 4 millones de dólares al finalizar. Originalmente el lanzamiento estaba programado para diciembre del 2016, pero la fecha se corrió al 28 de febrero del 2017.

Como su predecesor, el juego tiene lugar en el universo de Numenera, el juego de rol de mesa creado por Monte Cook que se desarrolla en el Noveno Mundo: la Tierra mil millones de años en el futuro. Las sociedades de la Tierra viven en un estado semi-medieval, en ciudades pequeñas rodeadas de un mundo repleto de las reliquias incomprendidas del pasado.

En este mundo somos el Último Desechado (Last Castoff): el último cuerpo conocido del Dios Cambiante (Changing God), un ser que ha conseguido la inmortalidad al pasar su consciencia de un recipiente a otro y está siendo acechado por La Pena (The Sorrow), una entidad que busca acabar con este “dios” y todas sus creaciones (siendo nosotros una de ellas).

Despertamos poco después de que el Dios Cambiante abandona nuestro cuerpo y debemos explorar el Noveno Mundo en busca de nuestro creador y una forma de detener a La Pena. A lo largo del camino nos toparemos con otros Desechados, haremos amigos y enemigos, e intentaremos dejar nuestra marca indeleble sobre la historia.

Y hablando de la historia, vale la pena hacer una advertencia: en este juego hay que leer mucho. No hay escenas cinemáticas que ilustren lo que ocurre ni nada parecido. Todo se nos comunica a través de texto y diálogos, y es en estos diálogos y en nuestras decisiones donde Tides of Numenera brilla más, con un excelente desarrollo de personajes, una historia repleta de misterios y una buena dosis de filosofía. Pues, ¿cuál es el sentido de nuestra existencia? Somos un desecho.

En los diálogos y las opciones entran en juego las ‘tides’ o mareas (cinco en total), que poco a poco van determinando lo que podríamos llamar nuestro “perfil psicológico” – aunque tienen más que ver con nuestras acciones y no con nuestras intenciones y nada que ver con la moral ordinaria. Ser bondadoso o caritativo desarrolla nuestra marea dorada, por ejemplo, y preguntar mucho (o demasiado) desarrolla nuestra marea azul. Cómo desarrollemos nuestras mareas y cómo las pongamos en práctica genera un impacto duradero en el mundo que será nuestro legado.

La historia y mitología del juego son extensos y mientras avanzamos parece que el mundo crece y crece, siempre con más espacio para la exploración, otorgando un interesante valor de re-jugabilidad para los que quieran ver cómo se pueden desarrollar los escenarios de otra forma. Es un juego que vuelve a las raíces del RPG y nos aleja un poco de las fantasías de poder modernas. Realmente tomamos el rol del Último Desechado en este mundo y construimos una historia a partir de los fragmentos que los desarrolladores han dispuesto en el juego.

Todo esto con un curioso mundo de fantasía y ciencia ficción de trasfondo, donde la magia y la tecnología se confunden y la sociedad se mueve en una medievalidad peculiar (con cierto aire Final Fantasy). Los ambientes son una mezcla fracturada, pero refrescante, de elementos hiper-tecnológicos y rústicos, con máquinas que nos recuerdan las novelas pulp del siglo pasado, o esa estética futurista de los setenta con mucho de Calabozos & Dragones.

Para quienes jugaron Planetscape: Torment o, más recientemente, Pillars of Eternity u Original Sin, la jugabilidad se les hará bastante familiar. Tomamos control del Último Desechado (y sus compañeros) desde una vista isométrica y exploramos los ambientes con el mouse (presionar TAB nos permite ver con qué objetos interactuar). En línea con su genética RPG tradicional, el juego tiene tres clases, cada una correspondiente a las tres clases clásicas: Glaive (guerrero), Nano (mago) y Jack (ladrón). Es pertinente mencionar que ser Nano abre más opciones de diálogo porque tenemos acceso a la habilidad de leer mentes.

Similarmente, nuestros atributos son tres: Inteligencia, Velocidad y Fuerza. Subir de nivel nos permite ubicar puntos en nuestros atributos, desarrollar nuestras habilidades (pasivas y activas) o adquirir nuevas. Es un sistema familiar y con un potencial de exploración inmenso, pero también por esto último tomar decisiones sobre qué hacer con nuestros niveles puede ser complicado y ver el impacto de nuestras decisiones puede no ser muy claro en ocasiones.

El combate ocurre durante “crisis” y se desarrolla por turnos (similar a Original Sin) en los que nos podemos mover, interactuar con el ambiente y atacar a nuestros oponentes. Todas nuestras acciones nos cuestan puntos de nuestros atributos principales, puntos que también utilizamos en diálogos e interacciones con el mundo fuera del combate.

Esto puede dejarnos algo impotentes a la hora de realizar acciones importantes, pero Tides of Numenera explora el fallar de manera muy distinta, pues no es realmente “perder” sino un camino diferente que debemos tomar. Aunque algunas veces sí morimos.

Sin embargo, derrotar en combate a nuestros enemigos no es la única solución a las “crisis”. Podemos (con mucha frecuencia) convencer a nuestros contrincantes de desistir, evadir el combate siendo sigilosos o hacer uso de artefactos en el ambiente para ayudarnos. Este tipo de soluciones alternativas son siempre mucho más satisfactorias que el combate ordinario, que es francamente frustrante.

El juego nos lanza grupos relativamente grandes de enemigos y el daño que hacen no es insignificante. Podemos ayudarnos utilizando ‘Numenera’ (poderosas reliquias tecnológicas del pasado con diversos efectos y mecanismos incomprensibles), pero con frecuencia no es suficiente. A esto tampoco lo ayuda que, con muchos enemigos en pantalla, el sistema de turnos hace del combate un asunto largo y tedioso. Por ello mejor evitarlo y ser diplomáticos, intimidantes o sigilosos.

Por fortuna, muchas más horas del juego nos la pasaremos explorando el Noveno Mundo y conversando con sus habitantes, descubriendo lo que el Dios Cambiante hizo mientras estaba en posesión de nuestro cuerpo. El combate (y algunos elementos demasiado medievales que le restan algo de lustre a la ciencia ficción) es sólo parte del hilo conductor de un juego donde la historia y los personajes son lo más importante.

Torment: Tides of Numenera es un RPG extraordinario y curiosamente novedoso por rescatar las raíces de un género que hoy en día se siente diferente. Es un juego reflexivo que se aleja de la narración ordinaria del héroe clásico y nos permite desarrollar, realmente, una experiencia propia y memorable. No debe faltar en la biblioteca de quienes realmente busquen una historia de impacto.

Reseña hecha con una copia digital de Torment: Tides of Numenera brindada por inXiles Entertainment.

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