En las historias de terror, los vampiros suelen ser metáforas de las adicciones, el desenfreno, el miedo a la muerte y el lado más “animal” de los humanos. No hay duda que algunos de los más famosos chupasangres del cine y la televisión se beneficiarían bastante de una terapia psicológica y por eso resulta curioso que a nadie se le hubiera ocurrido la idea de un “terapista vampiro” hasta ahora. En la novela visual Vampire Therapist controlamos a un “joven” vampiro americano de 200 años que viaja a Alemania para instruirse en el área de la psicología y así ayudar a su problemática comunidad.
Es una idea un poco absurda, pero funciona bastante bien. Al ser por su propia naturaleza ‘exageraciones’ de algunos de los peores aspectos de la humanidad, los vampiros sirven como perfectas representaciones de todo lo que podemos perder si sucumbimos a nuestros problemas mentales y de lo mucho que podemos ganar si buscamos ayuda para tratarlos.
Nuestro protagonista es Sam Wells, un bandido en el salvaje oeste que fue convertido en vampiro. Ahora está tratando de ser una mejor persona a pesar de tener que beber sangre para sobrevivir. Siguiendo esta filosofía llega a Alemania, donde se convierte en el protegido de un vampiro antiguo y se le encarga ayudar con sus terapias psicológicas a todos los demás miembros de la sociedad de la noche que busquen ayuda.
Analízame
Incluso dentro del género de las novelas visuales, Vampire Therapist tiene una jugabilidad bastante sencilla. La mayor parte del tiempo nos la pasamos leyendo o escuchando los diálogos entre personajes. Durante las secuencias de terapia, hay momentos en que debemos interrumpir la conversación para identificar en qué distorsión cognitiva está cayendo nuestro paciente.
Inicialmente, sólo podemos reconocer tres de estas distorsiones: descalificar lo positivo, debeismo y el “pensamiento nosferatu” (pensamiento polarizado). A medida que avanzamos en las terapias tendremos acceso a más.

A partir de la mitad del juego, cuando ya nos hemos familiarizado con la forma de pensar de cada uno de los pacientes y su evolución, tendremos que elegir cuatro de estas distorsiones para basar nuestra terapia en ellas. Esto puede cambiar el rumbo de los diálogos, pero no cambia el resultado de la terapia ni el final del juego.
Hay otras dos mecánicas presentes en forma de minijuegos que pretenden agregar variedad a Vampire Therapist. Uno consiste en “apuntar correctamente” a la hora de morder el cuello de una de nuestros donantes voluntarios de sangre. El otro es un minijuego de “respiración y meditación”. La verdad es que estos dos pecan por su simpleza y no se sienten como elementos importantes en en el desarrollo ni en la jugabilidad. Podían haber sido reemplazados por imágenes estáticas o eliminados completamente sin afectar en nada el resultado final.

Muerto pero feliz
Al ser un juego conversacional, todo los focos están puestos sobre los personajes y sus personalidades. En este sentido, Vampire Therapist es un éxito absoluto. El elenco está formado por un grupo de chupasangres tan atractivos como atormentados. Descubrir sus historias a lo largo de las aproximadamente siete horas que dura este juego es todo un deleite.
Comenzamos por Sam, el vampiro vaquero protagonista que ya se encuentra en el listado de personajes favoritos de su servidor. Sí, es un estereotipo con un marcado acento sureño que suelta referencias a caballos y revólveres cada dos frases, pero es completamente adorable. Tiene una personalidad amable y compasiva con una gran inteligencia emocional que le permite empatizar fácilmente con sus pacientes, aunque se pasa de humilde y a veces duda de sus capacidades. Es un personaje adorable y muy atractivo que me enamoró casi de inmediato. A simple vista parece ser la antítesis de su mentor Andromachos, un vampiro supremamente antiguo, elegante y con voz profunda que parece dominarlo todo con su presencia. Resulta agradable ver a estos dos extremos llevarse tan bien al trabajar juntos.

Pero las verdaderas estrellas son los pacientes: un científico británico adicto a la sangre sintética que está creando, una vampira del renacimiento decepcionada del mundo, un actor narcisista que cree que todo gira a su alrededor y una antigua consumida por el internet. Todos ellos tienen trasfondos fascinantes, secretos inmigrantes y detalles en su personalidad que los hacen sentir reales. Es muy fácil encariñarse con ellos, sonreir ante los avances que logran en terapia y sufrir cuando vemos que se estancan o vuelven a caer en sus vicios.
Todos los personajes de Vampire Therapist están muy bien escritos, pero no serían tan geniales de no ser por el absolutamente fantástico trabajo de los actores de voz detrás de ellos. Cyrus Nemati —director del juego— interpreta él mismo a Sam y a otros personajes con un talento impresionante. No les sorprenderá descubrir que no solo es un gran desarrollador sino un gran actor al que ya hemos escuchado antes en juegos como Hades, en el que interpreta a Ares, Dionysus y Theseus.
Kylie Clark y Sarah Grayson también hacen un trabajo maravilloso con las personalidades y acentos de la imponente Isabella D’Este y la extraña pero adorable Meddy. También podemos escuchar la voz del reconocido Matthew Mercer en un par de personajes secundarios con excelentes resultados.
La tentación de la sangre
Visualmente, Vampire Therapist mantiene la misma filosofía que encontramos en su jugabilidad: sencillo pero de gran calidad. No contamos con una gran variedad de escenarios, pero los que tenemos son acogedores y atractivos — especialmente la elegante oficina en que atendemos a nuestros pacientes y el club gótico en que pasamos nuestro tiempo.




Eso sí, los personajes cuentan con un diseño 10/10. Absolutamente todos son atractivos y muy expresivos a pesar de no ser más que unas cuantas imágenes estáticas. Sus vestuarios muestran perfectamente lo que son y los diminutos cambios en ciertos detalles son perfectamente representativos de la evolución que tienen a lo largo de las sesiones de terapia. Inicialmente nos pueden parecer estereotipos y esto es así a propósito, porque cuando hablamos con ellos y descubrimos qué y quiénes son realmente aprendemos a ver más allá de los prejuicios.
Undead, undead, undead
Las excelentes historias, perfectas actuaciones de voz, genial banda sonora y atractivos diseños de personajes no significan nada si no les gustan las novelas visuales. A pesar de los excelentes juegos que pertenecen a este género, hay un sector de la comunidad ‘gamer’ que lo rechaza con violencia. Eso es una verdadera lástima. Si quieren juegos con más interactividad que avanzar en los diálogos y tomar decisiones ocasionales, este juego no es para ustedes.
El verdadero problema de Vampire Therapist no es que sea una novela visual, es que no está traducido al español. De verdad lo lamento por los fanáticos de los vampiros que no entiendan la lengua de Shakespeare porque se van a perder una verdadera joya. Otros problemas menores es que no es posible ver el historial de una conversación, no hay un buen sistema de avance automático y tiene algunos ‘bugs’ (una vez un personaje se quedó pegado en pantalla a pesar de que ya había dejado la habitación). También tiene tiempos de carga lentos y a veces el juego se ralentiza al pasar de un escenario a otro.

Hay mucho más que quiero decir sobre este juego, sobre todo por la forma en que usa elementos reales de la terapia psicológica. Estoy preparando un artículo especial al respecto junto a una psicóloga, así que estén pendientes de GamerFocus en los próximos días para que no se lo pierdan.
Esta reseña está hecha con una copia digital de Vampire Therapist para PC (Steam) suministrada por Little Bat Games.
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