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Wolfenstein: Youngblood – Reseña

Aunque son guerreras entrenadas, Soph y Jess Blazkowicz tienen grandes zapatos que llenar en esta nueva entrada de Wolfenstein.

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Aunque sus orígenes distan de los FPS, Wolfenstein 3D (1992) hizo que la serie fuera reconocida por ser uno de los primeros exponentes del género. Sin embargo, hubo un largo periodo de tiempo en el cual la franquicia cayó en la obscuridad. Esto se debió tanto a la ausencia de juegos como a los lanzamiento poco estelares.

No obstante, esto cambió con la llegada de MachineGames.

Wolfenstein: The New Order (2014) supuso una revitalización de la franquicia sin comprometer la esencia clásica del icónico juego de id Software. Si bien la historia era más elaborada y la tecnología había avanzado de tal forma que el reboot de la serie lucía más espectacular que sus predecesores, su principal atractivo era la simplicidad de su jugabilidad. B.J. tenía un amplio arsenal con el cual podía acabar con hordas nazis sin temor a que se quedara sin munición y podía recuperar salud y armadura recogiendo objetos repartidos por el escenario. Eso era todo.

Todos estos elementos fueron heredados por The Old Blood (2015) y The New Colossus (2017) —precuela y secuela, respectivamente—, aunque ambas entregas también brillan por la forma en la que extendían la mitología de la franquicia. Por supuesto, esto no quiere decir que no tuvieran novedades en materia de jugabilidad.

A diferencia de estas tres primeras entregas, MachineGames buscó hacer algo nuevo con Wolfenstein: Youngblood. Aunque siendo un FPS y la historia se ambienta en la misma continuidad que los anteriores títulos, introduce múltiples elementos que hacen que sea una experiencia diferente. Estos incluyen la implementación de escenarios más abiertos, multijugador en línea y elementos RPG.

Si bien la innovación es generalmente vista como algo bueno en la industria de los videojuegos, no quiere decir que la mera adición de algo nuevo en un producto viejo asegure un éxito. Al contrario, la implementación desconsiderada de elementos nuevos puede perjudicar elementos que sí funcionaban independientemente.

Por desgracia, este es el caso con Wolfenstein: Youngblood.

Comencemos esta crítica con el que posiblemente es el elemento más polémico, pero subjetivo del juego: las hermanas Soph y Jess Blazkowicz. Aunque MachineGames ya había dado a conocer que la caracterización de las gemelas distaría de la de su padre, inclinándose más por lo comédico, su personalidad puede resultar divisoria. Por un lado, ha de reconocerse que Soph y Jess brillan por luz propia. A diferencia de su padre, estas jovencitas se distinguen por su personalidad «ñoña» e inmadura. Por otro lado, pueden resultar fastidiosas por su actitud y diálogos juveniles.

Dejando de lado lado el debate de si Soph y Jess son buenas protagonistas, la historia de Youngblood cuenta con dos problemas más graves: su ritmo y punto de giro.

Tras llegar a París, Soph y Jess comienzan a trabajar para la Resistencia. Después de cumplir unas misiones, durante las cuales la caracterización de cierto personaje evidencia que algo no está bien, se da conocer que hay un infiltrado. Ya que el juego no se toma el tiempo para desarrollar una buena relación entre las gemelas y el mencionado personaje, el punto de giro termina sintiéndose apresurado y obvio.

Wolfenstein: Youngblood

Estas falencias están relacionadas con el diseño de niveles. Tal como dio a conocer MachineGames, Wolfenstein: Youngblood está conformado por una serie de escenarios abiertos que pueden explorarse en cualquier orden. Estos fueron desarrollados en colaboración con Arkane Studios, responsable de Dishonored. Ya que esta franquicia es conocida por la libertad que concede al jugador, se esperaba que Youngblood ofreciera la oportunidad de emplear el sigilo como una estrategia.

Nuevamente, este no es el caso.

Si bien el sigilo es una opción, no es incentivado. Las gemelas cuentan con una habilidad que las vuelve invisibles, ya sea para hacer un asesinato silente o escabullirse para no luchar, pero el juego recompensa más el ir en plan Rambo. Esto no solo se debe a que el diseño de niveles y distribución de enemigos en estos entorpece el sigilo como una estrategia consistente, sino a los elementos RPG.

Ya que las protagonistas pueden subir de nivel y obtener nuevas habilidades al acabar con enemigos, ¿qué razón hay para no eliminar a todos los nazis? Lo mismo aplica a la exploración, aunque en este ámbito los problemas no son tan pronunciados.

Primero que nada, hay que dar crédito a lo que se lo merece. Las diferentes locaciones que conforman la París ocupada por los nazis resultan visualmente impresionantes y distan de lo visto en anteriores entregas. No solo eso, sino que la capacidad de las gemelas para hacer un doble salto y la presencia de ventanas abiertas a lo largo de los escenarios incentiva la exploración vertical. Desafortunadamente, esta exploración sólo beneficiará a los jugadores que quieran obtener todos los coleccionables.

Además de los coleccionables, que van desde documentos y cassettes hasta modelos de personaje y portadas de películas ficticias, los jugadores podrán encontrar munición y monedas repartidas a lo largo de los niveles. Sin embargo, ¿por qué gastar tiempo cepillando todas las locaciones en búsqueda de monedas cuando resulta más lucrativo cumplir misiones —que incluyen las aleatorias, diarias y semanales, además de los encargos de los NPC— o simplemente saquear los cadáveres de nazis?

Wolfenstein: Youngblood

¿Para qué sirven las monedas? Pues para adquirir mejoras para las armas. Si bien el daño de estas es dictado por el nivel de las gemelas, las mejoras modifican estadísticas como la cadencia de fuego, la precisión y la capacidad de munición. Aunque esto permite que el jugador personalice su arsenal, lo interesante es que hay tres tipos de mejoras. Si se equipan tres del mismo tipo, el arma recibe un bono extra.

Volvamos una vez más a los elementos RPG. Hace unos cuantos párrafos mencionamos que esta es una de las principales razones por las cuales el sigilo no es una estrategia incentivada en Wolfenstein: Youngblood. Desafortunadamente, ese no es el único inconveniente que crea esta novedad mal implementada.

A diferencia de pasadas entregas de Wolfenstein, en las que el combate brillaba por su simplicidad, los tiroteos en Youngblood resultan mucho más tediosos. Esto se debe a que las hermanas no harán mucho daño a los enemigos si no tienen el nivel adecuado. ¿A qué conlleva esto? Pues a que los jugadores se vean forzados a hacer grinding para evitar que los enemigos más básicos se conviertan en esponjas de balas.

Wolfenstein: Youngblood

Pero eso no es todo, ya que otro concepto que introduce Youngblood es la armadura para los enemigos. Dependiendo del tipo de armadura, Soph y Jess deberán emplear una munición de calibre específico. Si bien esto puede evidenciarse gracias a la barra de vida del enemigo, la distinción gráfica entre ambos tipos de armadura resulta difícil de diferenciar en medio de los tiroteos. No solo eso, sino que exige estar cambiando constantemente de arma para poder hacer daño decente.

Para terminar esta reseña en una nota agridulce, el multijugador de Youngblood es una bolsa mixta. Por un lado, funciona de forma adecuada. Sin embargo, no será la forma preferida de jugar de aquellos que busquen completar el juego al 100%. Por otro lado, el jugar en compañía de la CPU puede resultar un martirio.

Dado que Youngblood introduce vidas compartidas, señas que dan habilidades pasivas y la capacidad de revivir al compañero, incentiva que ambas gemelas colaboren. Por desgracia, hay ocasiones en la que la CPU puede negarse a ayudar.

Wolfenstein: Youngblood
6/10 Nota
Lo que nos gustó
- Un diseño de niveles que incentiva la exploración horizontal y vertical.
- Un multijugador muy estable.
- Un apartado de personalización de armas muy amplio.
Lo que no nos gustó
- Ya que no es incentivado, el sigilo termina siendo inútil.
- Un punto de giro predecible.
- El emparejamiento en el multijugador no es recomendable para los que quieran completar Youngblood al 100%. La IA generalmente es mediocre.
En resumen
Si bien ha de reconocerse el esfuerzo de Wolfenstein: Youngblood para hacer algo nuevo por la franquicia, ciertas decisiones de diseño dejan bastante que desear. Entre estas destaca la implementación de elementos RPG, que irónicamente termina restando libertad al jugador. Como si eso no fuera suficiente, la historia no hace muchos favores a sus protagonistas. Aun así, la primera aventura de Soph y Jess puede resultar entretenida para los fanáticos de los FPS. Eso sí, si van a utilizar el multijugador, jueguen en compañía de un buen amigo.

Reseña hecha con una copia digital de Wolfenstein: Youngblood para PS4 brindada por Bethesda Softworks Latam.

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