Los juegos de conducción son uno de esos géneros que simplemente damos por sentado. Ya sean simuladores realistas, títulos estilo arcade o de karts, resulta difícil visualizar que los fanáticos de este tipo de juegos alguna vez sufran de una «escasez de oferta». El reciente éxito comercial y crítico de títulos como Crash Team Racing Nitro-Fueled y Forza Horizon 4 sirve como prueba de ello.
No obstante, la discusión cambia cuando hablamos de ciertos nichos olvidados.
En lo que respecta subgéneros olvidados dentro de los juegos de conducción, no hay mejor ejemplo que los ‘derby de demolición’. Tal como implica el término, una directa referencia a los populares eventos de conducción, esta clase de títulos gira alrededor de las físicas realistas y el potencial de destrucción de los vehículos.
Aunque los derby de demolición nunca encabezaron el género de conducción, sus representantes más importantes son las franquicias FlatOut y Destruction Derby. Incluso la serie Burnout bebió un poco de este subgénero en Burnout 3: Takedown (2004), que brilló en su momento por la posibilidad de destrozar los carros.
Si bien la serie FlatOut siguió recibiendo entregas hasta 2017, los derby de demolición han caído en la obscuridad desde hace más de una década. Peor aún, ninguna de las franquicias exitosas decidió tomar la antorcha ante la escasez de este tipo de títulos.
Por fortuna, THQ Nordic y Bugbear Entertainment —desarrolladora de las primeras entregas de FlatOut— decidieron traer de vuelta el subgénero con una suerte de sucesor espiritual: Wreckfest. Este título debutó inicialmente en PC a mediados de 2018, pero finalmente ha llegado a PS4 y Xbox One. ¿Está a la altura de su legado?
En lo que respecta a contenidos, Wreckfest destaca por su simplicidad. Una vez se inicie el juego, el jugador tendrá acceso al modo trayectoria, el multijugador y varias opciones de personalización. Sin embargo, poco podrá modificarse al principio. Al fin y al cabo, los jugadores solo tendrán acceso a un carro destartalado.
¿Cómo conseguir más vehículos, partes para personalizarlos y fondos para conseguir todo eso? Si bien los jugadores pueden entrar de una vez al multijugador en línea, no es lo más recomendable. De no contar con un vehículo bien equipado, no vale la pena competir en línea. Es preferible primero superar el modo trayectoria, que resulta la forma más sencilla de subir de nivel y conseguir dinero para mejorar el vehículo.
El modo trayectoria está compuesto por una serie de ligas. Al principio solo habrá una disponible. Sin embargo, al completar eventos —que van desde carreras hasta combates estilo ‘Battle Royale’, algunas veces con vehículos poco ortodoxos— se acumularán puntos que servirán para avanzar a la siguiente liga. Algunos de estos eventos dan como recompensa un nuevo carro. Generalmente, estos giran alrededor de la utilización del vehículo que ofrecen como recompensa.
Una vez los jugadores tengan suficientes vehículos, piezas y dinero, realmente podrán personalizar sus vehículos. Esto no se limita a estadísticas como velocidad y protección, sino que incluye lo estético. Incluso si el apartado de personalización no es tan amplio como el de un juego como Need For Speed Payback, resulta lo suficientemente robusto como para convertirse en una de las fortalezas de Wreckfest.
Por desgracia, un aspecto que no resulta una fortaleza es la conducción.
Cabe aclarar que esto no se debe a que los controles sean imprecisos. De hecho, es todo lo contrario. El problema yace en que Wreckfest, a diferencia de los derby de demolición mencionados al principio de esta reseña, toma elementos de simuladores de conducción. No cuenta con la complejidad de un juego como MotoGP 19, pero tampoco es un título completamente accesible para el público general.
Además de considerar los diferentes tipos de vehículos, cada uno con sus propias físicas y estadísticas, los jugadores deben tener en cuenta la clase de terreno y pista en las que van a competir. Dependiendo de estos factores, podrá cambiarse el carro y modificar aspectos como la suspensión, la relación de marchas, el diferencial y el reparto de frenada para que el vehículo sea más responsivo en casos específicos. Los cambios puede configurarse para que sean manuales o automáticos.
¿Por qué esto es malo para Wreckfest? Si bien estas son buenas noticias para los amantes de los simuladores, este énfasis en lo técnico priva al juego de una de las características más importantes del subgénero de los derby de demolición. Por supuesto, nos referimos a la destrucción… que irónicamente no es muy incentivada en una de las dos modalidades de juego: carrera de destrucción.
Tal como implica su nombre, este modo funciona más o menos como una típica carrera. La principal diferencia es que los vehículos que queden fuera de comisión salen de la competencia. De hecho, la descripción de esta modalidad dice que la gracia es estrellar a los oponentes. Sin embargo, a diferencia de pasados derby de demolición, las mecánicas de conducción incentivan lo opuesto.
Ya que el manejo del carro resulta algo técnico, el juego siempre prioriza la correcta conducción por encima de la capacidad de hacer chatarra los vehículos de los oponentes. A esto se suma que el estrellarse contra otros carros resulta un arma de doble filo —ya que generalmente termina dañando y desestabilizando a ambos vehículos— y el diseño de algunas pistas resulta bastante confuso, lo que a su vez exige un conocimiento previo del escenario para recorrerlo sin problemas.
Al final del día, con la excepción de la ocasional reacción en cadena involuntaria, las carreras de Wreckfest terminan sintiéndose como en la mayoría de juegos de carreras en el mercado. Resulta inevitable sentir que el título de Bugbear Entertainment desaprovecha el potencial de su premisa en favor de ser más técnico.
Como se dijo, esta falencia resalta principalmente en el modo carrera de destrucción. Por fortuna, este no es el caso en el otro modo de juego: Deathmatch. Esta suerte de ‘Battle Royale’ pone a múltiples vehículos en un espacio cerrado, pero lo suficientemente abierto para maniobrar y esquivar. ¿El objetivo? Ser el último en quedar en pie mientras se embiste y hace trizas a los demás competidores.
A pesar de la simplicidad de este modo, la variedad de pistas disponibles contribuye a que sea uno de los aspectos más entretenidos de Wreckfest. Si bien el estrellarse contra otros carros sigue siendo un arma de doble filo, en esta modalidad es el único recurso que los jugadores poseen para acumular puntos y triunfar.
Resulta un buen momento para concluir esta reseña con un aspecto positivo y otro negativo. Comencemos por el bueno: el multijugador en línea. Este resulta bastante estable gracias a sus servidores dedicados. ¿La mala noticia? Wreckfest carece de un muy necesitado modo local, ya fuera para dos jugadores o hasta cuatro.
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Reseña hecha con una copia digital de Wreckfest para PlayStation 4 brindada por THQ Nordic.
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