Dejemos de pretender que la continuidad entre las películas de un universo cinematográfico es algo sumamente importante. Encontrar referencias a otros personajes y partes de una trama que eventualmente llevarán a un gran ‘crossover’ es agradable, pero las mejores adaptaciones de superhéroes son excelentes sin importar si se cruzan o no con las demás. A nadie debería importarle si esta película es la última del Universo extendido de DC ni si tiene cameos de Gal Gadot o Henry Cavill. Lo único que importa es si Aquaman y el reino perdido es una buena o mala película y eso es lo que vamos a ver en esta reseña.
La primera Aquaman —cuya reseña pueden encontrar aquí— es una de las películas de superhéroes que más nos divirtieron y es una de las que menos referencias hace al resto de su universo. Esta secuela sigue el mismo camino y es completamente independiente de las demás. No hay cameos de otros personajes ni se mencionan en ningún momento. ¿Saben qué? Eso es bueno
La trama se desarrolla varios años después de que Arthur Curry derrotó a su hermano y se convirtió en el Rey de Atlantis. Ahora está casado con Mera y tienen un hijo juntos. Pero tiene dificultades en su rol como regente porque debe lidiar con un consejo ultraconservador que se opone a la idea de revelar Atlantis al resto del mundo. Por si fuera poco, su viejo enemigo Black Manta continúa obsesionado con vengarse. Encontró en un antiguo tridente mágico el poder que necesita para matar a Aquaman y destruir su reino.
Una producción complicada
No es un secreto que la producción de este filme tuvo numerosos problemas. Su fecha original de estreno era en 2022 y fue aplazada en múltiples ocasiones. Las audiencias de prueba supuestamente dijeron que el filme era “confuso” y eso llevó a grabar nuevas escenas hasta en tres ocasiones. Varias versiones de Batman fueron agregadas y cortadas de la película en diferentes momentos de la producción. Para terminar de complicar todo, algunos fanáticos de Johnny Depp intentaron hacer que sacaran a Amber Heard de la película en medio del circo mediático de uno de los juicios entre los dos.
Cuando una película tiene una producción tan caótica, el resultado puede ser un desastre. Milagrosamente ese no es el caso. Aquaman y el reino perdido resultó ser una obra bastante buena. Creemos que este éxito se debe al ya demostrado talento de James Wan —que supo mantener su visión creativa a pesar de los múltiples cambios— y a que James Gunn estuvo involucrado con el corte final.
Un cuento de dos hermanos
El corazón de la película es la relación de Arthur con su hermano Orm, el villano de la película anterior. No podemos ignorar que él es literalmente un asesino con intenciones genocidas, pero tampoco que una parte de la audiencia sí llegó a simpatizar con sus objetivos de salvar los océanos de las contaminación humana sin importar cuáles fueran sus métodos.
La dinámica de estos dos personajes es muy similar a la de la anterior película entre Aquaman y Mera. Él protagonista es un bufón que trata de arreglar todo a los golpes. En ambos casos su acompañante es una persona más seria que trata las cosas con la gravedad que merecen. El choque de ambas personalidades sigue resultando divertido y en este caso funciona aún mejor tomando en cuenta su pasado como enemigos.
La forma en que Arthur trata a Orm de “hermanito”, le hace bromas y trata de formar una relación con él es casi enternecedora. La química entre Jason Momoa y Patrick Wilson es bastante sorprendente. Aunque la aventura no es tan “indianajonesca” como la de la primera película, sí se respira la influencia de otro tipo de películas. En el fondo, es un ‘buddy film’.
Tristemente, este enfoque deja a otros personajes de lado. Ya nos habíamos quejado de la falta de trasfondo de Mera en la primera película y aquí es aún más decepcionante. Aunque participa en los combates, tiene movimientos bastante vistosos e incluso salva la vida de Aquaman en varias ocasiones, apenas demuestra una personalidad. Cuando finalmente se le permite expresarse, solo lo hace para mostrar preocupación por su hijo. Hasta su padre Nereus —interpretado nuevamente por Dolph Lundgren— tiene más desarrollo de personaje y el divertido pulpo Topo tiene más tiempo en pantalla. Lo mismo pasa con la Reina Atlanta de Nicole Kidman, que tampoco tiene mucho peso en la trama.
En el otro lado tenemos el regreso de Yahya Abdul-Mateen II como Black Manta y esta vez es el villano principal. Él es una presencia imponente que causa temor o respeto con o sin su casco, pero a pesar de ser el tercer personaje al qué más tiempo se le dedica en la película, está desaprovechado. Su motivación sigue siendo la venganza por la muerte de su padre y esta obsesión motiva todas sus acciones, haciéndolo algo aburrido.
El reino perdido
Visualmente, Aquaman y el reino perdido es tan atractiva como su predecesora. Atlantis sigue siendo un deleite sensorial cuyos elementos más absurdos —como vehículos en forma de tiburón o tortuga— crean una estética maravillosa. Más allá de este reino se encuentra una genial estética ‘pulp’ cincuentera que nos lleva por cárceles ocultas en el desierto, cantinas de criminales al más puro estilo Mos Eisley, escapes de insectos gigantes y bases secretas en volcanes con matones que parecen sacados de una vieja película de James Bond.
A pesar de estar sacado de los cómics de Aquaman, el reino perdido del título parece estar más inspirado en las obras de Lovecraft. Aunque no es tan llamativo como algunas representaciones de R’Lyeh, las ruinas oscuras, sus monstruos y vínculos con la magia negra si nos recuerdan a la monolítica ciudad oculta en el mar. Además, su ubicación bajo el hielo recuerda a historias como En las montañas de la locura.
Lo bueno es que los efectos visuales están a la altura de la tarea. Muchos estaban preocupados por la calidad del CGI en las películas de DC tras la abismal The Flash. Pero esta película usa una cantidad inmensa de metraje generado por computadora y cuando no luce maravilloso, es bastante bueno. La única mancha son unas cortas secuencias de pelea en la que los personajes se mueven de forma un poco antinatural.
Hablando de peleas, la acción es otro de los aspectos en que se luce Aquaman y el Reino perdido. Las coreografías de combate no son nada del otro mundo, pero sí vemos a los personajes realizar algunos movimientos bastante llamativos. Las persecuciones son emocionantes y en algunos momentos nos preocupamos por el destino de los personajes. Hay un muy buen ritmo entre la acción y el humor que hace que la experiencia sea bastante divertida.
¿Una película ambientalista?
Igual que la película anterior, la acción gira en torno a la preocupación de Atlantis por la contaminación del mar. En Aquaman esa solo era una excusa para las acciones del Amo del Océano, pero El reino perdido se involucra un poco más en el tema.
Aquí, las acciones de Black Manta están empeorando el calentamiento global a un ritmo exagerado y el objetivo de Arthur es unir a Atlantis con la superficie para ayudar a prevenir una catástrofe ambiental. Apreciamos mucho que la historia haya tomado ese rumbo, pero de todos modos no es un elemento tan presente como para cambiar la mentalidad de los espectadores que no se preocupan por el medio ambiente.
Por ejemplo, aquí se culpa a un combustible ficticio llamado oricalco. La forma en que lo describen y sus efectos deja claro que en realidad están hablando del petróleo. Ojalá la película hubiera tenido la valentía de acusar directamente a los combustibles fósiles.
Gracias por todo, Arthur Curry
Queremos cerrar la reseña de Aquaman y el reino perdido recomendando la película. No es el mejor filme de superhéroes de este año y no alcanza a ser tan buena como la primera película del rey de Atlantis, pero es supremamente divertida, tiene personajes muy carismáticos y momentos emocionantes. Hay algunas cosas que cambiaríamos, pero es un muy buen cierre para las aventuras de Aquaman.
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