En 2008, en medio de una fuerte tendencia hacia la nostalgia en Hollywood, vimos en cines la decepcionante Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Han pasado 15 años y los estudios continúan convencidos que el éxito se encuentra en seguir trayendo de regreso el pasado. Indiana Jones y el dial del destino existe por esta misma razón y en esta reseña veremos si esta película al menos logra capturar el espíritu de la trilogía de clásicos que nos enamoraron del personaje interpretado por Harrison Ford.
Esta es la primera película de la franquicia que no está escrita por George Lucas ni es dirigida por Steven Spielberg. Tras la cámara se encuentra el director James Mangold. Él ya demostró con la genial Logan que sabe muy bien cómo manejar la vejez de un personaje icónico y derrotado por el mundo. ¿Podrá hacer por el viejo Indy lo mismo que hizo por Wolverine?
Es 1969 y mientras Estados Unidos celebra a los astronautas que viajaron a la luna, el viejo arqueólogo se encuentra solo y amargado. Cuando su ahijada Helena reaparece en busca del mecanísmo de Anticitera, una antigua reliquia que él encontró 25 años atrás, es arrastrado involuntariamente hacia una nueva aventura. Ahora tiene que enfrentar a un nazi obsesionado con cambiar el rumbo de la historia y debe dejar su propio pasado atrás.
Indiana Jones y el dial del destino parece tener todos los elementos necesarios presentados por la popular trilogía ochentera. Tenemos persecuciones, viajes por el mundo, una poderosa reliquia inspirada en la historia real, tumbas antiguas llenas de trampas, nazis siendo golpeados y un loquísimo final. Pero no tiene el espíritu de esos filmes. James Mangold trata de imitar el estilo de Spielberg, pero no encuentra su chispa.
La larga introducción de esta película nos lleva años atrás al final de la segunda guerra mundial. Un Harrison Ford rejuvenecido digitalmente trata de impedir que los nazis le lleven la Lanza de Longinus a Hitler. Hay momentos en los que el rostro del héroe es completamente convincente, pero cae continuamente en el efecto de valle inquietante. Esta es una perfecta metáfora del resto de la película: pone todo su empeño en parecerse a lo que tuvimos en el pasado, pero no lo logra por completo.
La película tiene un buen ritmo y no aburre, pero tampoco emociona. No hay nada especial en sus persecuciones, no vemos trampas ni tumbas especialmente interesantes y aunque su final es exagerado y divertido, muchos sentirán que “se pasa de la raya” y que no encaja con el mundo de Indiana Jones. Todo esto se ha visto antes y mejor.
Harrison Ford es un gran actor y hace lo que puede con el guion que le dieron, pero la verdad es que el Indy amargado resulta aburrido. Este no es un caso como el de Los últimos Jedi, en la que se deconstruyó a Luke Skywalker para dar un gran mensaje sobre la Orden Jedi y el estado de la franquicia. El protagonista de El dial del destino está aferrado al pasado de la misma forma en que el villano Jürgen Voller (Mads Mikkelsen) lo está al nazismo. Pero la película no es suficientemente astuta para hacer un paralelo entre ambos. Lo irónico es que una película tan apegada al pasado como ésta tenga como mensaje que “debemos dejar ir las cosas”.
Se puede argumentar que la verdadera protagonista de Indiana Jones y el dial del destino es Helena Taylor, genialmente interpretada por Phoebe Waller-Bridge (Fleabag). Ella es un tipo diferente de arqueóloga, Está más interesada en el dinero que en la preservación de artefactos. Ella nos recuerda mucho a Nathan Drake —más bien a Chloe Frazer— de los videojuegos de Uncharted: es atrevida, coqueta, burlona y definitivamente una ladrona. Llena de vida y sonrisas la película en los momentos en que el Dr. Jones amenaza con hacerla triste y desolada. Por un momento pareciera que el filme quiere que Indy le pase la antorcha a ella para que se convierta en el personaje principal de su propia serie de películas, pero no creemos que ese fuera el objetivo.
También nos da mucho gusto ver a Mads Mikkelsen en pantalla, pero el villano que interpreta resulta demasiado genérico. Lo hemos visto hacer mucho más en sus icónicos roles pasados. La aparición de Antonio Banderas es tan breve e irrelevante que bien podría haber sido un cameo.
No hay mucho más que decir sobre esta película. No es mala, pero lo más positivo que tiene es que está competentemente dirigida. Maneja un excelente ritmo por lo que no llega a aburrir a pesar de su larga duración, pero no es nada especial. Indiana Jones es un nombre legendario en el mundo del cine y por eso esperábamos mucho más de esta cinta.
Harrison Ford ha dicho en múltiples ocasiones que esta es su última película en la franquicia y que el personaje morirá con él. No sabemos cuáles sean los planes de Disney y Lucasfilm para el futuro de este icónico aventurero, pero tal vez lo mejor sea dejarlo en el pasado y enfocarnos en los buenos tiempos que pasamos viéndolo golpear nazis. Añoremos el pasado, pero no tratemos de recrearlo porque nunca va a ser lo mismo.
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