Conecta con nosotros

Videojuegos

Crónica: Pablo es un gamer

Crónica sobre un gamer promedio. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Publicado

el

Olvidado de todo, incluso de que hay una mujer en su cuarto, Pablo* gasta su noche en una pantalla. El mundo es para él inalcanzable sobre todo porque no tiene ningún interés en estirar su mano y palparlo. Si no se despide no es por falta de cortesía sino por exceso de interés en enfrentarse una y otra vez a un ejército mutante para conquistar un territorio que no existe. Pablo: el héroe del apartamento que comparte con su mamá y campeón del último torneo local de Starcraft.

Hace tres semanas Pablo empezó la etapa final de su entrenamiento. Ahora faltan ocho días para el torneo y, aunque la ciudad es pequeña, hay otros entusiastas que podrían arrebatarle el título. Su rutina lo obliga a un mínimo de dos horas diarias con cada raza del juego, aunque su nuevo trabajo interfiere, obligándolo a jugar en las noches.

Todas las noches excepto la del domingo. El domingo es un día sagrado. Pablo, que manifiesta auténtica devoción por algunos personajes de sus juegos, no es creyente. «No, no me parece que haya una razón particular para la vida» dice mientras mira al suelo, previsiblemente tímido. Pero el domingo es un día de descanso inviolable, y está estipulado en un código no escrito que debe encontrarse con sus amigos en el centro comercial.

Al acompañarlo en la calle es difícil no preguntarse si Pablo habita el mismo país de quienes pasan por su lado, o si es el reflejo de alguien que existe en una realidad alterna, de protoss y zergs. Sus amigos, en cualquier caso, lo ven llegar. Lo saludan con aparato y lanzan miradas inquisitivas al darse cuenta de que no está solo. No es frecuente ver a Pablo con una mujer. Pero el incidente pronto queda atrás; Pablo se hace parte de un sistema aislado donde hay un intercambio de alardes sobre las hazañas digitales de la semana. Algunas de ellas han sido compartidas en línea por varios en el grupo, pero aún así deben ser invocadas. Ese es el ritual del domingo.

Nadie, sin embargo, habla del torneo del sábado siguiente. Quizá por no atraer la mala suerte. Quizá porque varios van a competir. Pablo se despide, sube a un bus, vuelve a ser un holograma.

La semana pasa entre pixeles que se notan sin necesidad de acercarse demasiado a la pantalla. El sábado llega y el torneo es modesto, aunque sus participantes destilan ansiedad. Incluso Pablo habla fuerte y rápidamente. Algunos de sus amigos están en el lugar, pero no son participantes. Su presencia se explica cuando, después de cada partida, analizan minuciosamente el resultado y se preparan para el contrincante siguiente. Todos, porque todos participan en el torneo, todos organizan la estrategia. La escrupulosidad del examen no es menor tras la partida que Pablo pierde, junto con su oportunidad de jugar la final y mantener el título en sus hábiles dedos.

«Sí, pero bueno, ¿qué puede hacer uno?. Good game, good game» dice mientras espera la final. Es posible que Pablo no se haya entrenado durante semanas o meses para ganar esa partida. Tal vez sólo quería vivirla. Quizá aún como perdedor puede disfrutarla a un nivel con el que un jugador casual apenas puede soñar; una satisfacción absolutamente desconocida para cualquier otro ciudadano. «Good game» repite alejándose con sus treinta y tantos años. Y es fácil adivinar que está preparándose desde ese mismo momento para el torneo del año siguiente, que probablemente perderá ante un jugador aún más joven que el de este año.

*el jugador pidió que se cambiara su nombre en esta publicación

4 Comentarios

1 Comentario

  1. Gonzalo

    26 de abril del 2010 at 21:35 pm

    Excelente publicación…

  2. Juan F

    28 de abril del 2010 at 23:37 pm

    Genial esta nota, muy chévere.

    Eso de ser gamer es un reto, implica muchos sacrificios, como por ejemplo dejar la vida social real y mantener una virtual :S, por eso sospecho que la chica de la que se habla en esta crónica es la propia periodista jejjejej

  3. Adriana.

    26 de julio del 2010 at 18:44 pm

    Después de leer la crónica la vida de Pablo me pareció perfecta…..eso signifíca que la crónica es muuuuuuyyyyy buena!

Deja tu comentario

Además no te pierdas