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Sand Land – Reseña

Guerreros del camino.

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Akira Toriyama, artista japonés querido por todo el planeta, dejó este plano terrenal el pasado 1ro de marzo a la edad de 68 años. Todavía nos duele la temprana partida del hombre que regaló al mundo una importante franquicia como Dragon Ball y diseños para juegos como Dragon Quest, Chrono Trigger y Blue Dragon. Además de las múltiples adaptaciones de Dragon Ball, su primer ‘manga’ popular —Dr. Slump— también recibió videojuegos. Lo mismo no había ocurrido hasta ahora con una de sus obras menos conocidas del año 2000: Sand Land.

Antes del anuncio de su película y ‘anime’, no todos lo seguidores de Toriyama conocían el ‘manga’ de Sand Land. Esta oportunidad multimedios la supervisó el propio Toriyama y está acompañada por un juego desarrollado por ILCA, del que dio sus opiniones. Tanto el ‘anime’ como el juego, comparten una historia expandida en el título distribuido por Bandai Namco. Nuevos personajes como Ann y Muniel son introducidos y ayudan a complementar la historia del ‘manga’ o a llenar algunos espacios.

Conociendo Sand Land

En caso de no conocer el ‘manga’ y entrar a disfrutar en blanco la historia de Sand Land, es importante elegir entre el juego y el ‘anime’, porque ambos se «espoilean» entre sí. Otra opción es jugarlo y ver solo los episodios de la serie a la par de lo avanzado. Eso sí, tanto el juego como el ‘anime’ cambian la forma de narrar la historia para ajustarse mejor a su respectivo medio. Por supuesto, en el juego además contamos con misiones secundarias y cierta libertad al momento de explorar el desierto de Sand Land y las tierras verdes de Forest Land.

Tomamos control del príncipe Beelzebub, hijo del rey de los demonios que tiene el mismo aspecto de Dabura de DBZ. A pesar de su enorme parecido, todo parece indicar que son personajes diferentes y no del mismo universo de Dragon Ball. Sin embargo, como buen trabajo de Toriyama, son muchísimos los guiños a la obra más popular y exitosa del fallecido autor. A diferencia de los juegos donde Toriyama solo aportaba sus impecables ilustraciones y personajes, el de Sand Land se siente propiamente como el que hereda la batuta de Goku y compañía.

Lo siguiente no es canónico, pero fácilmente vemos cómo la historia de Sand Land se podría ubicar cientos de años después de Dragon Ball y así reutilizar su tecnología. Porque esto último es el componente más importante de Sand Land y una de las mayores pasiones de Toriyama: vehículos y máquinas. En el posapocalíptico y distópico futuro de Sand Land, los humanos y sus guerras fueron causantes de la cuasi extinción de la civilización. Las tierras baldías de este mundo viven entre un incesante calor y escasez de agua, solo controlada por el rey tirano y el malvado comandante supremo Zeu. Nuestro objetivo es encontrar la mayor fuente de agua de la región.

Explorando Sand Land

La raza de los demonios es bien conocida y temida por los humanos. Ahora bien, el comportamiento de Beelzebub dista mucho de maldad pura. El príncipe es una criatura muy fuerte, más bien con la rebeldía de un típico adolescente y un atípico buen corazón, aunque aparente lo contrario. Todo el tiempo controlamos a Beelzebub y somos acompañados por el Sheriff Rao y el asistente demonio Thief, ambos sujetos viejos. Podemos mejorar las habilidades de combate del príncipe y las de Rao/Thief como ayudantes en su propio árbol. En cualquier momento es posible abandonar los vehículos y explorar a pie, combatir monstruos y recolectar recursos.

Más temprano que tarde le tomamos gusto a los vehículos y bajarnos es lo que evitamos, pero igual hay que hacerlo para obtener nuevas misiones con los NPC repartidos en el mapa. Iniciamos con un tanque robado que da pie al resto de la trama, su forma esférica permite un mayor control y rápidamente aprendemos a movernos y disparar de forma fluida. Podemos equiparlo con un arma principal pesada (proyectiles) y una secundaria ligera (ametralladora). En el camino recolectamos piezas para mejorarlo o ayudar a construir nuevas armas y defensas. Entre más exploramos el mapa, que no es del todo abierto por ciertas barreras invisibles, requerimos vehículos con otras habilidades.

De esta manera necesitamos obtener los planos de construcción de un robot saltarín o brincabot, para acceder a terrenos montañosos y colinas. Posteriormente debemos atravesar arenas movedizas a toda velocidad, por lo que ni el tanque ni el brincabot nos ayudan, sino una motocicleta idéntica a la de Bulma y la Corporación Cápsula. En otro guiño directo a Dragon Ball, el príncipe guarda los vehículos en cápsulas que los encogen molecularmente. Una tecnología antigua en el caso de Sand Land. De esta manera puede cargar e intercambiar los tanques, autos, motos y robots piloteables, entre otros.

Personalizando Sand Land

Contrario a los mundos abiertos donde podemos tomar cualquier vehículo y simplemente usarlo, en Sand Land esto no es posible. Los tanques y robots enemigos solo están para destruirlos y si queremos uno igual o duplicar lo que tenemos, debemos obtener o construir sus partes para ensamblarlo. Este proceso también gasta zenis (misma moneda de Dragon Ball), por lo que en un principio no podremos construir muchos sino los que la historia nos va delegando. En el taller de Ann es posible mejorar cada vehículo, su nivel, estadísticas y arreglos estéticos.

Crear nuevas partes se aprovecha de la vieja mecánica de recolección de recursos. Por todo el mapa de Sand Land abrimos cofres, recogemos chatarra, minerales, vegetales y lo que suelte toda la fauna prehistórica que extingamos a nuestro paso. Como las torres de radio que visibilizan el mapa, este tipo de ciclos para mantener al jugador durante horas es usual. Pero podemos optar por solo apuntarle a los materiales de la pieza que necesitamos. Aunque al final recogemos todo a nuestro alrededor por mera inercia. Algunas habilidades de Thief facilitan la cosecha y cantidad de zenis obtenidos.

Una misión alterna a la principal requiere reconstruir y repoblar el abandonado pueblo de Spino. Cuando llegamos al mismo son pocos sus habitantes y su estado es deplorable. Con nuestra ayuda, lograremos darle vida mientras reclutamos gente buscando dónde vivir y llevando a la creación de nuevas tiendas para nuestro beneficio. Esta es la única forma de acceder a opciones de decoración de los vehículos. Del mismo modo, hasta un cuarto podemos conseguir y este a su vez decorarlo con múltiples estilos de muebles. La vida en Sand Land cambia significativamente para Beelzebub, Rao y Thief una vez resurge el pueblo de Spino.

Disfrutando Sand Land

La portabilidad de vehículos es una de las mejores características de Sand Land como videojuego. En lugar de guerreros o monstruos coleccionables, los vehículos son nuestras piezas de combate y el poderlos utilizar en cualquier parte su mayor ventaja. Si llegamos a lo alto de una montaña, claramente no podemos atacar un puesto de guardia con un rifle francotirador –porque no hay–. Lo que sí podemos, es sacar nuestro tanque y apuntar con el cañón principal que tiene mira y un mayor alcance, además del rango de explosión.

Si bien el mapa de Sand Land limita la libertad con la que podemos recorrerlo a favor de la construcción de vehículos especializados, es altamente gratificante el poderlos controlar. La forma en que cada uno se diferencia y abre nuevos caminos es lo que esperas de un juego centrado en la exploración y el combate vehicular. Como lo visualizó Akira Toriyama, Sand Land exalta sus tan queridas máquinas y únicamente podemos simpatizar con ellas. Desde el tanque que se convierte en el arma más competente, pasando por la armadura de batalla y los vehículos flotantes, todo está impregnado de Toriyama y es un respiro disfrutarlo en un mundo ajeno a Dragon Ball, pero bajo su misma herencia.

Es una pena que Toriyama no viviese para celebrar el lanzamiento del ‘anime’ y el juego. Sabemos que descansó satisfecho por darle una segunda y merecida vida a Sand Land.

Sand Land
8.6/10 Nota
Lo que nos gustó
- Múltiples vehículos y robots piloteables creados por Toriyama.
- Combate vehicular satisfactorio.
- Buenas porciones de exploración en espacios abiertos.
- Diseño de personajes, escenarios y atención al detalle.
- Considerables referencias al mundo de Dragon Ball.
Lo que no nos gustó
- Los combates obligatorios cuerpo a cuerpo no son tan interesantes.
- Quienes busquen una experiencia de alta dificultad, no la tendrán.
En resumen
Adicional a la película y serie 'anime', el juego de Sand Land ayuda a introducirnos mejor en este llamativo mundo creado por Akira Toriyama. No solo se dedica a contar la historia principal distópica, también ofrece una vista alterna a Sand Land y Forest Land en medio de combates vehiculares, misiones secundarias y la reconstrucción de un pueblo hasta hacerlo prosperar. Es un vistazo positivo de revolución, lucha y resistencia contra la tiranía, en una tierra donde el agua es el bien más preciado. El ensamblaje y manejo de vehículos son el corazón de Sand Land, lo que nos impulsa a explorar sus desiertos y bosques. Pese a que no invente la rueda en acción/RPG, Sand Land es sobre todo divertido y su impregnado espíritu de Dragon Ball se manifiesta en cada esquina del mapa.

Reseña hecha con una copia digital de Sand Land para PlayStation 4 brindada por Bandai Namco Latinoamérica. El juego también está disponible en PS5, Xbox Series X/S y PC.

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