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The Flame in The Flood (PS4) – La reseña

Si eres fanático de los juegos de supervivencia, deberías echarle un vistazo a este juego de ex-desarrolladores de Bioshock Infinite.

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Los videojuegos siempre han sido famosos (o infames, dependiendo tu punto de vista) por ser el medio en que se cumplen infinidad de fantasías de poder. La gran mayoría de protagonistas son seres poderosos, hábiles y muy talentosos que sin duda podrán superar todos los obstáculos que se les pongan delante. Por eso es curioso ver como la presente década nos ha traído una buena cantidad de juegos que hacen precisamente lo contrario: nos ponen en control de personajes débiles y frágiles que no sólo deben enfrentarse a criaturas sobrenaturales o a los más aterradores depredadores, si no a su propia condición como seres humanos, teniendo que calmar su hambre, su sed y protegerse de los elementos.

Juegos como Don’t Starve, Day Z y, en cierta medida, el exitosísimo Minecraft pusieron de moda los “Juegos de Supervivencia” modernos, y The Flame on the Flood es uno de los más interesantes actualmente.

The Flame and the Flood se lanzó originalmente para PC y Xbox One como resultado de una campaña de Kickstarter a comienzos de 2016 y fue creado por un equipo conformado por desarrolladores que ya habían trabajado en Bioshock Infinite. Casi un año después, por fin, el juego está disponible para Playstation 4.

Controlamos a una chica scout que ha estado sobreviviendo en un campamento tras una cataclísmica tormenta que inundó gran parte de los Estados Unidos, acabando con la sociedad y la mayoría de sus habitantes (eso pasa por ignorar el calentamiento global). Tras encontrar un amistoso perro llamado Aesop, que le entrega una radio, la chica decide abandonar su refugio y negociar las salvajes aguas en busca de salvación.

Pero llegar a nuestro destino no será nada fácil. Tras navegar un poco en nuestra frágil balsa (la cual se va destruyendo con el tiempo muy fácilmente) nos damos cuenta que comenzamos a sufrir de hambre y sed. Tenemos que buscar lugares donde desembarcar y encontrar recursos que nos mantengan con vida. Así comenzamos a recolectar plantas comestibles y curativas y tendremos que buscar la forma de crear trampas que nos permitan cazar animales. Pero la carne cruda puede enfermarnos, por lo que tendremos que encontrar o crear una fogata y consumir más recursos. Ahora estamos muriendo de sed y recolectamos algo de agua, pero está contaminada y debemos gastar recursos para crear un filtro. Estamos cansados y hay que encontrar un refugio donde dormir.

Entonces llegan las tormentas y aún no tenemos los recursos para mejorar nuestra balsa de modo que nos proteja. Nos hemos mojado y enfermado. Buscamos plantas curativas, pero mientras lo hacíamos somos atacados por un jabalí que nos rompe un hueso. No tenemos todavía los recursos suficientes para entablillarnos, así que huimos en nuestra balsa y antes de poder llegar a otro lugar seguro perdemos el control en los rápidos y vemos a la pobre scout morir ahogada…

Viviremos muchas experiencias similares a esta antes que podamos ver un avance considerable. La scout puede morir envenenada, por hipotermia, por hambre, devorada por lobos o de muchas formas más. Si estamos jugando en la menor dificultad podremos reiniciar desde el comienzo de una sección del río (dividido en 10 secciones), pero en la dificultad alta no tendremos esa opción y nos veremos obligados a comenzar de nuevo (asegúrense de pasar sus ítems más importantes al perro, pues estos pasan a su nueva partida). Y no crean que será más fácil, ya que el río y todas las áreas que podemos visitar se generan aleatoriamente y cambiarán cada vez. No sabremos qué recursos o qué peligros nos vamos a encontrar en cada nueva aventura.

Es por esto que las personas que más disfrutaran del juego son aquellas con buena capacidad de administración, capaces de tomar decisiones bajo presión y riesgos calculados. La capacidad de inventario de la scout es extremadamente limitada y aunque podemos pasar ítems a nuestro perro, dejarlos en la balsa o crear bolsas que nos permitan guardar más, simplemente es imposible estar preparados para todo. Visitar todas las áreas tampoco es posible, así que a veces tenemos que decidir entre una y otra. ¿Eres capaz de perder la posibilidad de encontrar alimento que necesitas por visitar una clínica que tal vez te brinde medicinas difíciles de conseguir? Estaremos obligados a tomar decisiones así todo el tiempo.

Lo más frustrante es llevar una partida perfecta: no sufrir de hambre, sed, tener el mejor abrigo posible y de repente morir por una infección ya que gastaste el alcohol en una antorcha en lugar de usarlo para curarte una herida.

Y es que no importa que tan bien manejemos el inventario: también dependemos demasiado de la suerte. Podemos sufrir enfermedades para las que simplemente no hemos encontrado una cura aún, por ejemplo. De nada nos sirve tener los elementos para reparar la balsa si no logramos encontrar un taller para arreglarla. Esto puede ser bastante frustrante y hacernos soltar el control llenos de ira. Incluso podría decir que la generación de recursos en el mapa no está bien balanceada. Pero eventualmente regresaremos a jugarlo, deseando que la suerte se ponga de nuestro lado para avanzar un poco más.Así que cada pequeño logro se siente como una gran victoria.

Es verdad que nos vamos encontrando con nuevos peligros (serpientes y osos, por ejemplo) y podremos forjar nuevas herramientas que abren nuevas posibilidades, pero el juego en sí cambia poco: no hay nuevas estrategias a desarrollar y los escenarios varían muy poco visualmente. Las últimas secciones del río se van alargando más de lo necesario y pueden llegar a ser tediosas, sobre todo después de repetirlas varias veces. Me imagino que muchos se cansarán antes de ver el final y abandonarán el juego por depender más de la suerte que de la habilidad.

Pero es posible que nuestro mayor obstáculo no sean la mala suerte, ni el limitado inventario o la falta de recursos, sino los menús del juego. La cantidad de opciones y las combinaciones de recursos son tan grandes que entrar al menú a realizar cualquier acción resulta siendo una tarea abrumadora que consume demasiado tiempo. Aunque su manejo es relativamente intuitivo, nos tomará un par de horas acostumbrarnos y aun así se siente como una tarea muy pesada. La existencia de un “uso rápido de objetos” presionando R2 no ayuda demasiado, pues igual hay que visitar constantemente el menú y el tiempo de juego no se detiene por ello. Mientras organizamos y combinamos ítems, el hambre, la sed y el frío van aumentando y, en el peor de los casos, quedaremos completamente vulnerables al ataque de un lobo o algo peor.

Si hay un aspecto de este juego digno de resaltar por encima de los demás es su ambientación. El concepto del río alrededor del cual gira todo el sistema de juego es una idea única que le da una personalidad muy diferente al de la mayoría de juegos de supervivencia, sobre todo con ese tema de “Tierras salvajes del sur de Estados Unidos” que permea tanto la apariencia de los escenarios como su música, que es absolutamente fantástica.

La banda sonora, compuesta por Chuck Ragan, es una increíble mezcla de folk, blues y country que suena dulce y melancólica. Incluso cuenta con algunas piezas vocales que encajan perfectamente con los temas del juego. De verdad que vale la pena escucharla independientemente del juego.

Y como complemento final tenemos un muy interesante estilo visual que tiene elementos impresionistas y hasta un poco de los retratos cubistas de Picasso. Si bien esto hace que los personajes resalten, no se puede olvidar los bellos escenarios. Las áreas representan campamentos, iglesias y pequeños pueblos abandonados y reclamados por la naturaleza al estilo de The Last of Us, pero más “cartoon”. Aunque nada goza de tanta belleza como el río. A pesar de lo complicado que puede ser navegarlo, también puede ser una experiencia bastante relajante y bella gracias a su combinación con el arte y la música.

The Flood and the Flame es un juego difícil y exigente que recomiendo mucho a las personas pacientes y con buena capacidad de administración y planeación (y sobre todo con muy buena suerte). Palidece un poco a causa de su falta de variedad, carencia de historia y errores técnicos como glitches visuales y caídas de cuadros por segundo, pero su bellísima calidad artística y su concepto único bastan para que pueda llamar la atención de fanáticos del género de supervivencia.

Esta reseña fue realizada con una copia digital del juego proporcionada por The Molasses Flood.

 

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