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Duna: Parte 2 – Reseña

Las aventuras del ratón canguro del desierto.

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Duna: Parte 1 no fue más que una introducción. En mi reseña de ese filme dije que se sentía como una historia sin tercer acto y esto se debió a la necesidad de dividir la trama del libro en dos partes. Duna: Parte 2, la supuesta conclusión de la historia, finalmente está aquí. Es tan visualmente impresionante como la película anterior, pero también está igualmente llena de clichés.

La historia comienza exactamente donde terminó la anterior. Paul Atreides y su madre están huyendo de las fuerzas Harkonnen y se unen a los Fremen en el desierto. Ellos creen que Paul puede ser el mesías del que habla una vieja profecía.

Tan pronto tuve nuevamente el planeta Arrakis ante mis ojos, quedé otra vez impresionado con sus interminables desiertos y las evocadoras imágenes de naves y máquinas que recorren las arenas. Todo luce como una portada de una novela ‘pulp’ de los años 50, pero eso fue exactamente lo mismo que dije de la Parte 1. De hecho, por un momento me vi tentado a decir que esta película es “más de lo mismo”, pero eso no es exactamente cierto.

Clichés como arenas en el desierto

Aunque ambas películas mantienen la estructura básica de una película de aventuras y se apega con fuerza a las ideas de Joseph Campbell, Duna: Parte 2 es más una épica bélica de ciencia ficción. Más de la mitad de esta cinta de casi tres horas se enfoca en la guerra de guerrillas de los Fremen contra los Harkonnen. Vemos elementos tradicionales del género, como a Paul siendo entrenado y aceptado poco a poco en esta comunidad hasta convertirse en su líder.

Ah sí, los clichés del ‘salvador blanco volviéndose nativo’ son más fuertes aquí de lo que son en otras historias criticadas por ello, como Avatar. De hecho, resultan aún más insidiosos porque los Fremen están fuertemente inspirados en diversos grupos árabes y musulmanes. La película está consciente de eso y trata de criticar sus propios planteamientos, especialmente mediante el personaje de Chani (Zendaya). Es muy certera y directa al hablar sobre cómo la religión es usada para manipular a los pueblos, pero no logra evitar los clichés orientalistas al hacerlo.

El mesías blanco de turno es Paul Atreides (Timothee Chalamet). Él resulta tan poco interesante aquí como en la película anterior. Su trasfondo y evolución son dolorosamente básicos y se le puede acusar de ser un personaje aburrido, pero eso tiene una razón de ser. Paul es un simplón porque lo que importa no es quién es él, sino en lo que el mundo y sus manipuladores lo convierten. Este chico resulta ser el “Jesús de las arenas” no por sus acciones, sino porque cayó directamente en las conspiraciones que personajes mucho más interesantes que él vienen forjando desde muchos años atrás. 

Lo que si no tiene arreglo es la relación entre Paul y Chani. En teoría, es un romance bonito, pero no sentí ninguna química entre Timotheé Chalamet y Zendaya. Eso es grave porque lo que pasa entre los dos es el corazón narrativo de esta película. Es en torno a ellos que giran los temas de Duna: Parte 2 y es una lástima que los actores no resulten tan convincentes a pesar de que sabemos que tienen un enorme talento.

Duna: Parte 2 es un espectáculo visual

Pero a pesar de estos problemas, Duna: Parte 2 es un espectáculo colosal y muy satisfactorio. Aunque elementos independientes del filme no funcionen bien, el conjunto sí lo hace gracias a la cohesión que le dan su estética y los momentos de acción. Todos sabemos que el director canadiense Denis Villeneuve (Blade Runner 2049, La llegada) y el cinematógrafo Greig Fraser (Batman, El creador) son verdaderos artistas visuales. Esta vez no solo me impactaron con las ya mencionadas vistas del desierto, sino con un impresionante Giedi Prime —el planeta de la Casa Harkonnen— lleno de visiones impresionistas y fuegos artificiales de tinta. También vi mucho más de los titánicos gusanos en acción y no decepcionaron en lo más mínimo.

Aunque Chalamet y Zendaya no me convencieron del todo —sin decir que su trabajo sea malo— son otros los actores que se roban el show. Javier Bardem está increíble como el líder de los Fremen del norte y Rebecca Fergusson devora todas las escenas en que está presente. Igual pasa con el Barón Harkonnen de Stellan Skarsgård. Pero el actor que más me impactó fue Austin Butler como Feyd-Rautha Harkonnen. A pesar de su limitado tiempo en pantalla, logra causar una gran impresión con su sola presencia y las expresiones potenciadas por su bizarro maquillaje. Es una sombra amenazante sobre todos los aspectos de la película desde que aparece por primera vez.

Fue agradable ver a mis queridos Christopher Walken y Florence Pugh como el Emperador y su hija, que logran también dejar su huella a pesar de lo poco que aparecen. La decepción fue Anya Taylor-Joy, pues tenía muchas ganas de verla y no fue más que un cameo de unos pocos segundos. Eso sí, los fanáticos de los libros de Duna se emocionarán al descubrir a quién interpreta.

Duna: Parte 2 reseña crítica análisis opinión

En conclusión…

Quedé enamorado de Duna: Parte 2, su mitología, sus impresionantes escenarios, su tormentoso diseño de sonido y emocionantes escenas de acción. Los problemas que tiene con su narrativa, incluyendo su dependencia de los clichés y acelerada conclusión, no opacan el espectáculo que ofrece. Merece ser vista en un buen teatro, con la mejor pantalla y mejor sonido posibles.

Duna: Parte 2
4.2/5 Nota
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