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Glass: un punto medio entre el bien y el mal – Opinión

El cristal inquebrantable fragmentado.

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[Incluye spoilers de la trilogía de M. Night Shyamalan]

Mi padre ha trabajado durante toda su vida con sistemas de seguridad, dispositivos de alarmas electrónicas y cámaras, hecho que recordaba con cierta curiosidad al ver el personaje de David Dunn 19 años después de su debut en Unbreakable (El protegido), con un negocio bajo la misma rama –mucho después de haber sido guardia– y trabajando a la par de su hijo Joseph tras la muerte de su esposa.

Ver desde pequeño a tu padre en dicha labor crea ciertas interrogantes morales, como el hecho de saber que la inseguridad era un mal necesario para que el trabajo de tu progenitor fluyera con éxito y pudiese mantener y cuidar a tu propia familia. En otras palabras, que hubiese ladrones de comercios o casas significaba que había trabajo y sustento para mi hogar. Todos abogamos por la paz y justicia porque es lo moral y necesariamente correcto, pero en ocasiones resultamos en el punto exacto de una delgada línea entre dos extremos opuestos.

El objetivo de mi papá, como el de otras tantas empresas de seguridad (además del financiero obviamente), era brindar un servicio con el que los clientes estuviesen protegidos de robos y saqueos, a veces como prevención, en ocasiones porque ya habían sucedido. Pero siempre ocurrían de una u otra manera, en cualquier punto de la ciudad. Podía haber temporadas donde se reducían los niveles de inseguridad, por ende los negocios, pero en general, el mal nunca se detiene.

Así es la labor de un héroe, quizás una que no se ha tratado como se debe en medio de tanta espectacularidad de los universos fílmicos de Marvel y DC. Claro, siempre hay un antagonista de turno que planea acabar con el mundo o dominar el universo porque yo qué sé para qué tanta megalomanía. Pero pocas veces se ha tratado el punto de vista neutro-neutral como lo hace Glass, el de las personas ordinarias, sin habilidades súper humanas, que habitan ese punto medio entre el bien y el mal, cuya balanza moral no les permite inclinarse hacia uno de los dos lados porque al final son víctimas de ambos.

Es cierto que las películas de M. Night Shyamalan también fluctúan entre bien y mal recibidas con una frecuencia que en ocasiones parece impredecible, pero Unbreakable, con Bruce Willis como David Dunn y Samuel L. Jackson como Mr. Glass, es una de las que se rescata de ahogarse entre sus pretensiones. Una cinta precursora a estos tiempos mostrando una historia sobre cómics, más no basada en cómics. La imprevista secuela Split (Fragmentado), con James McAvoy como Kevin Wendell Crumb (diagnosticado con trastorno de identidad disociativo) y sus 23 personalidades alternas, puede no alcanzar las mismas cuotas de su predecesor, pero es suficiente historia origen de villano como para generar su unión.

En medio de ambos se encuentra Glass –la película– y Mr. Glass –el personaje–, aunque obligatoriamente se nos haya expuesto como el tercer filme de la trilogía. Elijah Price, llamado “el hombre de cristal” debido al deficiente calcio de sus huesos que le provocaron decenas de fracturas, es presentado como otro antagonista pero de un alto intelecto. Antes de esta revelación final en Unbreakable actuaba como una especie de mentor para Dunn, además de haber sido técnicamente su creador provocando el accidente de tren donde David descubre su invulnerabilidad, al ser el único sobreviviente.

Debido a su extrema fragilidad es que el público logra simpatizar con Mr. Glass sin conocer sus verdaderas intenciones, pero al igual que La Horda en la mente de Kevin, él mismo tomó la decisión de dirigir sus habilidades hacia horizontes menos heroicos. Pudo haber usado su enorme poder deductivo, conocimientos enciclopédicos sobre cómics e inteligencia, para guiar a David interpretando al sujeto de la silla que todo héroe tiene en su vida. Pero Mr. Glass eligió. Eligió ser el villano de la historia y asesinar a cientos de personas de manera indirecta en busca de su némesis.

Es un punto psicológico incluso más peligroso que la amenaza en fuerza bruta representada por La Bestia, la personalidad de Kevin más agresiva y sobrehumana, capaz de adoptar cualidades animales y asesinar como depredador salvaje. Para Mr. Glass, ser la persona más débil del planeta le dio motivación suficiente para investigar y dar con David ‘El Centinela’ Dunn, su opuesto y por ende el más fuerte del orbe. Pero sin siquiera proponérselo, en el proceso dio nacimiento a un súper villano bajo la maleable faceta de Kevin ‘La Horda’ Wendell Crumb.

Mr. Glass estuvo equivocado desde un principio, pues habitar el punto medio entre el bien y el mal lo hizo arquitecto y creador de dos fuerzas de la naturaleza arrolladoras e impulsivas, positiva y negativa, que solo necesitaban una astuta guía o empujón para cobrar vida.

Y su verdadero némesis, vendría de la mano de una organización secreta compuesta por personas sin súper poderes, los mismos cuya posición no les permitía inclinarse hacia un lado en particular, pues al final, todos somos víctimas y ningún cristal es inquebrantable.

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