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No voy a jugar Final Fantasy XIII – Columna de Opinión

Natalia nos cuenta porque definitivamente y luego de meditarlo mucho no va a jugar Final Fantasy XIII y mejor optara por el juego de Alicia en el País de las maravillas

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Mi excusa es trivial: me gustó demasiado Final Fantasy XII, ese juego en que Matsuno trató de cambiar las reglas con algo de éxito; no tuvo una trama tan mala, los diálogos no fueron como sacados de una novela romántica de esas en cuya portada sale una mujer a la que se le notan los pezones abrazada a un hombre que muestra los pezones. De hecho la narrativa del título resultó casi creíble aún para quienes consumimos libros además de juegos. Sin contar con que tenía a esa morena que mostraba sus nalgas y me hacía dudar de mi sexualidad. Es una mentira, no dudo de nada, estoy completamente segura de que desnudaría a Fran y dejaría que me hiciera cosas que siglos de vida en la tribu de las Viera deben haberle enseñado.

Pero Final Fantasy XII estaba ubicado en esa tierra fantástica llamada Ivalice donde la política es sucia, las guerras abundantes y la sangre fluye libremente. Un universo de dioses perversos donde los personajes de nombre Cid toman armas y pelean en lugar de ser tristes herramientas que un proverbial autócrata utiliza con fines predeciblemente siniestros. Oh Ivalice, si tan sólo pudiera morir de un espadazo en la espalda prodigado por uno de mis hermanos menores para arrebatarme el trono bajo tu cielo azul.

A cambio de ese mundo de tramas moderadamente decentes Final Fantasy XIII nos lanza a Pulse y Cocoon, mundos que si hemos de creerle a millones de reseñas en Internet pueden describirse geográficamente como un eterno callejón recto y cuya fauna se reduce a una línea infinita de monstruos con los que hay que luchar y cuyas heridas no expelen un líquido vital sino números, vieja y aburrida tradición de los desarrolladores de la saga. Lo anterior con eventuales batallas contra jefes. Que sangran más números. De hecho los puntos de vida de los enemigos de Final Fantasy aumentan exponencialmente, una graciosa estrategia comercial. Es graciosa porque realmente funciona, todos nos sentimos mejor tras acabar con un enemigo con diez megatrillones de puntos de vida que por matar a uno con un par de miles.

Que sus gráficas sean impresionantes no valida a Final Fantasy XIII como juego. Puede convertirlo en el instrumento perfecto para matar una tarde de domingo, especialmente si se ha tomado la precaución de comprar algo de marihuana, pero no lo convierte en un juego que yo quiera atravesar completo, de colorido principio a distante fin. Las reseñas advierten que pasar el juego toma unas 80 horas, yo suelo tardar el doble de lo que indican las reseñas, y en ese tiempo podría aprender otro idioma. No voy a hacerlo. Pero podría.

En lugar de eso voy a jugar la adaptación de Alicia en el País de las Maravillas, un juego carente de elementos nuevos pero que al menos tiene personajes ciclotímicos y esquizofrénicos como la Liebre de Marzo, a la que parecieran gustarle demasiado las metanfetaminas, o de plano grotescos como esos gemelos enanos, gordos y calvos.

Entiendo que los desarrolladores hayan jugado a la segura con el último título de Final Fantasy. Que hayan hecho el juego de tal forma que los fanáticos no tuvieran nada de qué quejarse. Ninguna razón para amenazar con suicidarse, costumbre que se ha hecho popular en Japón, ese país maravilloso e incomprensible. Pero yo decido ser esa estadística, ahí, diminuta, que sugiere que algunos jugadores estamos dispuestos a invertir nuestro dinero en títulos con historias que sí nos causen conflicto. O que al menos no insulten nuestra inteligencia. Después de todo lo hemos hecho durante siglos con la literatura, pagamos porque nos sorprendan, nos asqueen, nos asusten, nos saquen una lágrima. No todos queremos anestesia digital. Las sagas para los jugadores de consumo son estupendas; hacen a los estudios ganar pilas de dinero. Yo sólo espero que de vez en cuando utilicen parte de él para desarrollar un título del que podamos sentirnos orgullosos.

5 Comentarios

1 Comentario

  1. YaK.co

    20 de abril del 2010 at 13:10 pm

    jajajaja buena columna no soy amante de los rpg pero no pense que ese juego fuese asi de malo

  2. es gracioso

    20 de abril del 2010 at 14:19 pm

    jajajaj es gracioso que la columnista dijo «es gracioso» y que cada vez pongan más HP en los enemigos de FF LOL

    yo creo que en FF MCVXX cada espadaso va a quitar 5.7678x(10)^34 HP

  3. Ickys

    20 de abril del 2010 at 18:06 pm

    Es curioso pero Final Fantasy XII fue críticado por que ninguno de sus personajes son relevantes a la historia. Penelo sirve de relleno, el protagonista verdadero resulta Balthier dejando una historia realmente improvisada que muchos asumieron de plagio, es un Star Wars.

    La critica de FFXIII es lo lineal y que toma 20 horas para desbloquear todo el potencial del sistema de batalla que es aplaudido por la crítica. FFXIII versus propone una dinamica totalmente opuesta a esta entrega ya que propone un mundo totalmente abierto, algo que se perdio desde FF IX.

    Chistosa la comparación xD

  4. Tanilo

    20 de abril del 2010 at 22:33 pm

    Me parece que el concepto de libertad en los videojuegos está sobrevalorado.

    Juegos como Oblivion y FallOut mostraron todos los defectos que tiene este sistema.

    Jugar FF XIII es leer un libro, es sentarse 80 horas a ver una película. Lo que a la larga nos queda de los FF no son los recuerdos de esas peleas de trillones de millones de Hit Points. Es la historia, es Red XIII, es Squall, es Tidus.

    Creo que antes de arriesgarse a criticar por que ya se ha criticado. Hay que jugarlo, sentarse a disfrutar la historia. Porque eso es lo importante y si no nos gusta. Pues facil, volvemos a FF VII y nos liberamos.

    Pero creo que lo importante es jugarlo antes de botarlo. Porque… ¿Qué tal que a uno si le guste?

    UFFF y que delicado el artículo, porque empieza hablando de lo lineal y sin justificarlo salta a la historia. De la historia el artículo nunca dijo nada.

    La narrativa lineal es una cosa, lo que narra, es otra.

    (Vale la pena releer, esto último lo noté en la segunda lectura.)

    • celes-te

      27 de julio del 2010 at 17:41 pm

      totalmente de acuerdo, los juegos pueden ser TOTALMENTE lineales y ser buenos. yo creo que la columnista esta esperando precisamente un juego en el que aunque no haya libertad la trama pueda compararse a la de una buena pelicula de cine o de TV y ojala hasta a un buen libro

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