Conecta con nosotros

Videojuegos

Avatar: Frontiers of Pandora – Reseña

uvan si, nume ‘okrol.

Publicado

el

Las obras de James Cameron sobre los na’vi son un artefacto cultural muy interesante. Avatar y su secuela El camino del agua cuya reseña pueden leer aquí— son dos de las películas más taquilleras de todos los tiempos, pero poco se habla sobre ellas y no tienen mucha presencia en la cultura pop. A pesar de eso, somos muchos los que tenemos cariño por las aventuras de Jake Sully, Neytiri y no podemos esperar para volver a Pandora. La tercera película se demora, pero ya podemos vivir una aventura con los na’vi en Avatar: Frontiers of Pandora y aquí les tenemos la reseña de ese juego.

Este es un título de mundo abierto de Ubisoft y eso tiene ciertas implicaciones. Si han jugado otros juegos de esa compañía en el mismo género saben que deben esperar un mapa que se va descubriendo poco a poco, muchas misiones opcionales, campamentos enemigos que conquistar y actividades como cazar. Este juego tiene todo eso, pero logra hacer que todo eso sea especial gracias a los temas, ambientación y el tono que hereda de las películas.

Esta no es una adaptación de ninguno de los dos filmes. Es una historia que ocurre poco antes que a El camino del agua. Personajes como Jake Sully y la general Ardmore son mencionados, pero el protagonismo recae sobre un grupo diferente de na’vi en otro continente conocido simplemente como la frontera occidental.

El o la protagonista (podemos elegir su género o dejarlo ambiguo) fue un na’vi arrebatado a su tribu durante su infancia para reeducarle y ponerle al servicio de los invasores humanos. Tras despertar de un sueño criogénico de ocho años, se une a la resistencia en contra de la recién regresada RDA. Descubre que tienen que redescubrir su mundo y aprender la cultura del clan al que perteneció y que ahora parece extinto.

Bienvenidos a Pandora

Aún recuerdo la primera vez que vi Avatar en cine (sí, la vi varias veces) y quedé impactado por la belleza del mundo de los na’vi. Esa emoción se repitió en varias ocasiones mientras jugaba Avatar: Frontiers of Pandora.

Recorrer los bosques bioluminiscentes durante la noche, emerger de una jungla para encontrar una bella cascada y volar entre las montañas flotantes a lomos de un Ikran fueron momentos que me causaron escalofríos de emoción. Este es uno de los juegos más bellos que he visto en una consola y la música está a la altura del espectáculo, con fantásticas melodías tomadas de las películas e inspiradas en ellas. Los diseños de los na’vi también me impresionaron con los detalles de sus rostros, ropas y personalidades. No puedo decir lo mismo de los diseños de los humanos. Solo un puñado se destacan y la gran mayoría lucen muy genéricos.

Pero que un mundo sea bonito no necesariamente hace que la exploración sea interesante ni que hayan tareas entretenidas en él. Para hablar sobre eso en esta reseña voy a confirmar lo que muchos sospechaban sobre Avatar: Frontiers of Pandora cuando mostraron los primeros avances del juego: es básicamente un Far Cry desarrollado en el mundo creado por James Cameron.

Eso no es necesariamente algo malo. Si han jugado esa serie de juegos de mundo abierto de Ubisoft saben que —a pesar de las justas críticas que algunos puedan hacer contra ellos— pueden mantenernos entretenidos durante docenas de horas con sus enormes mundos y la cantidad de misiones que ofrecen. El diseño de Pandora sigue las mismas reglas de los mapeados de Far Cry en cuanto a actividades. Lo malo es que podemos sentir que estamos jugando el mismo arquetipo de juego de mundo abierto de siempre, pero lo bueno es que todas las tareas tienen un nuevo tono temático que las hace resaltar.

El mundo abierto no es de los na’vi, es de Eywa

Si vieron una de las películas en las que está basado este juego de Avatar, saben que los na’vi tienen una relación respetuosa con la naturaleza. Los juegos de mundo abierto suelen ser obras con espíritus colonialistas o al menos dominantes en el que los recursos naturales solo existen para consumo del jugador. Esto no podía ser así en un juego en que controlamos a un na’vi. Es por esto que celebramos los compromisos que hicieron los desarrolladores para no sacrificar la filosofía ambiental del material original.

La acción de Avatar: Frontiers of Pandora tiene un ritmo mucho más pausado que el de cualquier juego de la saga Far Cry. Aunque es posible encontrar soldados de la RDA y fauna agresiva mientras exploramos, estos enfrentamientos son raros y el juego prefiere que dediquemos tiempo a apreciar el escenario y lo que tiene para ofrecernos.

Hay elementos de supervivencia, como un medidor de hambre, y podemos recoger fruta o cazar para alimentarnos y así ganar ventajas. Pero no se trata simplemente de tomar todo lo que encontremos en el camino. No solo porque podemos cargar un número limitado de objetos, sino porque el juego pone algo de fricción en la recolección. Si queremos una fruta o una rama, debemos usar los controles análogos y presionar los gatillos con cuidado para no dañar nada. Tampoco podemos recoger carne o piel de los animales que cazamos si usamos armas de fuego. Hay que usar flechas, lanzas y agradecer al animal caído por los dones que nos da. Entre menos lo hagamos sufrir, mejores recompensas tendremos.

La adquisición de equipo también tiene tonos diferentes. Afortunadamente para Pandora, el capitalismo no ha infectado a los na’vi y no hay una moneda de cambio entre ellos. Si queremos las armas y equipo que tienen en los campamentos, tenemos que ayudar a sus habitantes y donar a la canasta comunal. Eso nos da favor con los clanes y nos permite recibir sus obsequios. En el caso de los humanos de la resistencia, podemos conseguir equipo cambiándolo por repuestos.

Los puristas dirán que, mecánicamente, esto es lo mismo. No están equivocados, pero la presentación que se hace de estas mecánicas también es importante para crear una consistencia temática. Las misiones opcionales no tienen objetivos especialmente originales y algunas de ellas son las típicas “busca y entrega este objeto”, pero siempre están orientadas hacia la preservación de la vida en Pandora y aprender más sobre las tradiciones de los diferentes clanes na’vi.

Atrapado entre dos mundos

Nuestra protagonista y sus compañeros viven en una encrucijada. Al haber sido secuestrados desde niños por la RDA, crecieron en un ambiente completamente humano y recuerdan muy poco de las tradiciones na’vi. Al quedar libres no solo deben redescubrir ese lado perdido de ellos. Se dan cuenta que son los únicos sobrevivientes de un clan nómada de narradores de historias y diplomáticos llamados Sarentu. Ahora recae sobre ellos la responsabilidad de mantener viva una cultura que apenas conocieron.

Esto está muy bien manejado. Sentimos la presión que cae sobre nosotros cuando encontramos un nuevo clan y vemos su entusiasmo al descubrir que aún quedan Sarentu en Pandora. Eso de algún modo también justifica todas las tareas y misiones que hacemos para ello. No solo queremos salvar a Pandora de la RDA, también queremos estar a la altura de lo que esperan de nosotros. También hay una subtrama interesantes manejada con mucho misterio sobre qué pasó realmente con nuestro clan.

Pero con el subtítulo “atrapado entre dos mundos” no nos referimos solo a nuestro rol en Avatar: Frontiers of Pandora, sino al juego en sí. Ya vimos todo lo que hace para mantener vivos los temas ambientalistas y anticolonialistas de las películas en un género de videojuegos usualmente interpretado como colonialista y ultra consumista. No siempre logra un buen equilibrio. 

El mejor ejemplo de esto es el sistema de misiones. Siempre que nos ponen una tarea, nos dan instrucciones para encontrar el lugar al que debemos ir (al sur de la cascada, al lado de una cueva, en los alrededores del campamento). Esta sería una excelente forma para guiarnos por Pandora, pero también tenemos una guía que apunta exactamente a dónde ir. Se puede quitar, pero está por defecto y arruina por completo la experiencia. Lo mismo pasa con muchas otras tareas que deberían requerir observación, pero la infaltable “visión de detective” —aquí llamada ‘instintos de na’vi’— hace que todo sea demasiado fácil. Debería tener más fricción.

Entendemos que muchos jugadores prefieren eso a seguir instrucciones. Hace el juego más llevadero y “agradable”, pero arruina la intencionalidad y termina pareciéndose estructuralmente a todos los demás juegos de mundo abierto de Ubisoft.

También hay algunas misiones que resultan algo fastidiosas. Ocasionalmente debemos realizar pequeños trabajos detectivescos y asociar pistas encontradas en el mapa. El problema es que la relación entre estas nunca es clara y terminamos resolviéndolos a punta de prueba y error. 

El destino de Pandora

Esta es una aventura relativamente larga. Terminar Avatar: Frontiers of Pandora si jugamos a un paso relajado y realizando solo algunas de las actividades opcionales más interesantes, puede superar las 30 horas. Descubrir todo el mapa y terminar todas las actividades opcionales puede duplicar ese tiempo. Pero no debería haber ningún afán. Esta obra que quiere que la experimentemos a nuestro propio ritmo y nos dejemos enamorar de su mundo.

La historia resulta bastante simple y sus «giros en la trama» no son sorprendentes. No es difícil adivinar qué personaje nos va a traicionar ni qué pasó realmente con los Sarentu. Pero sí es bastante efectiva. Su fuerza reside en la catarsis que ofrece derrotar a las fuerzas invasoras y contaminantes mientras recuperamos el planeta. Esta es una fantasía que toda nuestra generación tiene ante la frustración de ver cómo otros destruyen la Tierra sin que podamos hacer nada a cambio.

Quiero terminar esta reseña con una fuerte recomendación hacia el juego Avatar: Frontiers of Pandora. Aunque su estructura y sistemas de juego de mundo abierto no son revolucionarios, su temática y tono nos enamoraron con su fuerza y su rabia contra el colonialismo y la contaminación. Si son fanáticos de estas películas, es una experiencia obligatoria. Si no lo son, de todos modos encontrarán un fascinante y hermoso juego de mundo abierto.

Avatar: Frontiers of Pandora
8.2/10 Nota
Lo que nos gustó
- Tiene uno de los mundos más bellos de los videojuegos.
- Excelente calidad técnica. No encontré 'bugs' ni ralentizaciones en PS5.
- Su temática anticolonial y de lucha ecológica.
Lo que no nos gustó
- Estructura de mundo abierto demasiado tradicional.
- Falta el doblaje al español latino.
- Microtransacciones innecesarias y absurdas.
En resumen
Avatar: Frontiers of Pandora es, estructural y mecánicamente, un juego muy tradicional de mundo abierto al estilo Far Cry. Aunque lamento que no haya tomado más riesgos jugables, de todos modos me enamoró con la belleza de su mundo y la forma en que incorpora las ideas y temas de las películas de James Cameron a sus sistemas. Pandora es un mundo hermoso que nos hipnotizó con sus miles de detalles y todo el poder de las consolas de la actual generación se aprovecha para resaltar su belleza. Disfruté mucho las decenas de horas que pasé recorriendo los escenarios y ahora estoy triste porque no sé cuándo podré regresar a la tierra de los na'vi.

Esta reseña de Avatar: Frontiers of Pandora está basada en una copia digital del juego para PS5 brindada por Ubisoft.

Haga clic para comentar

Deja tu comentario

Además no te pierdas