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Final Fantasy XVI – Reseña

En el juego de tronos ganas o recibes un Game Over.

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Si estoy aquí, escribiendo sobre videojuegos, es gracias a Final Fantasy. La saga emblema de RPG de Square Enix —Squaresoft en ese entonces— fue la causante de que me enamorara de los videojuegos en los años 90 y que decidiera dedicar mi vida a ellos. A pesar de la adoración que les tenía, eventualmente me fui alejando poco a poco de los nuevos títulos con el paso de los años. Los tráileres del nuevo FFXVI —con su tono serio y violencia explícita— no me antojaron de regresar. No me gustaba el rumbo que estaba tomando la franquicia y dejé de sentir “la esencia de FF” en ella. ¿Estaba equivocado? Vamos a descubrirlo en esta reseña de Final Fantasy XVI.

De lo que no cabe duda es que esta es una superproducción muy bien cuidada. El recibimiento mixto que tuvo FFXV hizo que Square Enix se tomará las cosas con calma. Incluso si son reacios a aceptar que este título es un Final Fantasy por lo diferente que parece superficialmente, tienen que reconocer que es un juego muy bien hecho.

FFXVI nos lleva a Valisthea, una tierra con reinos que viven en constante conflicto por el control de los Cristales Madre. Estas son las fuentes de los cristales que permiten a las personas usar magia. La plaga que se expande por el continente y la ambición de los reyes hacen que otra guerra sea inevitable y que requieran la participación de los Dominantes. Ellos son personas capaces de transformarse en los enormes Eikon y que tienen suficiente poder para destruir una nación por sí mismos. Es en este escenario que tenemos a Clive, el hermano y protector del Dominante del Fénix en la nación de Rosaria. Él no sabe el trágico destino que le espera y el papel que jugará en el futuro de Valisthea.

Una mundo cruel y despiadado

Es algo que se ha repetido hasta la saciedad, pero resulta demasiado obvia la influencia que Game of Thrones (Juego de tronos) tiene en esta historia. La ambientación fantástica medieval que muestra violencia sin problema y que incluso contiene fuertes sugerencias sexuales recuerda demasiado a las novelas de George R.R. Martin y especialmente la serie de HBO basada en ellas. Mi temor era que Square Enix no buscara más que crear impacto y controversia “para atraer un público más adulto”. No quería que terminará convirtiéndose en la obra favorita de quienes creen que los videojuegos AAA deben ser “serios y oscuros”. Afortunadamente, las cosas no son así.

El mundo de Final Fantasy XVI tiene que ser cruel y deprimente por la clase de historia que quiere contar: una sobre el abuso, la opresión y la esclavitud. La idea de razas o clases de personas que son injustamente consideradas menos que humanas es un tropo conocido del género fantástico, pero pocas veces lo habíamos visto tratado en un videojuego con tal crudeza. El desprecio que el mundo le tiene a los llamados Portadores —aquellos capaces de usar magia sin necesidad de un cristal— también es dirigido contra el protagonista. Eso puede resultar en momentos verdaderamente incómodos para el jugador. No vamos a comparar esto con la opresión y odio que sufren la personas marginadas en la realidad, pero incluso a través del filtro de un videojuego podemos sentir parte de la impotencia y rabia que eso produce.

Esto es importante porque FFXVI también es una historia sobre una rebelión. Como en muchos otros Final Fantasy, formamos parte de un grupo que lucha contra el yugo de los poderosos. Pero esta vez es una visión menos romántica de la oposición al sistema. Muestra las difíciles decisiones que hay que tomar cuando de verdad se quiere cambiar el mundo y las consecuencias que a veces no son bonitas. Acabar con la esclavitud de los Portadores y salvar al mundo de la plaga —usando la misma metáfora ambientalista sobre el uso de combustibles fósiles que usó FFVII— no solo enoja a las élites, sino a la gente común que está acostumbrada al sistema.

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Clive es un buen protagonista para una historia como esta. Su transformación de noble en esclavo y luego en revolucionario es un poco cliché, pero efectiva. Es un personaje que no esconde sus emociones y eso se agradece, pero también resulta un poco aburrido. Lo mismo se puede decir de su compañera Jill, que se recibe el desarrollo que merece. Es Cid, el líder de la rebelión, quien tiene el inmenso carisma, sentido del humor e historia trágica necesarias para convertirse en el personaje favorito de los jugadores. Su voz en la versión latinoamericana es la de Carlos Segundo (Piccolo en Dragon Ball) y queremos elogiarlo por su fantástico trabajo.

Adiós para siempre, combates por turnos

Hemos hablado mucho de la historia y temas de Final Fantasy XVI en esta reseña, es hora de dedicar algunas líneas a su jugabilidad. FFXV y FFVII Remake ya habían dejado de lado los combates por turnos en favor de enfrentamientos más directo. Pero este nuevo juego olvida por completo esas raíces para recurrir a un estilo de juego que recuerda más a juegos ‘character action’ como Devil May Cry que a cualquier otro RPG. Nada raro tomando en cuenta que el director de combate es Ryota Suzuki, veterano de esa saga de Capcom.

Todavía hay elementos de RPG, por supuesto. Subimos de nivel y equipamos armas, armaduras y amuletos para mejorar las características de Clive. A medida que avanzamos desbloqueamos acceso a nuevas magias o ‘habilidades eikónicas’ con las que podemos personalizar nuestro estilo de combate aún más. Pero a la hora de pelear son nuestros reflejos y capacidad para hacer combos lo que determina la victoria. Afortunadamente el juego ofrece varios niveles de dificultad y equipamiento que permite realizar acciones automáticamente para quienes no están interesados en peleas de este estilo.

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No voy a negar que extraño el estilo —tanto visual como de combate— de los FF clásicos, pero este sistema de combate es absolutamente fantástico y muy dinámico. Cuando uno comienza a cansarse de las mecánicas disponibles, se desbloquean movimientos y ataques nuevos que lo mantienen fresco. La prueba definitiva de la calidad de estos sistemas de juego está en los combates contra los jefes. Estas son batallas épicas y muy emocionantes que juegan bastante con las mecánicas, nos piden buenos reflejos y aprendernos las rutinas de ataque de los enemigos.

Estos combates son verdaderos espectáculos con niveles de poder tan exagerados que parecemos viendo un ‘anime shonen’, pero tienen un gran problema. Algunos de ellos recurren a ‘quick time events’ en sus momentos más emocionantes. Este sistema, que simplemente nos pide presionar un botón cuando aparece en pantalla, resulta arcaico en 2023.

Y hablando de cosas anticuadas, ¿cómo se justifica la falta de diversidad racial de este juego en 2023? Hay una región inspirada en estereotipos de Medio Oriente con algunos NPC de piel más oscura, pero los protagonistas y personajes principales son todos blancos.

El camino a seguir

Otro elemento que dejó mucho que desear es la exploración, especialmente durante la primera mitad del juego. Final Fantasy XVI no es un juego de mundo abierto. Algunos mapas son grandes y están interconectados, pero de todos modos resultan lineales y visitar las pequeñas desviaciones que tienen suelen llevar a objetos poco interesantes. Las misiones opcionales suelen ser bastante cortas y aunque algunas pueden revelar detalles sobre Valisthea, sus naciones y habitantes, la mayoría no da buenas recompensas. Es solo tras unas 12-15 horas de juego que comienzan a aparecer actividades opcionales interesantes, como las cacerías de enemigos notables.

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A nivel visual es un juego bellísimo y tiene un muy buen rendimiento. Hay momentos, sobre todo en áreas muy abiertas cuando movemos rápidamente la cámara, que noté una pérdida de cuadros por segundo, pero fue algo minúsculo y nunca afectaron las batallas. Si tengo que quejarme de algo es que la mayoría de personajes secundarios lucen mediocres en comparación con el excelente diseño y animación que tienen los protagonistas. Las ‘cinemáticas’ o secuencias de video tienen muy buena dirección, aunque algunas son tan largas que parecen un episodio completo de una serie. Si no están interesados en la historia pueden ser un fastidio, pero se pueden saltar.

A nivel musical también quedé muy impresionado. No faltan las melodías épicas y cantos gregorianos que acompañan las grandes batallas. También hay sonidos más calmados y melancólicos que retratan muy bien la tristeza y crueldad de este mundo. Me encantó lo bien que encajan las nuevas versiones de la obertura y fanfarria de victoria clásicas y hay algunas canciones que ya se me están grabando en el corazón.

El corazón de Final Fantasy

Hay muchos momentos en que FFXVI me hizo sentir nostalgia por los clásicos. Visitar los pueblos pequeños de Valisthea, montar chocobos, hablar con el moggle y ver invocaciones como Shiva, Ifrit y Bahamut en acción puso una sonrisa en mi rostro. Puede que superficialmente no se parezca a los Final Fantasy de los que me enamoré ni se juegue como ellos, pero puedo decir que su esencia si permanece viva en este nuevo título.

A pesar de los problemas que mencioné —especialmente la forma en que finalmente no logra conciliar sus temas más importantes con su trama más fantástica— no puedo negar que amé absolutamente este juego. Mi conclusión en esta reseña es que Final Fantasy XVI es un juego grandioso. Lo recomiendo incluso aunque haya perdido todos los elementos de RPG que definieron a la saga en el pasado. Sobre todo, tienen que conocer al gran Cidolfus Telamon. Él ya es parte de mi panteón de personajes favoritos de todos los tiempos

Final Fantasy XVI
8.7/10 Nota
Lo que nos gustó
- Fantástico sistema de combate.
- Excelente rendimiento técnico.
- Historia intrigante de fantasía oscura.
- Cid ♥
Lo que no nos gustó
- Misiones opcionales mediocres.
- 'Quick time events' en sus momentos más emocionantes.
- El tema más importante del juego pasa a segundo plano en su última parte.
En resumen
Final Fantasy XVI es sin duda uno de los juegos del año. Es visualmente muy bello, tiene personajes muy carismáticos, una historia intrigante y un fantástico sistema de combate que no deja de evolucionar y mejorar. Es una lástima que tenga misiones opcionales tan mediocres, que sus temas más importantes —como el de la esclavitud— se pierdan en los momentos finales de su enrevesada trama, su falta de diversidad y que recurra a algunas mecánicas tan arcaicas como lo 'quick time events'. Esos problemas impiden que sea la obra de arte que tenía el potencial de ser, pero no impiden que sea un juego excelente.

Reseña de Final Fantasy XVI basada en una copia digital para PS5 proporcionada por Square Enix.

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