Cuando escuché que tendríamos una nueva película de agentes secretos dirigida por Matthew Vaughn, me emocioné mucho. Amé mucho a Kick-Ass, X-Men: Primera clase y a Kingsman. Pero luego recordé que lo decepcionantes que fueron la secuela y la precuela de esta última. A lo mejor lo que este director necesitaba era alejarse de esa franquicia para poder lucir de nuevo su talento. Además, no podía equivocarse teniendo un elenco de lujo encabezado por los bellos Henry Cavill, Dua Lipa y a un gato muy adorable. Seguramente Argylle: Agente secreto iba a ser una película genial.
Era una mentira. Todo era una gran mentira.
Dejemos de una vez una cosa clara. Si van a ver esta película porque son fanáticos de Henry Cavill, Dua Lipa, John Cena o amantes de los gatos, van a quedar enormemente decepcionados. La “mentira más grande” a la que se refiere el subtítulo es su material publicitario. Esta película no es sobre ellos y el tiempo que aparecen esos actores en escena es mínimo. El gato ni siquiera es tan importante. Las verdaderas estrellas son Bryce Dallas Howard y Sam Rockwell. Ambos son excelentes actores con grandes cualidades cómicas y da gusto verlos en acción, pero su talento no es suficiente para salvar esta película.
Antes de explicar en esta reseña por qué no me gustó Argylle: Agente secreto, hablemos de las cosas buenas que tiene. Para comenzar, puedo defender algo en lo que el director Matthew Vaughn nunca falla: “estilo”. Este filme luce absolutamente genial a nivel de fotografía, diseño de escenarios, vestuario y música. Mantiene la impecable elegancia alrededor de la cual se han mitificado los espías de la ficción y a la vez la subvierte mediante el personaje de Rockwell, que muestra que la vida de los agentes secretos es más sucia y menos glamurosa de lo que imaginamos.
Aunque las coreografías iniciales de combate y acción no son tan especiales, en el último acto tenemos secuencias fantásticas en la que los protagonistas se lucen rodeados de humo de colores y combatiendo sobre petróleo. Es como si el director quisiera superar sus escenas más vistosas del pasado, como las peleas de Hit-Girl en Kick-Ass y la secuencia de las cabezas explotando en la primera Kingsman. No lo logra del todo, pero el resultado es bastante divertido.
Eso es todo lo bueno que tengo para decir sobre la película. Su principal problema es su ridícula trama. Aquí seguimos a Elly Conway, la escritora de una popular serie de novelas de espías que se ve atrapada en una conspiración real por parte de una organización terrorista y un espía supuestamente bueno que lucha contra ella. Resulta que, por alguna razón, sus novelas están tan cerca de la realidad que ambos bandos creen que ella es la clave para ayudarlos a encontrar un documento secreto que puede acabar con la existencia de los villanos.
Este concepto es bastante bueno y durante la primera parte de la película —a pesar de graves problemas de ritmo— funciona bastante bien. La idea de que los escritores investigan tanto y hacen tan bien su trabajo que pueden terminar prácticamente resolviendo un misterio real es bastante egocéntrica, pero es una base excelente para una comedia de acción como esta. El problema es que hay un tremendo giro en la trama a mitad de la historia que, aunque inicialmente emocionante, arruina por completo el concepto y el desarrollo se convierte en el de una película de disparos genérica y aburrida.
La trama también carece de lógica interna y coherencia. Si en algún momento los llamativos elementos visuales dejan de distraernos, nos damos cuenta que los “cómo” y los “por qué” carecen del más mínimo sentido. De hecho, muchas de las revelaciones del tercer acto contradicen directamente eventos que habíamos visto antes. Por si fuera poco, esta película cuenta con un epílogo y un final que quiere hacer ‘fanservice’ pero que en realidad resulta ridículo.
Quiero insistir en que Bryce Dallas Howard está genial y que Sam Rockwell hace muy bien su trabajo. También iba a resaltar nuevamente lo fantástica que luce a nivel visual hasta que recordé las múltiples secuencias de CGI mediocre que tiene y que arruinan el resultado. Aunque es algo mejor que la clase de películas de acción basura que suele sacar Netflix —como El hombre gris o Alerta roja— queda metida en el mismo saco de entretenimiento mediocre. ¿Ya dije que los estilos de cabello con los que sale Henry Cavill son vergonzosos?
Mi conclusión con esta reseña es que Argylle: Agente secreto no vale la pena. Si quieren ver una buena comedia de espías, quédense en casa viendo la genial Spy: una espía despistada (está en Star+) o la divertida Mi ex es un espía (que está en Prime Video). Mejor aún, recurran a lo clásico y vean Top Secret, que está gratis en PlutoTV.
