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Gran Turismo: de jugador a corredor – Reseña

El sueño de todos: que jugar videojuegos nos lleve al estrellato.

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Antes de comenzar con esta reseña de la película debo confesar que no soy fan de los juegos de Gran Turismo. Pero eso no impide que entienda la fascinación que despiertan. Estos títulos llevan la fantasía de conducir al máximo, poniéndonos detrás del volante de autos que solo podríamos tener en sueños y dándonos control total de todas sus características. Llevar esta idea a la gran pantalla mediante la historia real de un jugador que se convirtió en un verdadero corredor tiene todo el sentido del mundo.

Tal como cuenta el filme, fue la afición y habilidad de Jann Mardenborough en los juegos de PlayStation y Polyphony Digital lo que le dió la oportunidad de competir profesionalmente. Es la clase de historias reales que parecen suceder solo para ser llevadas al cine. El resultado es una película deportiva muy entretenida, pero que a veces se pierde en medio de los clichés del género.

Ya hemos visto antes películas como esta, sobre el ascenso de un ‘underdog’ o desfavorecido en una competencia. La película se enfoca en cómo su talento para Gran Turismo lo lleva al estrellato y la forma en que el mundo de las carreras profesionales y otros competidores demeritan lo que hace por ser simplemente un ‘gamer’. Es la máxima fantasía para todos aquellos que quieren que su afición a los videojuegos sea respetada.

Como todas las ‘biopics’, Gran Turismo: de jugador a corredor exagera algunos eventos, se inventa otros e ignora algunos aspectos de la vida real. Eso es normal. El problema es la forma en que acomoda la historia para convertirse en propaganda para el videojuego. Sí, todos sabemos que los juegos de la saga GT son simuladores fantásticos y algunos de los mejores juegos de carreras del mundo. Pero la forma en que la película los enaltece y prácticamente sugiere que son indistinguibles de las competencias reales raya en lo absurdo.

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La GT Academy fue real y algunos de sus participantes sí se convirtieron en pilotos de carreras profesionales. Pero esto fue más un ‘reality show’ para promocionar los juegos que un verdadero semillero de talento. De hecho, la competencia que vemos en el filme no fue la primera. Años antes ya habíamos visto ganar al español Lucas Ordoñez, que incluso logró la segunda posición en Le Mans antes de que Mardenborough comenzará a correr profesionalmente.

Va a sonar duro o incluso un poco cruel, pero la película Gran Turismo: de jugador a corredor nos quiere hacer creer que Jann Mardenborough es más especial de lo que en realidad es. No me malinterpreten, él es una persona increíblemente talentosa, pero la película crea a su alrededor un mundo ficticio intentando hacerlo resaltar. Los prejuicios y controversias contra los corredores que comenzaron jugando GT nunca fueron tan graves como lo muestran allí. Incluso alteran el orden de eventos que sí ocurrieron en la vida real. Por ejemplo, el terrible accidente que sufrió durante una carrera en Alemania se dio muchos años después de su debut y ocurrió después de su participación en Le Mans. Pero en el filme se pone antes por puro efecto dramático. Esto ha sido justamente criticado por la prensa.

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En la película, Mardenborough es menos interesante que el corredor real y el actor Archie Madekwe no hace mucho para dotarlo de carisma. Gran Turismo: de jugador a corredor no tiene un verdadero arco narrativo para su protagonista y él no evoluciona nada en las dos horas que dura el filme. El corazón de la historia es la relación entre Jann y su entrenador Jack Salter. Él es inventado para la película y aunque David Harbour lo interpreta de forma muy similar a su personaje en Stranger Things, se termina convirtiendo en la verdadera estrella del filme. Es Salter quien lleva el peso de la trama y quien mejora como persona a lo largo de la cinta.

Lo más frustrante de eso es que la relación entre estos dos personajes tenía mucho potencial dramático. Todo apuntaba a que Salter se podía convertir en la figura paterna que Jann no encontró en su padre, un desaprovechado Djimon Hounsou. Pero la película nunca permite que la relación salga de los estereotipos del mentor cascarrabias y alumno con un sueño. Tampoco era necesaria la introducción de un romance. No aporta nada a la trama y se siente redundante en su narrativa de “Jann está haciendo sus sueños realidad”.

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Lo que verdaderamente hace funcionar esta película es su ritmo y las mismas carreras de autos. Temía que el director Neill Blomkamp (Distrito 9, Elysium, Chappie) hubiera perdido el toque tras ver la terrible En la mente del demonio. Pero aquí demuestra que todavía tiene talento. El genérico guion es salvado por su capacidad para llevar una narrativa emocionante y fácil de seguir en cada carrera. Puede que Gran Turismo no tenga la personalidad de sus primeras películas, pero definitivamente está muy bien dirigida.

Gran Turismo: de jugador a corredor es una película con pretensiones muy diferentes a las de otros filmes basados o inspirados en videojuegos. Su objetivo es ser una buena historia deportiva y aunque lo logra, no se sale de los tropos tradicionales del género. La forma en que altera la historia original y en que endiosa el videojuego puede resultar molesta, incluso ofensiva en el caso de la representación del accidente. No está a la altura de Ford vs Ferrari ni de Rush, pero no deja de ser una película muy entretenida con secuencias de carreras bastante emocionantes.

Gran Turismo: de jugador a corredor
3/5 Nota
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