En el coleccionismo de videojuegos existen dos tipos de personas: aquellos que adquieren únicamente lo que les gusta y están dispuestos a jugar, y aquellos que llenan repisa tras repisa con productos sin destapar, dispuestos para revender –o no– a una mayor suma en el futuro. No existe nada malo en vender parte de las colecciones, siempre y cuando los precios no sean cifras infladas que ahuyenten a potenciales compradores menores.
Otro asunto definitivamente diferente es cuando una casa de subastas se mete en el tema de los videojuegos, clasificando títulos como si fueran obras de arte de un famoso pintor renacentista. Esto no se trata de la vieja discusión sobre si los videojuegos pueden ser considerados arte. Sino de la forma en que personas con enorme capital especulan precios exacerbadamente altos a videojuegos retro, generando así una falsa valorización simplemente absurda.
Hemos visto noticias como la supuesta venta en Heritage Auctions de una copia de Super Mario 64 en más de un millón y medio de dólares, ridículo por donde se le mire aún admitiendo la importancia del juego en cuestión. Y esa clase de noticias, precisamente, es una articulada manipulación del mercado como la han visto otra clase de sectores en el pasado, al nivel de los cómics, cartas coleccionables o la numismática.
Una copia clasificada por Wata Games como 9.8 A++, la nota más alta hasta ahora. ¿Por qué alguien estaría dispuesto a pagar tanto por un juego que puede conseguir completo por un valor exageradamente inferior? ¿Por qué nos referimos a «supuesta venta»? ¿Qué artimañas se esconden detrás de estos juegos retro con millonarios precios? Es lo que vamos a revisar a continuación no sin antes aclarar un importante punto:
Lo que menos le interesa a estos «coleccionistas» son los juegos, únicamente la hiperinflación de los precios.
¿Qué es Wata Games?
Wata Games es una firma dirigida por Deniz Kahn, encargada de certificar el precio de los diferentes videojuegos hoy considerados clásicos, usualmente de 20 años para arriba pero no limitada a estos. El coleccionismo de videojuegos ha alcanzado un auge fuerte en los últimos años y títulos de plataformas como Atari, NES, Game Boy, SNES, PlayStation o N64, se han valorizado considerablemente.
Wata Games no es la única agencia pero sí la más reconocida. Apoyada a su vez por programas famosos como El precio de la historia de History Channel, cuando estos tienen dudas sobre el valor de algún videojuego. Wata trabaja de la mano con casas de subastas como Heritage Auctions, clasificando y poniendo precios a los juegos que allí se subastan.
Los más valorizados son títulos sellados y completos, que no presentan hendiduras o rayones, todos con su debida carcasa protectora. Ahí también entran las cuantiosas cartas de Pokémon.
El posible fraude del juego del millón de dólares
Teniendo claro qué hace Wata Games en conjunto con Heritage Auctions, existen fuertes indicios que señalan una valorización artificial para elevar el precio de los juegos. Con sus inversionistas comprando entre ellos para inflar la burbuja. Según reporta el periodista australiano Karl Jobst, ambas compañías habrían acordado la hiperinflada valoración de Super Mario 64 para beneficio mutuo (vía VGC).
El trabajo investigativo de Jobst es admirable y digo de repasar, condensado en un video de 50 minutos que valen la pena (solo en inglés). Aunque honestamente, no se necesita ir muy lejos para saber que había algo encerrado con ese precio. Si bien la gran mayoría apuntaba a lavado de dinero cuando se habla de un Super Mario 64 que cuesta un millón y medio de dólares, Jobst no profundizó en dicho tema debido a lo delicado del asunto (hilos de dinero y poder detrás de todo).
En esta concienzuda investigación, Jobst señala que Deniz Kahn, presidente de Wata, trabajó a la par con Jim Halperin, cofundador de Heritage, para manipular el mercado de segunda mano y elevar continuamente el precio de juegos ampliamente populares. No precisamente escasos o raros. Al punto de posicionarlos como valiosas piezas de colección que ni Van Gogh hubiese aspirado.
Wata Games tan solo fue fundada en 2017 y oficialmente lanzada en 2018 por Jobst, con la misión de clasificar videojuegos físicos, darles un puntaje sobre 10 y protegerlos en carcasas plásticas. El precio de una de estas copias excede drásticamente al de una copia cualquiera sin protección, mientras que cada venta de una eleva el valor de un título consecuentemente.
Lo más extraño de todo es que esto ha ocurrido en cuestión de unos pocos años, como las viejas y desconfiables burbujas económicas. Fácilmente incrementaron el precio de un Super Mario Bros. de NES al 6000 por ciento en solo cuatro años, e incluso se dieron el lujo de cobrar 600 dólares por The Elder Scrolls V: Skyrim para Xbox 360. Sí, el mismo Skyrim que todavía sigue sacando ediciones nuevas de aniversario y cuya extinción está lejos de ocurrir.
Esto tampoco se trata de preservación.
La efectiva manipulación del mercado de segunda mano
Si creías que esto no afecta a coleccionistas minoritarios que no compramos juegos a miles de dólares en casas de subastas, lamentablemente no es así. Entre las políticas de Wata Games estipulan que ningún empleado o afiliado a la compañía puede participar en las propias subastas por conflicto de intereses.
Es cuando menos curioso que en febrero del 2019, Jim Halperin (recordemos, cofundador de Heritage Auctions, organizadora de la subasta) se convirtiera en uno de los orgullosos tres propietarios de un Super Mario Bros. avaluado en $100.150 USD. Un récord para entonces pero muy lejos del millón de dólares.
En un comunicado de Heritage Auctions anunciando dicho récord con Super Mario Bros., Deniz Kahn es citado diciendo que «alcanzar la meta de seis cifras muestra que la trayectoria ascendente del pasatiempo no tiene intenciones de bajar.» Esto lleva directamente a una manipulación efectiva del mercado de segunda mano (el de ustedes y nosotros), permitiendo que la especulación y los precios se disparen.
Por poner un ejemplo similar, como cuando Elon Musk vocifera cualquier barrabasada y el valor de una criptomoneda sube o se desploma. En el caso de los videojuegos, son las palabras de Kahn y Halperin –Wata y Heritage respectivamente– las que dirigen hacia dónde se mueve esa valorización. Incluso por juegos excesivamente comunes, como si desconocieran esa pequeña parte de la industria. Todas esas noticias de juegos vendidos por cifras millonarias, no son más que propaganda. Lamentablemente muchos medios, grandes o pequeños, caen en el mismo error de inflarlas una y otra vez.
Esas noticias de juegos vendidos por cifras millonarias, no son más que propaganda.
Para el periodista Karl Jobst, esta situación es una clara muestra de prácticas de negocios faltas de ética, de decepción, colusión e incluso fraude.
Los millones de hoy son los centavos de mañana
De acuerdo con Seth Abramson, abogado, autor y periodista, casas de subastas como Heritage Auctions y firmas como Wata Games intentan sistemáticamente esconder la información clave que genera esta burbuja artificial de millonarios juegos retro. Con el fin de evitar la proliferación de esta técnica y brindar un poco de transparencia, Abramson liberó una lista con los juegos que más están haciendo ricos a los ricos líderes en estas prácticas.
Para sorpresa de pocos, son los juegos con mayor disponibilidad en el mercado. Es decir, todos entendíamos por coleccionables a juegos que debido a su escasez se hacían más apetecidos. Wata alega respondiendo que incluso los juegos más comunes de NES son escasos y… francamente eso es una terrible desinformación.
Abramson estima que, para 2024 y debido a la pandemia que retrasó las subastas entre seis y nueve meses, no habrá cientos sino miles de Super Mario Bros. 3 certificados por Wata Games. Que hoy venden a miles de dólares y en el futuro muy posiblemente no valgan mucho, justo cuando la burbuja no aguante más.
¿Quiénes compran uno de estos juegos a 30.000 dólares? No coleccionistas, sino inversionistas esperando que el juego se cotice a 100.000 dólares para revenderlo. En pocas palabras, los cartuchos son acciones en una ficticia bolsa de valores llamada mercado retro.
Estos inversionistas se jactan de hablar sobre significado histórico, pero la preservación no es algo que esté entre sus planes, solo un comodín de entrevistas. ¿Inercia de la nostalgia? Puede ser, pero es algo paupérrimo pretender que sucumben de placer al tener un cartucho sellado y empaquetado herméticamente que jamás se podrá abrir y jugar. Solo por el gusto de poseerlo y esperar paciente a su valorización con seis cifras por delante.